El Perú y sus pobladores somos inminentes y proclives a las vacunas en el entendimiento de los enormes beneficios que estas han significado para la humanidad entera. Foto : Britanie Arroyo  /@photo.gec
El Perú y sus pobladores somos inminentes y proclives a las vacunas en el entendimiento de los enormes beneficios que estas han significado para la humanidad entera. Foto : Britanie Arroyo /@photo.gec

Abel Salinas Rivas

Exministro de Salud

Sin dudas el accionar de los estrategas del Ministerio de Salud llevando a cabo las correcciones necesarias, han permitido revertir los escasos resultados obtenidos al 27 de julio pasado, cuando la cobertura de vacunación COVID-19 sólo alcanzaba al 16% de la población objetivo para bordear a la fecha el 60% de dicha población. La entrega y dedicación de nuestro personal de salud merece un reconocimiento especial no sólo moral sino de sus legítimos reclamos laborales. No obstante, el objetivo final aún está distante; alcanzar al menos el 80% de la misma para beneficiarnos de la inmunidad colectiva o de “rebaño” requerirá mayores esfuerzos que permitan la masificación de la aplicación de las ansiadas vacunas, en horarios y puntos de vacunación extendidos que faciliten el acceso a las mismas, así como mensajes comunicacionales claros, orientados y diferenciados por grupo de edades, actividad laboral y ubicación territorial entre otras variables.

El Perú y sus pobladores somos inminentes y proclives a las vacunas en el entendimiento de los enormes beneficios que estas han significado para la humanidad entera. Conseguir erradicar, eliminar o controlar enfermedades como viruela, poliomielitis, rubeola congénita, sarampión, meningitis, difteria, entre otras, está en la conciencia mayoritaria de los peruanos. Similar conciencia existe en la vacunación contra COVID-19

Sin embargo, aun cuando en principio las medidas restrictivas a la población no vacunada, anunciadas para el próximo mes de diciembre buscarían incentivar las vacunaciones faltantes, estas podrían resultar inaplicables y peor aún contraproducentes. La utilización de recursos técnicos, humanos, económicos para el cumplimiento de estas disposiciones así como supervisión, control y sanción al incumplimiento de las mismas en un país mayoritariamente informal (cercanos al 80%) las hace en la práctica inviables. Un país sumido en la peor crisis sanitaria, social y económica de los últimos tiempos agravados por la pandemia y su pésimo manejo requiere incentivar la recuperación de puestos de trabajo. Las disposiciones propuestas para el próximo mes la desalientan.

Del mismo modo, crear la condición de “derechos recortados del ciudadano no vacunado” no contemplado en nuestra Constitución; “el derecho al libre tránsito vs la salud pública” únicamente abrirá espacio de discusión entre la población y en medios de comunicación alentando a los minúsculos grupos antivacunas existentes en nuestro país, hecho que nos diferencia con otros países del continente. El resultado será desalentar la vacunación.

En ese sentido, es urgente la rectificación de nuestra Autoridad Sanitaria y por el contrario, impulsar las acciones pendientes y recomendadas para alcanzar la cobertura vacunal deseada, la atención urgente de lo “desatendido” por la pandemia (eliminación de la anemia infantil así como cobertura de inmunizaciones del calendario nacional con vacunas de máxima protección ante el impostergable retorno a las actividades escolares presenciales, enfermedades crónicas, cáncer, cirugías postergadas, etc.) fortaleciendo decididamente el primer nivel de atención. Es lo que esperamos millones de peruanos, niños y adultos.