La semana pasada, los analistas de Fitch, JP Morgan y el Banco Itaú redujeron los estimados de PBI para el 2018 en "por debajo de 4%", 4.2% y 4% (Foto: Andina).
La semana pasada, los analistas de Fitch, JP Morgan y el Banco Itaú redujeron los estimados de PBI para el 2018 en "por debajo de 4%", 4.2% y 4% (Foto: Andina).

Resultado 2017. El PBI nacional creció 2.5% el año pasado, afectado por el “efecto Odebrecht”, El Niño costero y una política económica errática. Aunque el discurso oficial habla de “reactivación”, si tenemos en cuenta que el 2016 el PBI se expandió 4% (y 3.3% el 2015), lo correcto sería afirmar que la economía peruana se desaceleró. Como ocurre muy a menudo, la minería evitó un peor resultado: creció 4.2%, gracias a la mayor extracción de cobre, principalmente, pues la de oro y plata se contrajo.

Si bien todos los sectores –con excepción de la manufactura– registraron resultados positivos, la mayoría terminó el año con variaciones bastante modestas, en especial los no primarios como comercio (1.03%) y finanzas y seguros (1.24%).

El único que realmente comenzó a reactivarse fue construcción, a partir de junio, pero dado que venía de meses muy malos, terminó el año con un crecimiento de apenas 2.2%. La pesca, que durante el primer semestre fue el impulsor del PBI, considerando su impacto sobre la industria primaria y las exportaciones tradicionales, cerró el 2017 con un alza de 4.67%.

No fue más debido a que a partir de julio revirtió su tendencia positiva porque la anchoveta no había crecido lo suficiente, de modo que se suspendió su segunda temporada de pesca. O sea que a seis meses muy buenos les siguieron seis muy malos.

La actividad que todavía no experimenta meses buenos –ni siquiera regulares– es la manufactura (cayó 0.27%), particularmente la no primaria, que con el retroceso registrado el 2017 (0.93%), apuntó su cuarto año consecutivo a la baja. Ese proceso recesivo es el principal motivo por el que la población no percibe mejoras en sus ingresos ni posee perspectivas optimistas sobre su economía o la del país.

Es que este subsector es un significativo generador de empleo adecuado. Si la industria no primaria no está bien, sus efectos se sienten directamente en los bolsillos de los peruanos.¿Habrá mejora?

Se esperaba que la recuperación de la construcción “jalaría” a las actividades que le brindan insumos y servicios, pero ese efecto está tardando demasiado en hacerse realidad. Por ejemplo, la fabricación de partes y piezas de carpintería para edificios y construcciones se redujo 49.9% el 2017, mientras que la producción de ladrillos lo hizo en 5.75%.

Por lo visto, el Gobierno está básicamente esperando a que la situación mejore en algún momento. Quizá por ello no se preocupó en agilizar la reconstrucción; encima, ahora está “evaluando” elevar la remuneración mínima vital. Así no se resolverá la crisis que atraviesa la industria.