Alexéi Navalni afirmó este miércoles en Instagram que le espera una larga rehabilitación antes de volver a tener una vida normal. (Foto: Reuters).
Alexéi Navalni afirmó este miércoles en Instagram que le espera una larga rehabilitación antes de volver a tener una vida normal. (Foto: Reuters).

Principal opositor a Vladimir Putin, aguerrido luchador contra la corrupción de las élites en Rusia y carismático orador, es ahora también un superviviente a un posible envenenamiento con .

Este abogado de 44 de años salió el martes del hospital berlinés donde estaba ingresado desde hacía un mes, gran parte del tiempo en coma, tras haber sido víctima, según los médicos, de un envenenamiento con esta sustancia neurotóxica.

Navalni afirmó este miércoles en Instagram que le espera una larga rehabilitación antes de volver a tener una vida normal.

Estos días, el opositor difundió en las redes sociales imágenes suyas, donde se le ve visiblemente más delgado y demacrado, volviendo a aprender a caminar y a hablar, a veces junto a su esposa Yulia, que le “devolvió la vida” con su amor.

El político también ha ironizado sobre la reacción del , que desmiente cualquier responsabilidad en el incidente. Según el diario francés Le Monde, Vladimir Putin habría insinuado que incluso pudo intoxicarse él mismo.

“Es una buena pista, creo que se tiene que analizar más en detalle”, comentó con sarcasmo.

Navalni ya había afirmado que había sido víctima de un primer intento de envenenamiento, menos grave, en el 2019, cuando estaba en la cárcel. Las autoridades aseguraron entonces que se trataba de una “reacción alérgica”.

Según su entorno, tiene previsto volver a Rusia, donde lucha desde hace años contra el partido del Kremlin, Rusia Unida, que él llama “el partido de los ladrones y los estafadores”.

Ignorado por los medios nacionales, sin representación en el Parlamento y sin la posibilidad de presentarse como candidato a raíz de una condena por fraude fiscal que él denuncia como política, resiste a pesar de todo como la voz más potente de la oposición rusa.

Sus emisiones difundidas en YouTube --donde tiene más de cuatro millones de seguidores-- son muy populares y sus investigaciones sobre la corrupción de las élites suman decenas de millones de visionados, sobre todo entre los jóvenes.

El opositor y su Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK), creado en el 2012, no dejan de estar en el punto de mira de las autoridades.

Golpes de efecto

Para el opositor, se trata de represalias por haber organizado un movimiento de protesta en el 2019, antes de las elecciones en Moscú.

En setiembre, sus partidarios obtuvieron victorias simbólicas en las elecciones locales en Siberia, especialmente en Tomsk, la ciudad donde Navalni estaba precisamente haciendo campaña cuando fue envenenado.

Con su organización, se apoya en la población joven, punto débil del electorado de Putin y del partido en el poder.

Incansable, Navalni, un rubio alto de ojos azules, multiplica los golpes de efecto al plantar cara a los intocables. Así, demandó al fiscal general Yuri Chaika y al exjefe de Estado Dmitri Medvedev, y publica en su blog revelaciones sobre el patrimonio escondido de los allegados al poder, a los que acusa de corrupción.

Desde el 2007, el abogado ha combatido al gobierno comprando acciones en grupos semipúblicos, como la petrolera Rosneft y el gigante del gas Gazprom. Amparándose en su estatuto de accionista minoritario, exige transparencia en las cuentas.

Navalni ganó notoriedad en las elecciones legislativas de diciembre del 2011, que generaron una ola de protestas y en las que el abogado destacó por su carisma y por la virulencia de sus ataques contra el Kremlin.

En septiembre del 2013 obtuvo su primer éxito electoral en los comicios municipales de Moscú. Sorprendió al quedar segundo, con el 27.2% de los votos, justo por detrás del alcalde saliente, el exjefe de gabinete de Putin, Serguéi Sobianin, un resultado que lo confirmó como figura esencial de la oposición.

“Parte de la vida”

En su inicios en la política, Navalni también participó en manifestaciones con tintes racistas, como las de Marcha Rusa. No obstante, en los últimos años se ha alejado de estos movimientos y ha borrado progresivamente el tono nacionalista de sus discursos.

Desde el 2013, este padre de dos hijos fue condenado a penas de prisión en suspenso por dos casos de desvío de fondos que él tacha de políticos y que motivaron el rechazo de su candidatura hasta el 2028.

Pasó además por prisión en varias ocasiones por infracciones a la legislación sobre las manifestaciones.

Siempre ha rechazado sus condenas judiciales y asegura que nada puede mermar su motivación, ni siquiera las amenazas contra su seguridad y la de su familia.

“Me dedico a la política desde hace mucho tiempo, a menudo me arrestan, es parte de la vida”, relativiza. “Hago el trabajo que prefiero, la gente me apoya, tengo muchos simpatizantes. ¿Qué puede hacer más feliz a un hombre?”.