Editorial de Gestión. No solo deben resolver las tachas, sino ser transparentes y explicar las motivaciones de sus fallos.
Editorial de Gestión. No solo deben resolver las tachas, sino ser transparentes y explicar las motivaciones de sus fallos.

JURADO NACIONAL DE ELECCIONES. Un antiguo dicho reza que “la mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”, y esta idea debería ser el centro del accionar de las autoridades electorales, sobre todo en el escenario actual, en el que la población tiene la sensibilidad a flor de piel y cualquier decisión genera suspicacia.

Lo saben muy bien las empresas, pues cualquier decisión del sector privado resulta examinada bajo lupa al considerar que puede tener un interés subalterno, pero también se aplica en la política, porque con el mismo grado de minuciosidad se evalúa el actuar del Gobierno. Por ello, el proceso electoral no está exento de este control.

Queda exactamente un mes para que se resuelvan todas las tachas y se excluya a los candidatos por la información contenida en su declaración jurada de hoja de vida o por dádivas. Es decir, luego del 12 de marzo ya no debería quedar ninguna tacha por resolver, pero la tarea del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) no solo será resolver las tachas planteadas, sino ser transparentes y explicar las motivaciones de sus fallos, sobre todo en los casos en que se alejen de criterios ya establecidos.

Es verdad que una resolución o decisión final no existe si no está firmada y notificada, pero para dar mayores señales de confianza resulta necesario conocer las razones de las decisiones de cada miembro del JNE. Hoy el fallo que está siendo cuestionado es el que repone a Martín Vizcarra como candidato al Congreso, y al JNE le corresponde sustentarlo más allá de toda duda. Pero no es el único caso pendiente. En breve, deberán resolver la tacha contra George Forsyth, y dado que es quien lidera las encuestas, la resolución deberá ser bien explicada para evitar que se argumente que la decisión final obedece a razones políticas y no legales.

Siempre habrá quienes consideren que dejar fuera de carrera a un candidato tiene una razón política. Sucedió en los comicios generales pasados, donde las salidas de Julio Guzmán y César Acuña fueron cuestionadas como una forma de dejar fuera de carrera a “contendores políticos” sin una votación. Por ello cobra mayor importancia el buscar que el actual proceso sea inmaculado.

A futuro, será importante revisar el tema de fechas y plazos electorales. Resulta contraproducente que mientras, según el calendario electoral, el 10 de febrero fue la fecha límite para publicar las fórmulas presidenciales admitidas por el JNE, todavía queden pendientes tachas por resolver. Ello puede llevar a situaciones, como las ocurridas en otros procesos electorales, donde un candidato figure en la cédula de sufragio, pero ya no esté en carrera.