En todo el mundo las autoridades de salud repiten la misma advertencia: no se trata de saber si habrá una segunda ola de contagios y muertes de coronavirus, sino de cuándo llegará y con cuánta fuerza.
A medida que más países y estados de Estados Unidos reabren caóticamente sus economías, a pesar de que sus tasas de infección están en etapas distintas, manejar esos futuros contagios se vuelve tan importante como prevenirlos.
En India, que esta semana mitigó su cuarentena, las autoridades sanitarias se apresuraban a contener un brote en un mercado atestado en Chennai. En Italia, que empezó a mitigar las restricciones, especialistas advirtieron en el recinto del Senado que se viene una nueva ola de contagio y muertes. Exhortaron a intensificar los esfuerzos para identificar posibles nuevas víctimas, vigilar sus síntomas y rastrear sus contactos.
Alemania advirtió sobre una segunda ola e incluso una tercera y dijo que volverá a imponer las restricciones si no se contiene el contagio. La canciller Angela Merkel se reunía en las próximas horas con los 16 gobernadores para analizar la mitigación de las restricciones que han paralizado la primera economía de Europa.
“Habrá una segunda ola, sólo se trata de conocer su magnitud. ¿Será una ola grande o una ola pequeña?”, se preguntó el jefe de la unidad de virus e inmunidad del Instituto Pasteur de Francia, Olivier Schwartz.
Las discusiones sobre el aspecto que tendrá una segunda ola de coronavirus han comenzado mientras muchas regiones aún se debaten en medio de la primera ola de la pandemia.
Brasil por primera vez impuso la cuarentena en una gran ciudad y un análisis de The Associated Press reveló que en Estados Unidos, las tasas de infección fuera de la ciudad de Nueva York y alrededores estaban aumentando, sobre todo en zonas rurales. Los progresos en Nueva York estaban ocultando el aumento del contagio en otras partes.
“Que nadie se equivoque: el virus sigue circulando en nuestra comunidad, tal vez ahora más que en las semanas anteriores”, dijo la directora de salud del condado de Shawnee, Kansas, Linda Ochs.
El virus ha infectado a más de 3.6 millones de personas y matado a más de 251,000 en el mundo, de acuerdo con un recuento de la universidad Johns Hopkins que los expertos coinciden está por debajo de la realidad debido a la escasez de tests, la diversidad de criterios y el ocultamiento deliberado por parte de algunos gobiernos.
Estados Unidos ha registrado más de 71,000 muertes y Europa más de 144,000. Detrás de esas cifras enormes hay familias que sufren.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump, quien busca su reelección en noviembre, impulsa la mitigación de las órdenes de permanecer en casa y la reactivación de la economía, que ha perdido más de 30 millones de empleos en menos de dos meses.
Se prevé que Trump disolverá en las próximas semanas la comisión creada por la Casa Blanca para combatir la pandemia a pesar de que los estados reabren sin las debidas precauciones.
En Brasil, la capital del estado tropical de Maranhão prácticamente se detuvo el martes debido a la pandemia.
“Hacemos lo que podemos, pero les digo que es muy poco frente a la barbarie que viene. No podemos callar. Necesitamos toda la ayuda posible”, dijo el alcalde de Manaos en una súplica en línea.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, dijo que el verdadero centro del debate nacional sobre la reapertura es el valor de la vida humana.
“Cuanto antes reabramos, menor será el costo económico, pero mayor será el costo humano porque se perderán más vidas”, dijo. “Ésa, amigos míos, es la verdadera decisión que debemos tomar”.
Trump reconoció el costo humano, pero sostuvo que mantener cerrada la economía tiene costos como la drogadicción y los suicidios.
“No digo que nada sea perfecto y sí, ¿habrá gente afectada? Sí. ¿Habrá gente afectada gravemente? Sí, pero tenemos que abrir el país y tenemos que abrirlo rápidamente”, dijo durante una visita a Arizona en la que no usó cubrebocas.