Redacción Gestión

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SOSPECHOSO. El domingo por la noche se dio a conocer que de todos los ingresos que pasaron por la tesorería del Partido Nacionalista Peruano con destino a la última campaña política del actual presidente de la Nación, aproximadamente 11 millones habrían sido entregados en efectivo, una cifra bastante alarmante para ser manejada en cash.

Muchos de esos fondos, además, proceden de los mismos miembros de la asociación política, que luego ocuparían un lugar en la plancha congresal y/o que eventualmente terminarían en el Gabinete Ministerial.

Así, la congresista Cenaida Uribe, por ejemplo, aportó S/. 108,000 y el parlamentario José Urquizo, exministro de Defensa, colaboró con S/. 70,000. Por su parte, los ministros de Justicia y de Trabajo, Fredy Otárola y Daniel Maurate, aportaron S/. 55,000 y S/. 28,000, respectivamente. Todo en efectivo.

Como ya han notado los órganos electorales, acá hay un problema. Tanto dinero manejado en efectivo resulta, por decir lo menos, sospechoso y deja abiertas las puertas para la imaginación. Cuando menos, se puede decir que es un sistema que facilita la criminalidad.

Por ello, la ONPE junto con el JNE y el Reniec han presentado un proyecto de ley, actualmente atorado en el Congreso, que plantea canalizar los aportes a partidos políticos mayores a una UIT (S/. 3,850 ) por el sistema financiero.

De esta forma, se incrementaría la transparencia y procedencia de dichos fondos. La decisión de los propios partidos políticos de aprobar o rechazar esta propuesta y, específicamente, de qué partidos decidan aceptarla y cuáles rechazarla será sumamente elocuente de su funcionamiento interno.

Pero esta es solo una de las tantas reformas partidarias que necesita el país. Mientras los partidos no funcionen como instituciones ordenadas y democráticas en su interior, no existirá la meritocracia dentro de ellos y los puestos de poder se seguirán subastando al mejor postor o contribuyente.

Además, se debe fortalecer la relación entre candidatos-electorado mediante distritos nominales más pequeños, a fin de que el segundo pueda fiscalizar a los primeros con mayor efectividad. De esta forma, finalmente, los partidos harán mayores esfuerzos para filtrar a sus propios candidatos y promover la militancia.