Redacción Gestión

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ELECCIONES INTERNAS. En el Perú, se mantiene la ilusión de que los problemas se resuelven al dictar nuevas leyes, y si la realidad golpea y los problemas no se han resuelto entonces es culpa de la ley y se debe modificar. Ejemplos sobran, pero hoy hablaremos de uno que tiene especial importancia en esta época y es la Ley de Partidos Políticos.

La mala imagen que se creó de los partidos políticos durante la década de los 90 afectó la institucionalidad política, fue el punto de partida para el nacimiento de muchos grupos interesados únicamente en llegar al poder y que en la práctica no representaban a nadie.

Tratando de corregir este problema se dictó la Ley de Partidos Políticos, una ley que dista de ser la más conveniente para estos tiempos y que requiere de correcciones, pero que busca darle un orden a dichas entidades, estableciéndoles ciertas reglas que deben cumplir, por ejemplo, la elección interna de quienes quieran ser candidatos a cargos de elección popular.

La idea tras esta norma es que un partido político debe aplicar la democracia al interior de su organización. La competencia interna es la vía para ejercitar dicha democracia.

Como teoría, perfecta. Sin embargo, lograr la fortaleza de los partidos políticos y el ejercicio de su democracia interna depende mucho más de sus integrantes que de una norma dictada en el Congreso. Acostumbrados, como estamos, a partidos caudillistas o a agrupaciones creadas alrededor de una sola persona (el líder) era fácil imaginar que las elecciones que establece la Ley de Partidos sería únicamente un saludo a la bandera, porque en eso se convierten las elecciones donde existe un solo candidato.

Es lamentable que las tres personas que, según las encuestas, lideran la preferencia de votos en la población no hayan fomentado la competencia interna. Aun cuando supieran que ganarían, hubiese sido una señal de que su agrupación tiene una esperanza de vida sin su presencia, una muestra de su apuesta real por el futuro político del país, un voto de confianza para sus militantes y una muestra de espíritu de cambio que podría hacerles ganar nuevos adeptos en una sociedad que desconfía de sus políticos.

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