Redacción Gestión

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COP20. Si lo vemos como un punto de partida, el documento que firmaron los delegados de 196 países participantes salvó al evento del fracaso y podrá servir como base para las medidas contra el calentamiento global, que a fines del año entrante se negociarán en París. Si los escépticos (y los realistas) no han quedado convencidos, es porque estas cumbres ya han tenido infinidad de puntos de partida y, hasta ahora, ninguno de llegada.

La cita tuvo que ser extendida un día y su noche pues cuando alcanzó el plazo original no se tenía nada concreto. Pero lo acordado la madrugada del domingo es interesante: el 2015, todos los países firmantes presentarán ante la ONU sus compromisos cuantificables para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, algo inédito pues hasta ahora solo los países desarrollados, responsables del 80% de las emisiones, estaban obligados a aplicar políticas para luchar contra el cambio climático –aunque no siempre lo hacen–.

Lo no tan positivo es que se tenía pensado tener un borrador del acuerdo que será suscrito en la capital francesa. Eso no se consiguió, de modo que la presión sobre los encargados de negociar dicho texto será enorme –se han programado reuniones previas en el 2015, para no llegar a París con las manos vacías–. Es que hacer que casi dos centenas de países se pusieran de acuerdo era casi utópico, sobre todo cuando en la mesa estaban los que más contaminan y los más contaminados.

Y si en el local del evento los ánimos no fueron los mejores, fuera de él, el 61% de peruanos ignoraba lo que sucedía, según la última encuesta de Datum. Si no hubiese sido por el desatino de Greenpeace, ese porcentaje habría sido mayor. Aquí la responsabilidad recae en el Gobierno por no haberlo difundido apropiadamente, sobre todo entre los jóvenes –los videos en YouTube no funcionan–, pero también en la prensa nacional, entretenida con el escándalo de la temporada, y en los líderes políticos, quienes a pesar de pregonar su preocupación por el futuro del país, dejaron pasar esta oportunidad para darle algo de sustancia a sus clamores.

Ya es tiempo que dejemos de pensar que la preocupación por el cambio climático es un asunto exclusivo de ecologistas y de inconformes melenudos y desgreñados.

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