Más de la mitad de la población mundial está confinada debido a la pandemia del nuevo coronavirus. Pero la vida sigue relativamente normal en Taiwán, Corea del Sur o Hong Kong, tres de los primeros territorios afectados, donde se aplicaron muy pronto drásticas medidas para contener la crisis.
Taiwán podría haberse enfrentado a lo peor, cuando surgió la epidemia en su vecina China, su primer socio comercial.
Pero tres meses más tarde, el balance de la isla es de 376 casos de contagio confirmados y cinco muertes. Sus restaurantes, bares, escuelas, comercios y oficinas están abiertos.
Este Estado, cuyo vicepresidente es epidemiólogo, tomó medidas decisivas al inicio de la crisis para evitar que su población tuviera que someterse a otras restricciones más duras después.
"Países como Taiwán han sido ejemplares", explicó a Fox News esta semana el fundador de Microsoft Bill Gates, quien donó miles de millones de dólares para ayudar a encontrar una vacuna. "Así, no tendrán ni la carga sanitaria ni las repercusiones económicas que sufrirán otros países".
Experiencia
Si Taiwán actuó de esta forma es porque ya se vio golpeado en el 2003 por otro coronavirus, el del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), que después de China y Hong Kong, dejó en la isla el peor balance: 84 muertos.
El 20 de enero, incluso antes de que Pekín impusiera el confinamiento en Wuhan, origen de la epidemia, las autoridades taiwanesas crearon un centro de emergencia dedicado a la crisis.
Empezaron a controlar las llegadas, multiplicaron los test de detección y examinaron a las personas que habían estado en contacto con enfermos.
Muy pronto, la isla tomó la drástica decisión de prohibir la entrada de los visitantes de China. En aquel momento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) todavía desaconsejaba estas medidas.
En un reciente artículo, el Journal of the American Medical Association (Jama) enumeraba las 124 primeras medidas que se aplicaron en este país cuando el resto del mundo todavía no veía el riesgo epidémico.
“Sin evidencias, prudencia”
Jason Wang, profesor de la Universidad de Stanford y coautor de este estudio, está convencido que de esta manera Taiwán ganó tiempo para acelerar la producción de máscaras y test.
"Dos semanas, es muchísimo cuando el virus se está propagando de forma exponencial", explica. "Antes de que no haya evidencias definitivas, es mejor mantener la mayor prudencia posible frente a un virus desconocido", prosigue. "Todos hemos aprendido una dura lección".
Corea del Sur, otro país ejemplar, ha logrado "aplanar" la curva de nuevos casos.
En este país, la propagación de la Covid-19 estalló a finales de febrero en la ciudad de Daegu, dentro de una organización considerada por algunos como una secta. En el momento álgido de la crisis, se registraron 909 nuevos contagios en un solo día. Actualmente, hay más de 10,000 casos de infecciones y 192 fallecieron.
Pero el número de casos adicionales en 24 horas en Daegu acaba de situarse por debajo de los 10. Y en todo el país, la vida sigue su curso de una forma más o menos normal. Se aplican totalmente las consignas de distancia social, sin necesidad de ser impuestas por el gobierno.
Los expertos han destacado la estrategia surcoreana de detección masiva (más de 485,000 tests), así como el seguimiento de contactos de los enfermos y la cuarentena impuesta a todos los pacientes.
Segunda ola de casos
Pocas semanas después de lanzar una licitación pública, Corea del Sur se hizo con un test de detección eficaz, que actualmente se está exportando mucho.
Hong Kong y Singapur lograron también en un primer momento contener la propagación del nuevo coronavirus, pero ahora se ven enfrentados a una segunda ola de casos importados de Europa y Estados Unidos.
Estas dos megalópolis aplicaron rápidamente controles a la población que llegaba de China e hicieron un seguimiento exhaustivo a las personas que estaban en contacto con enfermos.
Ambas ciudades evitaron el confinamiento generalizado que se ha impuesto en muchos países.
Pero el aumento de casos en estas últimas semanas, obligó a Hong Kong (935 casos y cuatro decesos) y Singapur (1,375 casos y seis decesos) a aplicar medidas más drásticas.
Singapur acaba de anunciar el cierre de sus escuelas y lugares de trabajo, y puso a casi 20,000 trabajadores migrantes en cuarentena.
En Hong Kong, las escuelas están cerradas desde principios de enero y la mayoría de funcionarios trabajan desde casa, pero los habitantes no están obligados a permanecer en casa. El gobierno acaba de ordenar el cierre de bares y karaokes y ha prohibido las reuniones en público de más de cuatro personas.
Bernard Chan, uno de los principales consejeros de la jefa del ejecutivo Carrie Lam, advirtió recientemente que las medidas podrían ser todavía más duras. “Podríamos pedir que cierren todas las empresas no esenciales, para que la mayoría de gente se quede en su casa”, dijo a RTHK news.