Editorial de Gestión. Sin un trabajo político, el año puede terminar con un sinsabor para la labor del actual Gobierno (Foto: GEC)
Editorial de Gestión. Sin un trabajo político, el año puede terminar con un sinsabor para la labor del actual Gobierno (Foto: GEC)

ACUERDO POLÍTICO. El proyecto de presupuesto presentado por el Ministerio de Economía al Congreso debe ser aprobado como máximo el 30 de noviembre. Si el Parlamento no lo aprueba entraría en vigor la propuesta, tal cual la ha presentado el Ejecutivo.

La experiencia demuestra que el presupuesto que aprueban los congresistas no es el mismo que presenta el Gobierno, pues los legisladores siempre plantean incrementos de remuneración para algunos sectores, la realización de obras de infraestructura en determinadas localidades u otras medidas transitorias que implican un mayor gasto. Por su parte, el Ejecutivo siempre se empeña en mantener el equilibrio y no romper los esquemas básicos establecidos. En los últimos 20 años el MEF ha logrado mantener a raya las pretensiones de los diversos congresos.

Sin embargo, el presupuesto que debe aprobarse este año es singular por varias razones. La primera de ellas es que este será administrado en dos partes. En el primer semestre por el actual Gobierno, y en el segundo semestre por uno nuevo. Otra singularidad es la situación económica que atraviesa el país debido a la pandemia.

Si bien uno de los imperativos en el actual presupuesto es mejorar la eficiencia para asegurar la mayor ejecución posible del gasto público, lo cierto es que los ingresos que se plantean no son, necesariamente, los más reales, y a falta de recursos los gastos se verán reducidos. Incluso el Consejo Fiscal considera que se están sobreestimando los ingresos. El MEF no ha explicado aún su exceso de optimismo ni la creación de la cuenta “necesidad de ingresos fiscales permanentes”, que se supone que serán las medidas que plantearán para generar mayores ingresos fiscales.

Pero lo cierto es que las bancadas en el Congreso, tanto las que no tienen la intención de votar por la censura, como aquellas que buscan la salida de la ministra Alva, serán muy exigentes en los pedidos que hagan para modificar el proyecto de presupuesto. Algunas exigencias ya las han dejado entrever en el debate de interpelación.

Por ello, el esfuerzo del Ejecutivo debe estar puesto en el trabajo político. La coordinación que puedan realizar con las bancadas más afines al presupuesto planteado será vital para mantener los pilares macroeconómicos establecidos con las mínimas modificaciones. Sin ese acuerdo político -en el cual el Gobierno no ha mostrado ser eficaz-, el año puede terminar con un sinsabor, pues desde noviembre se le puede complicar la labor al actual Gobierno e incluso al siguiente.