Las autoridades rusas controlan por completo la televisión, la principal fuente de información de una mayoría de la población, sobre todo fuera de las grandes ciudades.
Las autoridades rusas controlan por completo la televisión, la principal fuente de información de una mayoría de la población, sobre todo fuera de las grandes ciudades.

Viven a poca distancia de los combates, pero, cegados por las informaciones oficiales, prefieren mirar hacia otro lado, acusar a de agredirlos, pensar que su ejército realiza una operación limitada en el este del país vecino y agradecer a por protegerlos.

“¿Combates? No, no son combates, son entrenamientos tácticos, no hay ataque (liderado por) Rusia”, asegura Evguéni Kotegov, de 54 años, bajo una estatua de Lenin en la plaza central de un pueblo en la región de Rostov, a unos kilómetros de la frontera ucraniana.

Sin embargo, del otro lado de la frontera, en el norte, los militares rusos y las fuerzas separatistas apoyadas por Moscú luchan contra el ejército ucraniano. Y en el oeste, las fuerzas avanzan hacia el puerto ucraniano de Mariúpol.

Aun así, este profesor retirado de una academia militar prosigue: “Rusia lidera entrenamientos tácticos sobre su territorio. ¿Su objetivo? No permitir que invadan a Rusia”.

En los noticieros, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, repite las palabras usadas por el presidente Vladimir Putin para justificar la invasión de Ucrania, descrita simplemente como una “operación militar especial” limitada a las regiones separatistas ucranianas del Donbás, cuya independencia reconoció a inicios de semana.

“No hay otra solución”

Según Putin, el objetivo de la ofensiva es “desmilitarizar y desnazificar” a Ucrania para evitar el “genocidio” del cual acusa a Kiev, sin pruebas, de llevar a cabo contra los rusoparlantes del país.

En la televisión, no hay imágenes de los enfrentamientos en las ciudades ucranianas, de las víctimas civiles ni de los habitantes de Kiev y Járkov refugiados en las estaciones de metro. Imágenes que sin embargo se repiten en los medios de comunicación independientes y extranjeros.

El discurso oficial se acompaña ocasionalmente de imágenes que muestran ciudades ucranianas con calles desérticas.

Vladimir Karavayev, un exfuncionario del Partido Comunista de 80 años, se sorprendió al enterarse de los bombardeos en Kiev cuando le preguntó la AFP. Rápidamente digirió la información y dijo: “No hay otra solución”.

“No creo que sea un conflicto de gran amplitud. Además, allá, hay mucha injusticia: los nazis están en el poder”, concluye este jubilado, antes de irse con su bicicleta.

Las autoridades rusas controlan por completo la televisión, la principal fuente de información de una mayoría de la población, sobre todo fuera de las grandes ciudades.

En los últimos años, el cerco mediático también alcanzó los periódicos, comprados por personalidades próximas al poder.

A muchos periodistas y medios de comunicación críticos se les ha impuesto el estatuto de “agentes del extranjero”.

Esta semana, las autoridades prohibieron a los medios usar otras fuentes que no sean las “oficiales” rusas.

“Putin no quiere guerra”

Liudmila Yakovenko, de 38 años, trabaja en una granja a unos diez kilómetros de la frontera con el Donbás.

Cuando el viento sopla en su dirección, dice que escucha la guerra. “Especialmente por la noche, podemos oír realmente los disparos, incluso de los aviones de combate”, dice, llevando de la mano a su pequeña hija con una colorida chamarra. “Tengo la televisión encendida todo el tiempo”, agrega.

Para ella, son los ucranianos los que atacan a Rusia. “Esperamos que Putin nos proteja de los ucranianos. Putin hizo un llamado a los ucranianos y les dijo: ‘Dejen las armas, regresen a casa’”, declara.

“Nuestros soldados están en la frontera, pero no disparan, Putin no les deja disparar, no quiere que haya guerra”, analiza.

Entre los pocos residentes que dudan de lo que dice la televisión rusa, Nikita Michenko, de 28 años, compró algunos periódicos.

“Sé que hay episodios de guerra...”, empieza tímidamente este reparador de aparatos electrónicos. “No hay que creer todo lo que se ve en la televisión, en las redes sociales, hay que pararse a pensar, hay que entender que los ciudadanos pacíficos no tienen responsabilidad”, manifiesta.

“Ambas partes tienen a la vez razón y no”, añade con cautela, mientras dice haber oído hablar de los combates a las afueras de Kiev, la capital ucraniana, y cerca del puerto de Mariúpol.