Colombia inicia el domingo un nuevo ciclo político con la llegada al poder de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en 200 años de historia republicana y un exguerrillero que comandará a las Fuerzas Armadas que por décadas han combatido a los grupos ilegales.
La banda presidencial que portará Petro, de 62 años, lleva consigo los desafíos de sortear la creciente violencia que ha cobrado la vida de más de 560 defensores de derechos humanos desde 2016, la inflación más alta de las últimas dos décadas y la búsqueda de consensos en un país dividido.
Varios sectores temen verse afectados por su objetivo de llevar adelante reformas en el agro, la producción energética, la policía, las pensiones y la recaudación de impuestos. Pero entre sus votantes hay esperanza: Petro les prometió una nación con menos desigualdad, que garantizará los derechos de todos sus ciudadanos -especialmente de los más vulnerables- y que dará prioridad al medio ambiente.
En la Sierra Nevada de Santa Marta, al norte del país, Petro asistió a su primera ceremonia simbólica de posesión ante los indígenas aruhacos dos días antes de la asunción oficial. Uno de los mamos -la máxima jerarquía de la comunidad- le pidió que de respuesta a las demandas de la sociedad y le entregó un bastón que representa la sabiduría.
La diversidad cultural de Colombia estará reflejada en la ceremonia de posesión y en la antesala, en la que decenas de artistas interpretarán ritmos nacionales en los parques del centro de la ciudad.
La Plaza de Bolívar estará dividida en dos: en la primera parte se ubicarán representantes de varios países, entre ellos el Rey Felipe VI de España, y en la segunda los ciudadanos, rompiendo la tradición de una ceremonia privada.
En su juventud Petro militó en la guerrilla nacionalista M-19, que abandonó las armas en 1991 luego de firmar un acuerdo paz con el Estado.
Su pasado como rebelde pesa para algunos militares que en adelante estarán bajo su mando. “No prevemos que haya perturbación, ruido de sables, ni ninguna de estas actividades armadas”, dijo a The Associated Press el coronel en retiro John Marulanda, presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Armadas.
Marulanda recalcó que aunque para los militares que combatieron el M-19 es difícil aceptar la llegada de Petro al poder, en las nuevas generaciones hay más expectativa que resistencia.
Petro encarna a una izquierda que ha sido marginada y en ocasiones estigmatizada por el peso de cinco décadas de un conflicto armado interno que dejó 50,770 personas secuestradas, 121,768 desaparecidas, 450,664 asesinadas y 7.7 millones desplazadas forzosamente, según la Comisión de la Verdad.
Aunque desde hace cinco años el país atraviesa una etapa de posconflicto tras la firma del acuerdo de paz entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) -la que fuera la guerrilla más antigua de Latinoamérica-, el pacto no puso fin a la violencia.
Petro aspira a lograr una “paz total” que implica el sometimiento a la justicia de las bandas criminales que se alimentan del narcotráfico -como el Clan del Golfo- y la reanudación de las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en el país.
El economista, que se suma a una ola de presidentes de izquierda y progresistas de la región, buscaría estrechar lazos con sus vecinos y especialmente con Venezuela, país con el que Colombia rompió relaciones en 2019.
La analista política Sandra Borda explicó a AP que el objetivo de mejorar la relación con Venezuela se enlaza con la posibilidad de que ese país facilite los diálogos con el ELN.
Tras ser elegido Petro adoptó una postura más moderada en algunos temas, señaló la analista, y buscó el diálogo con sus adversarios políticos, lo que resultó en un amplio apoyo y en una mayoría en el Congreso clave para sacar adelante una reforma tributaria que aumentaría los impuestos a las clases más altas y le daría recursos para financiar programas sociales.
Sin embargo, también ha dado un paso arriesgado al designar a Iván Velásquez como ministro de Defensa quien, enfatizó Borda, apunta a un proceso de transformación interno de las fuerzas armadas para acabar con la corrupción y promover el respeto de los derechos humanos que podría tensar la relación con el nuevo gobierno.
En el empresariado y los mercados hay gran expectativa por el contenido de la reforma tributaria y otras medidas, como la posible suspensión del otorgamiento de licencias mineras y de exploración petrolera con el objetivo de acelerar la transición energética. El sector energético aporta alrededor del 18% de los ingresos fiscales de la nación y está en el primer renglón de las exportaciones.
Ricardo Triana, director ejecutivo del Consejo de Empresas Americanas -que agrupa a más de 100 compañías estadounidenses en 17 sectores-, aseguró que en una reunión previa a su elección Petro les prometió que respetaría los contratos ya firmados y que no correrían peligro las inversiones en marcha.