PREVENCIÓN. El Perú está sujeto a los avatares de la naturaleza, lo cual genera que todos los años diversas zonas se vean afectadas, ya sea por sismos de mayor o menor intensidad, lluvias abundantes que generan huaicos o desbordes de ríos, y fríos extremos que producen heladas. Si bien no se puede evitar que sucedan, sí se puede mitigar el impacto de los desastres naturales para que no causen siempre el mismo nivel de daños.

El terremoto de México ha encendido nuevamente las alertas en el país, pero la preocupación durará apenas unas semanas, pues la cultura de prevención no existe en el Perú. El mes pasado se cumplieron 10 años del devastador terremoto de Pisco y, sin embargo, son pocas las localidades que se han preparado en este tiempo para hacerle frente a un desastre. En las escuelas no se enseña prevención y pocos peruanos han interiorizado las medidas básicas que se deben tomar frente a cualquier desastre.

Hace 10 años se habló, tal como hoy, de los problemas de la autoconstrucción, pero aún el 70% de las viviendas se edifica sin seguir las normas técnicas de diseño sismo resistente. Tampoco se ha hecho mucho por definir las zonas más vulnerables, ya sea por problemas de suelo o cimentación de las casas. El nivel de informalidad en la construcción hace que el 60% de las casas en Lima no puedan acceder a la protección de un seguro antisísmico, así quisiera.

Ya existen programas del Estado para otorgar subsidios a quienes viven en un lote formalizado a fin de que puedan contratar a una empresa constructora pequeña y construir siguiendo las normas técnicas. Además, hay un programa de reforzamiento estructural para fortalecer las viviendas que se construyeron sin cumplir las normas. Pero ninguno de estos mecanismos es muy utilizado.

Otro camino para la prevención es el sistema de alerta que permitiría conocer con algunos segundos de antelación la llegada de un sismo, pero debe dimensionarse correctamente su utilidad, pues de ninguna manera debe asumirse como una panacea para las ciudades costeras.

Para revertir la situación actual se puede tomar como punto de partida el próximo 13 de octubre, siempre que el simulacro nacional sea serio, es decir, que las carpas no están armadas, ni las ambulancias o bomberos estén esperando peinaditos en la Plaza de Armas. Es necesario un ejercicio real que mida el nivel de reacción y el tiempo de respuesta de los rescatistas.Alternativas para enfrentar un desastre, incluido un sismo, hay varios, corresponde asumir la prevención como política de Estado y no solo como la noticia de la semana.