Gran parte de la atención de los mercados la semana pasada estuvo centrada en otra ronda de récords: desde el Promedio Industrial Dow Jones y el S&P 500, que cerraron el viernes en nuevos máximos, hasta el viaje desenfrenado del Bitcoin antes del lanzamiento formal de las operaciones de futuros.
El foco también estuvo en la menor volatilidad implícita de las acciones, con la caída del índice VIX por debajo de 10 y el aplanamiento de la curva de rendimiento de los títulos del Tesoro de Estados Unidos a medida que los rendimientos de las letras a dos años continuaban subiendo.
Con todo esto, no es de sorprender que varios puntos importantes de datos relacionados con los fundamentos económicos y de política hayan atraído mucha menos atención. Sin embargo, sus implicaciones podrían ser bastante importantes, tanto para el 2018 como para el futuro.
Ello es particularmente así para estos cuatro factores:
1. La recuperación global sincronizada: los datos económicos de China y Japón publicados la semana pasada, así como indicadores favorables de Europa y otro mes de fuerte crecimiento del empleo en EE.UU, reforzaron el mensaje de que la economía mundial continúa ganando impulso. Dado que las cuatro principales regiones económicas ahora contribuyen directamente a mejorar las perspectivas de crecimiento mundial, estos eventos también podrían reducir algunas de las tensiones cambiarias y comerciales subyacentes.
2. Progreso de la política: las mejores perspectivas mundiales se ven reforzadas por los avances políticos en el Congreso estadounidense de la reforma fiscal, los que fueron acompañados la semana pasada por indicios de que la administración tiene la intención de anunciar el próximo mes un plan de infraestructura, el tercer elemento de la iniciativa procrecimiento del presidente Donald Trump (las otras dos piezas son la desregulación y la reforma fiscal).
3. Menor incertidumbre económica estructural: en Europa, después de largas y complicadas negociaciones, el Reino Unido y sus socios de la UE llegaron a un acuerdo sobre lo que muchos han descrito como un arreglo tentativo de separación. Esto allana el camino para la segunda etapa de debates más constructivos desde el punto de vista económico sobre los acuerdos institucionales europeos posteriores al Brexit.
4. Continua aceptación ordenada del mercado de mayores tasas de política monetaria: después de haber descontado una probabilidad muy alta de que la Reserva Federal de EE.UU. eleve las tasas esta semana (que de hecho sucedió ayer), los mercados han internalizado la probabilidad de incrementos adicionales el próximo año. Por ejemplo, los rendimientos de las letras del Tesoro a dos años, uno de los vencimientos más sensibles a las medidas de la Fed, ahora han subido al 1.80%, o alrededor de 50 puntos base en los últimos tres meses. Este movimiento se ha producido sin perturbar los mercados financieros o descarrilar la economía, proporcionando señales adicionales de que la Fed está progresando en su "estupenda normalización" (para adaptar una frase utilizada hace unos años por Ray Dalio de Bridgewater en un contexto diferente).
Por supuesto, no todos los antecedentes de los fundamentos económicos y políticos son positivos. El crecimiento de los salarios en EE.UU., a una tasa anualizada del 2.5% en noviembre, es todavía relativamente bajo, en especial dado el descenso en la tasa de desempleo a un mínimo de 17 años. Algunos temen que el aplanamiento de la curva de rendimiento sea un signo de un mayor riesgo de recesión (aunque lo veo más como un reflejo de las compras extranjeras de bonos estadounidenses con vencimientos a más largo plazo turboalimentados por inversiones impulsadas por pasivos institucionales).
Además, el progreso de la política regional de Europa sigue siendo lento mientras muchos esperan la formación de un nuevo gobierno en Alemania. Y queda por ver cómo la economía mundial podría absorber las políticas simultáneas de normalización de varios bancos centrales de importancia sistémica y la sostenibilidad de bolsillos de deuda y apalancamiento elevados.
A pesar de esas calificaciones, los acontecimientos de la semana pasada refuerzan las perspectivas de un mejor crecimiento actual y futuro, lo que aumenta la posibilidad de mejores fundamentos para validar precios de activos notablemente elevados. De hecho, en el transcurso del 2017, lo que anteriormente he etiquetado como la economía global "sí, pero" ha cambiado más en la dirección positiva, desarrollando una base más sólida para 2018.
Además, si usted cree como yo que la economía mundial enfrenta un punto de inflexión significativo a mediano plazo -de la "nueva normalidad" a un crecimiento más alto, sostenible e inclusivo o bien a recesiones periódicas e inestabilidad financiera inquietante- este período es crítico no solo para la generación actual, sino también para las futuras.
Por Mohamed A. El-Erian
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