Rusia enfrenta una nueva ronda de condenas internacionales, al conocerse pruebas de lo que parecían asesinatos deliberados de civiles en Ucrania. Algunos líderes occidentales pidieron más sanciones en respuesta a las supuestas atrocidades, mientras Moscú continuaba su ofensiva en el este del país.
La ministra alemana de Defensa sugirió que la Unión Europea (UE) hablara de un veto a las importaciones rusas de gas, aunque funcionarios de mayor rango indicaron que no era posible aplicar un boicot inmediato. La discrepancia apuntaba a que los líderes occidentales podrían tener problemas para endurecer en el corto plazo las ya firmes sanciones sobre Rusia.
Las autoridades ucranianas dicen haber encontrado los cuerpos de 410 civiles en localidades en torno a la capital, Kiev, que estuvieron tomadas por fuerzas rusas.
En Bucha, al noroeste de la capital, periodistas de Associated Press vieron 21 cuerpos. Un grupo de nueve, todos vestidos de civil, estaban esparcidos alrededor de un lugar que las tropas rusas utilizaron de base, según indicaron los residentes. Parecían haber sido ejecutados a quemarropa. Al menos dos de ellos tenían las manos atadas a la espalda, uno de ellos recibió un disparo en la cabeza, y otro tenía las piernas atadas.
Las imágenes de cuerpos maltratados tirados en las calles o en tumbas improvisadas desencadenaron una indignación que podría marcar un punto de inflexión tras casi seis semanas de guerra.
Pero hasta ahora, las sanciones no han logrado detener la energía y los crecientes precios de la energía, junto con lo estrictos controles sobre el mercado ruso de divisas, han mermado su impacto, ya que el rublo se ha recuperado con firmeza tras un desplome inicial.
Líderes occidentales y ucranianos han acusado a Rusia de crímenes de guerra antes, y la fiscalía de la Corte Penal Internacional ha abierto una pesquisa para investigar el conflicto. Pero los últimos reportes aumentaron el nivel de condena. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, y algunos líderes occidentales llegaron a acusar a Rusia de genocidio.
“Rechazamos con contundencia las acusaciones”, afirmó el lunes el vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, que afirmó que los reportes ucranianos no eran confiables.
El Ministerio ruso de Defensa afirmó que las imágenes y videos de los cadáveres “han sido escenificados por el régimen de Kiev para los medios occidentales”. El ministerio añadió que “ni un solo civil” en Bucha sufrió ninguna violencia.
Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, pidió en un video mostrado en la gala de los premios Grammy en Las Vegas que músicos y otros artistas “llenen el silencio con su música”.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó que “hay pruebas claras de crímenes de guerra” en Bucha.
“Lo que acaba de ocurrir en Bucha requiere una nueva ronda de sanciones y medidas muy claras”, dijo Macron a la emisora France-Inter. “En particular sobre el carbón y el petróleo, tenemos que actuar”.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, tuiteó antes que la UE asiste a los ucranianos y a grupos de derechos para reunir pruebas que puedan emplearse ante cortes internacionales y “hay más sanciones y apoyo de la UE en camino”.
También el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, pidió que los responsables de los asesinatos en Bucha rindieran cuentas y dijo que debían “hacer frente a esos supuestos casos de lesa humanidad, de crímenes de guerra o, por qué no decirlo, también de genocidio”.
El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, describió a Rusia como un país “fascista totalitario” y dijo que “las sangrientas masacres perpetradas por soldados rusos merecen que se las llame por su nombre: esto es genocidio”.
Resulta difícil demostrar el crimen de genocidio porque la fiscalía tendría que mostrar que los asesinos o sus responsables tenían una “intención específica” de destruir total o parcialmente a un grupo de personas.
Entre tanto, Estados Unidos y sus aliados han intentado tomar represalias contra Rusia por la guerra con amplias sanciones. Pero podrían ser reacios a imponer medidas que causen más daño a una economía global aún tocada por la pandemia del coronavirus. Como importante exportador de gas y petróleo, Rusia está en posición de beneficiarse de cualquier subida de unos precios ya altos de la energía.
Europa está en una posición especialmente difícil porque importa el 40% de su gas y el 25% de su petróleo de Rusia. Los gobiernos han tratado de buscar formas de reducir esa dependencia. Las estimaciones sobre el impacto de un boicot de gas en los países europeos, pero todas muestran unas pérdidas económicas considerables.
El vicecanciller de Alemania Robert Habeck, que también es ministro de Economía y responsable de energía, dijo que Europa puede ir “significativamente más allá” en las sanciones a Rusia. Pero dijo que Alemania hace bien en tomar una estrategia de largo plazo para abandonar las importaciones rusas de energía.
Alemania ha sido criticada por oponerse a un veto inmediato a las entregas rusas de energía. El país ha dicho que confía en dejar de importar carbón ruso este verano y petróleo a final de año, pero que el gas tomará más tiempo.
La ministra alemana de Defensa, Christine Lambrecht, había dicho antes a la televisora pública ARD que los reportes de atrocidades eran lo bastante graves como para que las autoridades europeas “tengan que hablar de detener los suministros de gas de Rusia”.
La invasión iniciada el 24 de febrero por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha dejado miles de muertos y obligado a más de cuatro millones de ucranianos a huir de su país. Putin ha dicho que el ataque pretende eliminar una amenaza de seguridad después de que el gobierno de Ucrania intentara entrar en la alianza militar OTAN a la que pertenecen Estados Unidos y varios países europeos.
Ucrania insiste en que nunca supuso una amenaza, pero se ha ofrecido a declararse neutral.
El responsable de la delegación ucraniana en las negociaciones con Rusia dijo que los negociadores de Moscú habían aceptado de manera informal un borrador de propuesta en sus conversaciones en Estambul, pero no se ofrecieron pruebas por escrito.
Aunque las autoridades occidentales dijeron en un principio que creían que el objetivo de Putin era tomar Kiev y quizá instalar un gobierno afín al Kremlin, las fuerzas rusas encontraron una firme resistencia en su avance hacia la capital y se han retirado de algunas zonas a las afueras de Kiev. Ahora Moscú dice que centra su ofensiva en Donbás, en el este el país, donde separatistas con apoyo ruso combaten contra tropas ucranianas desde hace años.