NUEVO GABINETE. Usando un nuevo escenario (quizá buscando una cábala), el llamado gabinete de la reconciliación —aunque el presidente reconoció que será difícil alcanzar este objetivo— juramentó ayer, no en el Salón Dorado, sino en el gran comedor de Palacio de Gobierno. Casi dos semanas le tomó al Ejecutivo lograr conformarlo, debido, sobre todo, a que más de un convocado no aceptó el reto.

Son ocho los nuevos rostros del gabinete de Mercedes Aráoz, además del cambio de cartera de la ministra Cayetana Aljovín. Hasta el momento han ocurrido 19 cambios ministeriales. Una primera pregunta que el gabinete deberá resolver en la práctica es cómo logrará el nuevo equipo ministerial conseguir un trabajo armónico y coherente, evitando que cada ministro trabaje en función a su propia agenda.

Aunque cuenta con algunos profesionales de alta calificación, dista de ser un gabinete con ministros experimentados en las lides políticas, con lo cual arrastrará las limitaciones que ha tenido el gobierno de PPK. Esto puede ser un problema mayor si se tiene en cuenta que, a pesar del pedido del presidente, los siguientes meses serán de una fuerte confrontación política entre el Ejecutivo y el Parlamento.

Luego de 18 meses de gobierno, la población quiere ver resultados inmediatos a todas sus necesidades, con lo cual todos los ministros deberán apresurar su proceso de aprendizaje. La canciller Aljovín, que asume su tercer ministerio, deberá trabajar para recuperar la imagen del Gobierno en el exterior luego del indulto. En los casos de las carteras del Interior y Defensa, se opta nuevamente por oficiales en retiro y se deja de lado a los civiles, lo que puede significar un retroceso.

Se trata de un gabinete que no despeja la incertidumbre y deja más preguntas que respuestas. Además, a pesar del título con el que ha sido bautizado, en la práctica está muy lejos de ser un gabinete de reconciliación, pues los sectores en pugna no están representados y más de un partido ya había adelantado que no iba a participar. Peor aún, la designación de los ministros Javier Barreda y Jorge Salinas les ha ganado la irritación del Apra. Es un gabinete con pocos grados de libertad y, dado que forma parte de un gobierno débil, cualquier error que cometa será magnificado. Deberán trabajar con pies de plomo.