REFORMA POLÍTICA. Tal como expresó el presidente Martín Vizcarra, sus acciones y propuestas planteadas en el referéndum son el eco de la voluntad mayoritaria de los peruanos y quizás por eso el Gobierno insistirá en el tema dando vida a una Comisión de Alto Nivel de Reforma Política para que elabore planteamientos. Algunos de los temas que se encargarán a esa comisión están referidos a la reglamentación del financiamiento de partidos políticos, a la inmunidad parlamentaria y el voto preferencial, “entre muchas otras que puedan surgir”.
Esta ruta que hasta ahora le funciona al presidente, y que obviamente toca temas importantes para el país, debe ser mirada sopesando no solo los aspectos positivos, sino también los riesgos que se puedan generar. Por ejemplo, la nueva comisión que sin duda tratará de conformarse con “profesionales notables y honestos” de ninguna manera podría ser la forma usual que termine reemplazando al Parlamento. Es decir, sus propuestas siempre tendrán que ser debatidas y podrían ser modificadas por el Congreso (guste o no al presidente y su comisión) salvo que el Ejecutivo solicite delegación de facultades, la capacidad de legislar está en manos de los congresistas.
Otro aspecto a considerar es si los cambios planteados cumplirán los efectos deseados. Así, la no reelección inmediata puede ser una manera de “castigar” a los actuales congresistas, pero no necesariamente cumple la función de contar con mejores parlamentarios en la siguiente legislatura. Lo sucedido con los alcaldes y gobernadores regionales es una clara muestra de ello. Felipe Castillo no pudo ser reelegido en las elecciones del 2015, pero a pesar de tener una sentencia de primera instancia que lo declara culpable del desvío de más de S/ 12 millones del presupuesto municipal ha sido electo para el periodo 2019-2022. Lo mismo sucede con los gobernadores regionales de Amazonas, Áncash y Arequipa, así otras autoridades elegidas que ya están en procesos de investigación. Es decir, impedir la reelección no genera necesariamente que las personas voten mejor.
Un riesgo similar se corre si se busca eliminar la inmunidad parlamentaria. Es un atributo que si bien en muchos casos ha sido mal utilizado, tiene una importante razón de ser: proteger a los congresistas para que puedan ejercer sus funciones libremente. Es verdad que puede revisarse y tratar de limitar los casos en los que se puede aplicar la inmunidad, pero eliminarla —por más que sea un clamor popular— podría ser peor. La reforma política es un camino con espinas y hay que tener cuidado al recorrerlo.