El humo y la suciedad se elevan desde la ciudad de Severodonetsk en la región oriental de Ucrania de Donbas, en medio de la invasión rusa de Ucrania.
El humo y la suciedad se elevan desde la ciudad de Severodonetsk en la región oriental de Ucrania de Donbas, en medio de la invasión rusa de Ucrania.

Las fuerzas ucranianas tomaban este lunes nuevas líneas defensivas en el este del país, preparándose para una nueva y dura fase de la guerra, mientras el presidente Vladimir Putin proclamaba la victoria de Rusia en la batalla de Lugansk, que ha durado meses.

La toma de la ciudad de Lisichansk por parte de Rusia el domingo puso fin a una de las mayores batallas en Europa desde hace generaciones, en la que Moscú puso en juego todo el poderío de sus fuerzas terrestres en una pequeña bolsa del frente durante dos meses.

La batalla completa la conquista rusa de la provincia de Lugansk, una de las dos regiones que ha exigido a Ucrania que ceda a los separatistas en la región del Dombás.

Durante un breve encuentro televisado con su ministro de Defensa, Putin felicitó a las fuerzas rusas por sus “victorias en la dirección de Lugansk”. Los que participaron en el combate deben “descansar absolutamente y recuperar su preparación militar”, mientras que otras unidades siguen luchando en otras zonas, afirmó.

La batalla es lo más cerca que ha estado Moscú de lograr uno de sus objetivos declarados desde que sus fuerzas fueron derrotadas al intentar capturar Kiev en marzo, y marca la mayor victoria de Rusia desde que conquistó el puerto sureño de Mariúpol a fines de mayo.

Ambos bandos sufrieron miles de muertos y heridos, aunque afirmaron haber infligido pérdidas mucho mayores a su enemigo, a lo largo de un bucle del río Síverski Donets, que serpentea por Lugansk y Donetsk.

Lisichansk, la vecina Severodonetsk y las ciudades circundantes -muchas de ellas con plantas industriales pesadas que servían de búnkeres fortificados para los defensores- fueron arrasadas por los incesantes bombardeos rusos. Rusia intentó en repetidas ocasiones rodear a los ucranianos, sin conseguirlo, y finalmente optó por expulsarlos con la fuerza bruta de su artillería.

Los expertos militares afirman que la batalla podría ser un punto de inflexión en la guerra, no por el valor estratégico de las ciudades en ruinas en sí, que es limitado, sino por el impacto de las pérdidas en la capacidad de ambos bandos para seguir luchando.

Creo que es una victoria táctica para Rusia, pero con un costo enorme”, dijo Neil Melvin, del centro de estudios RUSI de Londres, comparando la batalla con las enormes luchas por escasas ganancias territoriales características de la Primera Guerra Mundial.

Esto ha tardado 60 días en avanzar muy lentamente. Creo que los rusos pueden declarar algún tipo de victoria, pero la batalla bélica clave aún está por llegar”, manifestó.

Moscú esperará que el repliegue de Ucrania dé impulso a las fuerzas rusas para avanzar hacia el oeste en la vecina provincia de Donetsk, donde Ucrania aún mantiene las ciudades de Sloviansk, Kramatorsk y Bajmut.

Duele mucho

Ucrania, que podría haberse retirado de Lugansk hace semanas, pero optó por seguir luchando para agotar la fuerza de invasión, espera que la ferocidad de la batalla deje a los rusos demasiado mermados para mantener las ganancias en otros lugares.

Serhiy Gaidai, gobernador ucraniano de Lugansk, reconoció que toda su provincia está ahora de manera efectiva en manos rusas, pero dijo a Reuters: “Tenemos que ganar la guerra, no la batalla por Lisichansk. Duele mucho, pero no es perder la guerra”.

Gaidai dijo que las fuerzas ucranianas que se retiraron de Lisichansk estaban ahora manteniendo la línea entre Bajmut y Sloviansk, preparándose para rechazar un nuevo avance ruso.

El alcalde de Sloviansk dijo que los intensos bombardeos del domingo acabaron con la vida de al menos seis personas, entre ellas una niña de diez años.

Dmitri Medvédev, jefe adjunto del Consejo de Seguridad de Putin, publicó en las redes sociales que Ucrania está siendo incitada a seguir luchando por los líderes occidentales, que “pierden la cabeza al ver la sangre de otro”, y por los propios gobernantes ucranianos, que se dejan llevar por el “éxtasis de la cocaína”.

Las esperanzas ucranianas de contraatacar dependen en parte de la recepción de armas adicionales de Occidente, incluidos los cohetes que puedan neutralizar la enorme ventaja de la potencia de fuego rusa.