Cuando Alexei Navalny fue detenido en enero del 2021, decenas de miles de rusos llenaron las calles para protestar y reclamar la liberación del destacado crítico del Kremlin, coreando lemas contra el presidente, Vladimir Putin. Miles fueron detenidos.
En los meses que han pasado desde entonces, Navalny fue condenado a dos años y medio de prisión. Su organización, sus colaboradores cercanos y otros activistas opositores fueron procesados, huyeron del país o se vieron con las manos atadas por nuevas leyes o decretos draconianos. Los medios independientes fueron bloqueados y se prohibieron plataformas de medios sociales.
Incluso una manifestante silenciosa contra la guerra que sostenía un cartel en blanco fue detenida este mes en la ciudad de Nizhny Novgorod.
La represión de Putin, sin precedentes en la Rusia postsoviética, ha dominado el país. Para cuando una corte amplió el martes la sentencia de Navalny en otros nueve años, no podía expresarse mucha oposición. El Kremlin se había encargado de ello.
Y aun así, aún hay pequeños destellos de protesta y desafío.
“Por supuesto, nueve años es una dura condena”, dijo el aliado de Navalny Ilya Yashin, que ha prometido quedarse en Rusia. “A menudo, violadores, ladrones y asesinos reciben menos en Rusia. Pero en realidad, (la sentencia) no significa nada, porque todo el mundo lo entiende: Alexei pasará tanto tiempo entre rejas como el que pase Putin en el Kremlin”.
Dirigiéndose a Putin, Yashin añadió con sarcasmo en su post en Facebook “es usted bastante optimista”.
Tras un juicio en una sala judicial improvisada en la colonia penal donde está retenido, Navalny fue condenado por fraude y desacato de órdenes judiciales, una decisión interpretada como un intento de mantener al mayor enemigo de Putin entre rejas tanto tiempo como sea posible.
“Mi vuelo espacial se está alargando más de lo previsto”, comentó con sorna el activista anticorrupción de 45 años, que en el 2020 sobrevivió a un envenenamiento con un agente nervioso que atribuye al Kremlin, en un post en Facebook publicado por su equipo.
Su juicio, que comenzó una semana antes de que las tropas rusas entraran en Ucrania el 24 de febrero, incluso provocó un pequeño acto de desafío de uno de los testigos de la acusación. Fyodor Gorozhanko, exactivista de la Fundación Anticorrupción de Navalny y que después ha abandonado Rusia, declaró que había sido coaccionado para entregar pruebas contra el líder opositor.
La fundación de Navalny y una red nacional de oficinas regionales fueron clasificadas como extremistas e ilegalizadas el año pasado y suspendieron sus operaciones. El Kremlin también persiguió a otros grupos activistas y organizaciones, así como a medios independientes y organizaciones de derechos humanos.
Docenas de ellos han recibido la restrictiva designación de “agente extranjero”, que implica desprestigio y una supervisión gubernamental adicional. Muchos se han visto obligados a cerrar ante la presión.
La represión se ha ampliado con la invasión de Ucrania y prácticamente ha silenciado la mayoría de los sitios web independientes de noticias. Facebook y Instagram fueron vetados por extremistas y bloqueados en Rusia. Twitter también, aunque los rusos que utilizan redes virtuales privadas, o VPN, pueden eludir las restricciones de acceso a medios sociales y medios de noticias vetados en Rusia.
Las autoridades lanzaron una amplia persecución de las protestas contra la guerra, pero eso no las detuvo. Más de 15,000 personas fueron detenidas por manifestarse contra la guerra, según el grupo de derechos OVD-Info, que monitorea las detenciones políticas.
El 14 de marzo, un noticiero vespertino en vivo en la televisora estatal rusa fue interrumpido por una mujer que pasó por detrás del presentador con un cartel contra la guerra escrito a mano en inglés y en ruso. OVD-Info la identificó como Marina Ovsyannikova, empleada de la televisora y que fue detenida y multada.
El parlamento aprobó una nueva ley que penaliza como “noticias falsas” el contenido que se desvía de la línea oficial o desacredita al ejército ruso y sus acciones en Ucrania.
Los medios han sido presionados por describir la campaña como “guerra” o “invasión”, en lugar de emplear el término oficial de “operación militar especial”. Los primeros procesos penales por la nueva ley comenzaron poco después de su aprobación, y han afectado entre otros a dos personas influyentes que condenaron la ofensiva en medios sociales.
El equipo de Navalny ha continuado pese a la guerra y al juicio de su líder, y anunciaron que convertirían la fundación en organización internacional.
“La corrupción mata”, decía su nuevo sitio web. “Mientras Putin bombardea ciudades ucranianas, esto nunca ha sido más evidente. Putin y su círculo lo han hecho todo para mantenerse en el poder, y robar, y robar, y robar un poco más. Ebrios de su propia impunidad, desataron una guerra”.
“Encontraremos todas sus mansiones en Mónaco y sus villas en Miami, y cuando lo hagamos, nos aseguraremos de que la elite de Putin pierde todo lo que posee”, indicó el comunicado. “Llevamos combatiendo a Putin desde el 2011. Le combatiremos hasta que ganemos”.
El equipo de Navalny también promocionó un nuevo canal de YouTube que ha lanzado, Popular Politics, que desde el 5 de marzo ha acumulado más de 920,000 sunoscriptores.
El lunes publicaron un video en YouTube alegando que Putin posee un superyate de US$ 700 millones, que está en un puerto italiano. El nuevo video sumaba 2.8 millones de visionados para el martes por la noche. El New York Times reportó este mes que el capitán del barco negaba que Putin fuera el propietario o hubiera estado nunca a bordo.
Las acusaciones contrastaban con las recientes declaraciones de Putin, que condenó de forma ominosa a los que se oponen a la guerra en Ucrania y contrastó a las élites “que tienen villas en Miami en la Riviera Francesa, esos que no pueden vivir sin foie gras, ostras” con “nuestra gente” y “Rusia”.
Mikhail Khodorkovsky, un magnate ruso del petróleo ahora exiliado y que pasó una década en prisión en Rusia, por cargos ampliamente considerados como una venganza por desafiar el mandato de Putin, habló el martes con optimismo sobre Navalny.
“Condenaron a Navalny a nueve años. Pero, ¿qué más da? Lo que importa es cuánto tiempo le queda a Putin. Y aquí creo que hay buenas noticias para Alexei”, tuiteó Khodorkovsky.