Según la última encuesta del Diario Reforma, el izquierdista José Manuel López Obrador, aspirante de una coalición encabezada por su partido Movimiento de Reforma Nacional (MORENA), va a la cabeza de las encuestas con 33% de intención de voto entre los mexicanos. Le sigue en la contienda el candidato del conservador Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya, que también integra una coalición y que lograría recabar el 25% de los votos.
Finalmente, destaca la caída de José Antonio Meade, candidato del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI), que pasa del 17% al 14% de las preferencias electorales.
Con este panorama, México se juega mucho en las próximas elecciones del 01 de julio, tanto económica como políticamente. Existen temas transversales que los candidatos deberán incluir en sus propuestas para satisfacer a los electores y el último reporte de Eurasia Group señala cuáles son.
Balance fiscal amenazado durante campaña
Según datos de 2017, el gobierno de Enrique Peña Nieto alcanzó su primer superávit fiscal primario en nueve años (1.4% del PBI) y logró reducir su relación Deuda pública/PBI (a 46.2% de 46.7%) por primera vez en diez años. Además, los saldos fiscales se vieron significativamente beneficiados, en parte por los grandes recortes de gastos, gracias a una notable reducción de la inversión pública. Si bien, los datos son positivos, Eurasia Group considera que “las presiones aumentarán a medida que se intensifique la campaña presidencial y los ministerios de finanzas locales y federales encuentren formas de utilizar el gasto discrecional para beneficiar a los candidatos del partido”. En ese sentido, las presiones electorales harán que sea más difícil alcanzar el objetivo fiscal primario que propuso el Ministerio de Hacienda (0.9%).
Y no solo eso. Las primeras estimaciones señalan que el Producto Bruto Interno (PBI) de México se expandió en solo 2.1% en 2017. Si bien, esta cifra va de acuerdo con las expectativas del mercado, significa una desaceleración y la tasa más baja en 4 años. Quien sea elegido en julio, afirma Eurasia Group, tendrá que lidiar con una cuenta fiscal deteriorada, que limitará la capacidad para gastar del gobierno.
Riesgo de retroceso en el NAFTA
La última ronda de conversaciones del NAFTA concluyó en Montreal con un ánimo positivo y una voluntad general de EE.UU., México y Canadá para llegar a un acuerdo. Sin embargo, las elecciones presidenciales de México ejercerán presión sobre el proceso y representan un riesgo para el resultado del mismo, afirma Eurasia.
Existen acuerdos importantes sobre temas como comercio digital, medidas sanitarias y medio ambiente, entre otros, pero no se han resuelto las cuestiones más conflictivas como los mecanismos de solución de controversias. Pese a ello, el progreso alcanzado hasta el momento revela el compromiso de todas las partes para avanzar, la disposición de EE.UU. de continuar con las conversaciones y a la improbabilidad de que el presidente Donald Trump envíe una carta de retiro pronto, como se había especulado meses atrás.
Es así que parece factible cumplir con el plazo de terminar las negociaciones en julio. Sin embargo, el aspecto político aún presenta un riesgo significativo. Si no se llega a un acuerdo en julio, todo dependerá de las elecciones mexicanas. "Una victoria de López Obrador haría que sea muy difícil negociar (el NAFTA) después de las elecciones y antes de que asuma el cargo en diciembre. Una vez en el cargo, los puntos de vista de López Obrador y su rechazo a cualquier acuerdo hecho por la administración de Peña Nieto complicarían las conversaciones", señala Eurasia.
Influencia de las encuestas y movidas políticas
Tanto el PRI (partido oficialista) como el PAN (partido conservador) están tratando de posicionar a sus candidatos para un posible segundo lugar en las votaciones, luego de López Obrador. Ya asumieron que el izquierdista quedará en primer lugar y lo que buscan es lograr la segunda vuelta. “En consecuencia, los resultados de las encuestas se utilizarán para tratar de crear la percepción de que un candidato se está quedando atrás”, señala el reporte. “Esta tendencia generalmente hará que las encuestas públicas sean menos confiables, especialmente durante los primeros meses de la campaña”.
El síndrome de influenciar en las encuestas y en los medios de prensa apareció con fuerza en los primeros días del año. Cuando la consultora Buendía y Laredo publicó que López Obrador obtenía el 32% de intención de voto, seguido por Anaya con 26% y con Meade relegado a un 16%, este último acusó a la encuestadora de manipular los resultados y de trabajar con el partido de Anaya. Días después apareció un sondeo hecho por una encuestadora relativamente desconocida donde ubicaban a Meade en el segundo lugar con el 22%, señala el reporte de Eurasia. Sin embargo, ha sido la única que lo sitúa con ventaja, pues en una última y más reciente encuesta de Parametria, Meade volvió al tercer lugar con 18%.
La existencia de encuestadoras de dudosa reputación puede comenzar a masificarse conforme avance la campaña electoral. Los sondeos hechos por encuestadoras confiables y de larga trayectoria serán más creíbles, pero según el informe de Eurasia, tanto los partidos políticos como el gobierno seguirán intentado influenciar en ellas y en los periódicos que las publican. Todo esto para hacer que el electorado cambie de opinión. “Ellos ejercerán presión en los periódicos estratégicamente, eligiendo fechas para publicar sus encuestas y construir narrativas convenientes alrededor de ellas”, explica.
Dependerá de los electores estar alertas e informarse bien sobre los planes de gobierno, así como identificar las encuestas en las que sí puedan confiar.