Redacción Gestión

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RESULTADO DE ENERO. Las cifras oficiales del PBI de enero y algunas proyecciones para febrero muestran que, durante el primer bimestre de este año, la economía peruana estuvo más enfriada de lo que se esperaba.Este inicio nada auspicioso tiene una explicación recurrente: la contracción del gasto de los gobiernos regionales y locales, que se sumó a la estacionalidad que este rubro presenta –parece que el verano no es propicio para que estas instancias del Ejecutivo ejecuten sus presupuestos–.

En otras palabras, no estamos hablando de algún evento impredecible, sino de una tendencia que cada cuatro años se exacerba: la falta de experiencia de las nuevas autoridades –que asumieron sus cargos en enero– les genera dificultades para definir sus gastos. Pero si ya se sabía que esto iba a pasar (lo advertimos en esta columna, varias veces), ¿por qué el MEF o la PCM no fueron más previsores?

Seguramente se distribuyó material informativo, pero dudamos que muchos hayan leído con detenimiento esas pautas. Lo idóneo hubiese sido organizar seminarios presenciales una vez conocidos los resultados de las elecciones, a fines del año pasado. Este descuido le está pasando factura al ministro Alonso Segura, pues ya se oyen clamores para que sea reemplazado. Ojalá el presidente Ollanta Humala los desoiga, pues un cambio al frente del MEF terminaría por congelar las expectativas de los agentes económicos.

También preocupa que la industria haya caído en enero por noveno mes consecutivo y que tras siete años consecutivos al alza, el empleo haya disminuido en Lima, en el último trimestre móvil.

El resultado de enero hubiese sido peor si no fuera por la minería (e hidrocarburos), que registró su expansión más alta de los últimos diez meses (5.6%), paradójicamente el mismo periodo en que el PBI no ha logrado crecer por encima de 2.7%. El sector que hasta hace poco recibía un trato poco amistoso del Gobierno, revivió su papel de antaño: ser el proveedor de los números salvadores.

Por lo visto, los paquetes de estímulo todavía no surten efecto en la confianza de los inversionistas. Y el alza del tipo de cambio estaría modificando su conducta de corto plazo, ya que encuentran más atractivo comprar y acumular dólares que destinarlos a proyectos de largo plazo en el país. Si se mantiene ceteris paribus la acción del Gobierno, corremos el riesgo de crecer igual o menos que el 2014.

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