Editorial de Gestión. Quienes busquen una solución a sus reclamos tomarán en cuenta los hechos y no palabras. (Foto: Anthony Niño de Guzmán | GEC)
Editorial de Gestión. Quienes busquen una solución a sus reclamos tomarán en cuenta los hechos y no palabras. (Foto: Anthony Niño de Guzmán | GEC)

NO BASTAN LAS PALABRAS. Con un discurso sin grandes novedades, la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, acudió ante el Parlamento para plantear las cinco ideas en las que el Gobierno pondrá mayor énfasis. Tras su presentación y con un debate corto consiguió el voto de investidura para el Gabinete. Sin embargo, la rapidez con la que se consiguieron los 111 votos no se debió tanto a la capacidad que tuvo la premier de convencer al Parlamento, sino por la difícil situación que vivía el país debido a la paralización y cierre de carreteras generada por los trabajadores del sector agroexportador.

Tal como señalamos el día jueves, ceder a las presiones de medidas de fuerza que perjudican a la población, como el cierre de carreteras, deja una muy mala señal para futuros reclamos. El presidente Sagasti dijo que el diálogo sin coacción es el mecanismo idóneo para solucionar nuestros problemas. Si eso es lo que piensa, ¿por qué lo permitió? Lo cierto es que la realidad ha mostrado una postura diferente y quienes busquen solución a sus reclamos tomarán en cuenta los hechos y no las palabras.

Más allá de reconocer ante la prensa extranjera la precariedad de su gobierno, Sagasti debería cuidar su capacidad de diálogo. Una labor que debe recaer en manos de Bermúdez. Si bien durante la semana pasada se puede entender que su preocupación estuviera centrada en la investidura y por ello su comunicación con el país sobre lo que estaba ocurriendo fuera casi nula, es de esperar que ahora muestre una actitud más proactiva y le explique a la población qué acciones concretas va a tomar con los otros reclamos que afronta el país. ¿Qué van a hacer en Las Bambas? ¿Cuál será la política que tendrá el Gobierno frente a los conflictos sociales?

El Gobierno cree que actuar estrictamente en el marco de las leyes y la Constitución implica una actitud moderada, olvidando que el Estado tiene el monopolio del uso de la fuerza para asegurar la paz, el orden público y para hacer cumplir la ley. Renunciar a esta labor es iniciar la ruta del desgobierno, un camino muy peligroso, tal como ya advertimos el jueves.

Otro aspecto donde el Gobierno debe cuidar lo que hace y no tanto lo que dice es respecto a la Policía. Si bien el presidente sostiene que no dará marcha atrás en la reforma policial, lo cierto es que la salida de ministro del Interior no ha tenido mayor explicación y en realidad es un tema que todavía está en agenda de solución.