Maksim Derzhko dice que fue una de las peores experiencias de su vida. Viejo crítico del presidente ruso Vladimir Putin, voló con su hija de 14 años desde Vladivostok a Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, y se encontraban en un automóvil con otros siete rusos. Lo único que los separaba de la posibilidad de pedir asilo en Estados Unidos era un agente del servicio de inmigración.
“Cuesta describir lo que se siente”, comentó. “Miedo. Temor a lo desconocido. Es muy duro. No teníamos otra opción”.
Todo salió bien. Después de pasar un día bajo custodia, Derzkho fue liberado para que pudiera pedir asilo con su hija, uniéndose a miles de rusos que en los últimos días han tomado ese camino.
Ya incluso antes de que la invasión rusa de Ucrania diese paso a duras sanciones de Estados Unidos y sus aliados, se registraba un fuerte aumento en la cantidad de pedidos de asilo de rusos.
Más de 8,600 rusos solicitaron asilo en la frontera con México entre agosto del 2021 y enero del 2022, comparado con los 249 que lo hicieron en el mismo período del año previo. Nueve de cada diez se presentaron en el cruce fronterizo de San Diego.
Emigrantes de otras exrepúblicas soviéticas siguen la misma ruta, aunque en cantidades menores. Se espera que pronto aumente la cantidad de ucranianos que lo hacen.
Estados Unidos admitió una familia ucraniana de cuatro personas por razones humanitarias el jueves, luego de rechazarla en dos oportunidades.
Los rusos no necesitan visas para visitar México, sí para ingresar a Estados Unidos. Muchos vuelan desde Moscú hasta el balneario de Cancún, entrando a México como turistas, y desde allí se van a Tijuana, donde se amontonan en vehículos que compran o alquilan.
A medida que se acercan al cruce de San Ysidro, por el que entran a San Diego unos 30,000 autos diarios, aumentan los nervios.
Hay barreras de cemento en los 24 carriles, en los que abundan los promontorios en amarillo. Antes de llegar a los puestos de control hay una zona de seguridad.
Las personas que llegan a la zona de seguridad ya pueden pedir asilo en Estados Unidos. Pero los funcionarios del lado mexicano de la frontera los paran, miran sus vehículos, piden documentos y detienen a los autos que parecen sospechosos.
“Nos asustamos mucho”, dijo Derzhko, quien cruzó la frontera en agosto, en una entrevista desde Los Ángeles. “Los chicos que iban con nosotros estaban muy alarmados”.
Los rusos ofrecen recomendaciones en las redes sociales y los servicios de mensajería. Uno que no se identificó relató su viaje desde la Plaza Roja de Moscú hasta un hotel de San Diego, con escalas en Cancún y en la Ciudad de México.
En un video que publicó en YouTube se lo ve nervioso tras comprar un auto en Tijuana. Posteriormente, no obstante, cuenta desde San Diego que todo salió bien a pesar de que pasó dos días bajo custodia en Estados Unidos. Recomienda a quienes consideren seguir su camino que no tengan miedo.
Los rusos tienen casi asegurado el asilo si pisan suelo estadounidense a pesar de que el presidente Joe Biden mantiene severas restricciones de la época de Donald Trump a la inmigración.
Los agentes de inmigración pueden negar a los migrantes la posibilidad de solicitar asilo con el argumento de que podrían propagar el COVID-19. Pero los costos, cuestiones logísticas y relaciones diplomáticas tensas hacen que resulte complicado enviar a las personas de ciertas nacionalidades de vuelta a sus países.
Los rusos y los ciudadanos de otras antiguas repúblicas soviéticas prefieren llegar a los cruces fronterizos en auto en lugar de intentar un cruce ilegal por desiertos y montañas.
Generalmente no contratan coyotes, sino que consiguen intermediarios que los ayudan con sus planes, de acuerdo con Chad Plantz, agente especial a cargo de la unidad Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional en San Diego.
Si bien la ruta Moscú-Cancún es la más popular, algunos rusos viajan desde Ámsterdam o París a la Ciudad de México y de allí van a Tijuana, según Plantz.
Ha habido situaciones tensas. En una de ellas, un ruso de 29 años que manejaba una camioneta deportiva aceleró tras pasar los promontorios amarillos en San Ysidro el 12 de diciembre y luego frenó de repente, haciendo que un vehículo con seis rusos que buscaban asilo lo chocase de atrás. Un agente hizo cuatro disparos, pero nadie resultó herido, de acuerdo con el servicio de Aduanas y Protección Fronteriza, que investiga el incidente.
El abogado del ruso que conducía la camioneta, Martín Molina, dijo que su cliente aceleró al ver que se abría un hueco en los carriles. En su vehículo viajaban otros 11 rusos, incluidos su esposa, una hija de cinco años y un hijo de uno. Los pasajeros levantaron sus manos y gritaron “¡asilo!”.
“Lo único que vio fueron las luces brillantes de San Ysidro”, expresó Molina. “Quería llegar allí”.
Un juez ordenó la liberación del conductor tras pasar casi tres meses detenido. La Associated Press no revela su identidad a pedido del abogado Molina, quien dijo que la publicidad podría comprometer su seguridad.
El hombre, que se opuso a la intervención rusa en Chechenia, planeaba pedir asilo con su familia en Brooklyn (Nueva York).
Otros incidentes generaron preocupación, según Plantz. El mismo 12 de diciembre, el conductor de un auto con migrantes de Ucrania y Tayikistán ignoró la orden de un agente de mostrar identificaciones y aceleró. El espejo exterior del auto golpeó la mano del agente, según documentos legales.
“Seguramente están un poco confundidos, no saben lo que hacen. Pero no acatan la orden de frenar y aceleran”, manifestó Plantz.
Erika Pinheiro, directora de litigios y políticas de Al Otro Lado, una organización que ha presentado demandas en torno al desempeño de los agentes en la frontera, dijo que los agentes de Estados Unidos se coordinan con los de México para impedir la llegada de migrantes a la zona de seguridad.
Yuliya Pashkova, abogada de San Diego que representa a rusos que buscan asilo, dice que la cantidad de solicitantes aumentó tras la detención del dirigente opositor Alexei Navalny el año pasado. Entre las personas que buscan asilo figuran opositores a Putin, gays, musulmanes y empresarios que son extorsionados por las autoridades.
“Cuando piensan en Estados Unidos, piensan en la libertad, la democracia y, para ser sincera, en una buena situación económica”, comentó.