Un misil cayó este viernes en la estación de tren de Kramatorsk, en la región oriental de Donetsk, en el este de Ucrania, que estaba atestada de gente y que era un punto de evacuación para los civiles, matando a unas 50 personas entre ellas unos cinco niños.
Muchas más personas resultaron heridas y perdieron extremidades en un ataque con cohetes contra la estación de trenes repleta de civiles que huían de la amenaza de una gran ofensiva rusa en el este de Ucrania.
Mientras las autoridades regionales se apresuraban a sacar a los civiles del peligro, un grupo de líderes de la Unión Europea (UE) visitó Kiev para ofrecer al presidente Volodímir Zelenski su apoyo y asegurarle que habrá una vía de adhesión para Ucrania.
Zelenski calificó el ataque a la estación de Kramatorsk, en la región oriental de Donetsk, como una acción deliberada contra la población civil.
El gobernador de la región, Pavlo Kyrylenko, dijo que el número de muertos se elevó a 50, frente a los 39 que se habían informado anteriormente, ya que algunas de las varias docenas de heridos habían fallecido tras ser trasladados al hospital o a centros médicos.
Según indicó, la estación fue alcanzada por un misil balístico de corto alcance Tochka U que contenía municiones de racimo, las cuales explotan en el aire, rociando pequeñas bombas letales sobre un área más amplia.
“Querían sembrar el pánico y el miedo, querían llevarse al mayor número posible de civiles”, señaló.
Reuters no pudo verificar lo ocurrido en Kramatorsk.
El uso de municiones de racimo está prohibido por una convención del 2008. Rusia no ha firmado la convención, pero ha negado previamente el uso de este tipo de municiones en Ucrania.
El Ministerio de Defensa ruso fue citado por la agencia de noticias RIA diciendo que los misiles que se dice que impactaron en la estación eran usados solo por los militares de Ucrania y que las fuerzas armadas de Rusia no tenían objetivos asignados en Kramatorsk el viernes.
Zelenski aseguró que no había tropas ucranianas en la estación. “Las fuerzas rusas dispararon contra una estación de tren ordinaria, contra gente ordinaria, no había soldados allí”, dijo al Parlamento de Finlandia en un discurso por video.
El alcalde de Kramatorsk, Oleksander Honcharenko, calculó que había unas 4,000 personas en la estación en el momento del ataque.
“Algunas personas han perdido una pierna, otras un brazo. Ahora están recibiendo asistencia médica. Los hospitales están llevando a cabo unas 40 operaciones simultáneas”, dijo el alcalde en una publicación en internet.
Condena
La Casa Blanca condenó las “horribles y devastadoras imágenes” del ataque a la estación.
El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, de visita en Kiev junto a la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, también condenó el ataque. “Se trata de un nuevo intento de cerrar las vías de escape a quienes huyen de esta guerra y esta causa injustificadas”, tuiteó.
Las autoridades ucranianas dicen que Rusia está reagrupando fuerzas tras retirarse de la periferia de la capital, Kiev, con el fin de poner en marcha una nueva ofensiva para intentar obtener el control total de las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, parcialmente en poder de los separatistas respaldados por Moscú desde el 2014.
En los últimos días, los funcionarios regionales han instado a los civiles a huir de las zonas orientales antes de la esperada embestida.
El gobierno de Vladimir Putin niega haber atacado a civiles desde que invadió Ucrania el 24 de febrero, en lo que denomina una “operación militar especial” para desmilitarizar y “desnazificar” a su vecino. Ucrania y sus aliados occidentales lo califican de pretexto para una invasión no provocada.
Hasta ahora, las fuerzas rusas no han logrado tomar ninguna ciudad importante, enfrentadas a una resistencia ucraniana inesperadamente fuerte y acosadas por lo que, según los funcionarios de inteligencia occidentales, han sido problemas logísticos, de suministro y de moral.
El Kremlin, sin embargo, dijo el viernes que su “operación especial” podría acabar en un “futuro previsible”, ya que sus objetivos se están logrando gracias a la labor tanto de sus militares como de sus negociadores de paz.
La invasión rusa ha desplazado a una cuarta parte de la población, ha matado o herido a miles de personas, ha arrasado ciudades y ha llevado a Occidente y otros países a imponer sanciones y aislar diplomáticamente a Moscú.
Recuperarse de la ocupación
Kiev ha pedido a sus aliados el suministro de más armas pesadas necesarias para responder y el jueves consiguió un nuevo compromiso de la alianza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para suministrar una amplia gama de armamento.
El Estado Mayor ucraniano dijo que las fuerzas rusas están centradas en la captura del asediado puerto suroriental de Mariúpol, en los combates próximos a la ciudad oriental de Izyum y en los avances de las fuerzas ucranianas cerca de Donetsk.
Los habitantes de las zonas del norte de Kiev reconquistadas a las fuerzas rusas seguían asimilando el horror de una ocupación de un mes.
En Yahidne, un pueblo al norte de la capital, los residentes contaron cómo más de 300 personas fueron confinadas durante semanas por los ocupantes rusos en el sótano de una escuela. Los nombres de los que no sobrevivieron a las duras condiciones o fueron asesinados por los soldados estaban garabateados en la pared.
Reuters no pudo verificar de forma independiente los relatos de los residentes. Los reporteros vieron una tumba recién cavada en un campo junto al pueblo y dos cuerpos envueltos en sábanas de plástico blancas.
Después de que las muertes de civiles en la ciudad de Bucha fueran ampliamente condenadas por Occidente como crímenes de guerra, Zelenski informó que la situación en Borodyanka -otra ciudad al noroeste de Kiev- es “significativamente más espantosa”, sin ofrecer detalles ni pruebas.
La fiscal general de Ucrania, Iryna Venediktova, dijo que en la región de Kiev, que incluye a Borodyanka y Bucha, las autoridades habían encontrado 650 cadáveres, de los cuales 40 eran niños.
Zelenski instó a Bruselas a hacer más para castigar al régimen de Putin, incluida la prohibición del petróleo y gas ruso. Borrell dijo que esto se discutirá el lunes en Bruselas, pero calificó las sanciones sobre el petróleo como “un gran elefante en la habitación”, dada la preocupación por su impacto en la economía europea y sus consumidores.