(Fuente: @elbuho_pe)
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Por: Alberto Delgado Venegas
Socio de Miranda & Amado

En el contexto actual en el que se ha reactivado el conflicto social por el proyecto Tía María, hemos escuchado con preocupación a más de un alto funcionario del gobierno referirse al diálogo como si fuese, en sí mismo, una fuente mágica de soluciones. Así, en el recipiente del diálogo puede verterse cualquier tipo de reclamo y toda línea de argumentación merecerá ser escuchada. Esa aproximación al problema tiene ciertas falencias.

Simplificando para este espacio y visto desde fuera, estamos ante dos posiciones bastante alejadas o, si se quiere, polarizadas. Una que pretende ejecutar el proyecto. La otra que no quiere que haya una mina. Aparentemente no hay lugar a que convivan, pues se niegan entre sí. El Estado está en medio, con la importante responsabilidad de evaluar si los beneficios del proyecto superan los costos del mismo, lo que resultaría en mayor bienestar para la sociedad en su conjunto. Las decisiones del gobierno indicarían que ya hizo esa evaluación; y que la conclusión fue que el proyecto debe ir adelante. ¿A cualquier costo? Por supuesto que no. Pero el objetivo del gobierno, aquel al que apuntan sus propios actos, es que el proyecto se haga realidad.

Y si de acercar posiciones se trata, más que de diálogo cabe quizás adelantarnos y hablar de una negociación. En toda negociación es fundamental buscar: (i) conocer a la contraparte; (ii) entender sus intereses, objetivos y la estrategia que pretendería desplegar para alcanzarlos; y, (iii) identificar aquello que estaría dispuesta a aceptar como alternativa a su posición máxima (cediendo). Pero en el conflicto social que nos ocupa resulta indispensable entender que, si bien hay personas con preocupaciones válidas que se deben tener en cuenta y ser razonablemente atendidas, también están las que representan los intereses del bloqueo por el bloqueo mismo. Aquellos que no estarán dispuestos a ceder absolutamente nada que tenga el efecto de viabilizar el desarrollo de la mina, no importa el costo o perjuicio para el país. En esa línea, no todos los reclamos tienen sentido, pues no todos provienen de una legítima preocupación. No todos son honestos y bien intencionados. No todos están dispuestos a entender las explicaciones.

El gobierno también debe tener claridad sobre cuáles son sus intereses (los del país, los de todos los peruanos), cuál es su objetivo final, en qué plazo pretende alcanzarlo y qué estrategia desplegará para ello. Debe tener muy presente que, por más que le competa presentar propuestas que busquen acercar la brecha entre las partes en conflicto, hay ciertos aspectos fundamentales en los que no debe estar dispuesto a ceder, pues negaría su razón de ser. No se puede admitir, con el pretexto del diálogo, reclamos que cuestionan la propia existencia del estado de Derecho o que dejan la seguridad jurídica fuera de la mesa. Tampoco debe permitirse que el diálogo se convierta en una forma de bloqueo.

Quisiéramos que los intereses anti mineros fueran producto de la fantasía o de la paranoia. Pero no es así. En el mundo hiper comunicado en el que vivimos, ese discurso fluye sin barrera alguna. Así, basta una búsqueda en Internet para encontrar manuales de cómo detener un proyecto minero, preparados por organismos no gubernamentales del extranjero, cuyos socios en el Perú ejecutan las tácticas allí descritas con la precisión de un alumno aplicado. Estas incluyen: (a) utiliza a la prensa; (b) utiliza el sistema legal y político para obstruir el proceso del proyecto; (c) cuestiona el estudio de impacto ambiental; (d) adquiere tierra que sea crítica para el proyecto; (e) evita la licencia social; y, por supuesto, (f) organízate globalmente. Estemos avisados de que este movimiento está presente en Tía María y ya se están manifestando algunos elementos característicos de su estrategia.

Participar del diálogo del bloqueo es un error que no conducirá a nada. Esperemos que el gobierno no caiga en esa trampa. Es importante identificar con quién se dialoga y qué argumentos se pueden traer a la mesa. No todo vale.

*Las opiniones incluidas en este artículo son a título personal.
*Un ejemplo que ya tiene años: https://www.culturalsurvival.org/sites/default/files/guide_for_communities_0.pdf

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