Culparon a los animales salvajes vendidos vivos en un mercado en Wuhan de propagar el coronavirus en las primeras semanas del brote de COVID-19.
Respaldaron su culpabilidad con imágenes de video que mostraban perros mapaches y puercoespines entre especies aparentemente a la venta en el mercado mayorista y de mariscos de la ciudad china de Huanan. Además, encajaba con la génesis del SARS, un coronavirus relacionado de “mercados húmedos” del sur de China en el 2003.
En pocas semanas, se informó que detectives de enfermedades habían encontrado rastros de SARS-CoV-2 en áreas del mercado de Huanan donde se habían vendido animales, y parecía que estaban a punto de identificar la fuente. En respuesta, China tomó medidas enérgicas contra el comercio de vida silvestre, prohibiendo el consumo humano de delicias como marmotas, que se vendían por más de US$ 11 la libra.
Pero poco después el rastro se fue perdiendo y la historia de los orígenes comenzó a evolucionar.
En cuestión de meses, se cuestionó si Huanan era el lugar donde se había originado el brote, y para abril del 2020, funcionarios del Gobierno negaron que China incluso tuviera mercados húmedos, donde pueden sacrificar a solicitud animales vivos.
Cuando un equipo de la Organización Mundial de la Salud llegó a Wuhan 13 meses después de la aparición del COVID, no había señales tangibles de que se hubieran vendido animales vivos en el mercado, ni nadie dispuesto a dar fe de su existencia anterior.
Infortunadamente, un estudio que documenta el floreciente comercio de animales vivos en Huanan y otros cuatro mercados de Wuhan se realizó en junio del 2021, cinco meses después. Si bien el estudio, realizado por investigadores en China y en la Universidad de Oxford, recibió una amplia atención cuando finalmente fue publicado, su largo y tortuoso recorrido refleja el camino obstaculizado para los científicos que trazaban la génesis del COVID.
La demora permitió a las autoridades chinas tejer narrativas alternativas en las que el virus no podría haber evolucionado en un mercado de animales y que la amenaza probablemente fue importada.
Este mes, la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos informaría sus propios hallazgos sobre los orígenes del COVID. Pero ante las pruebas restantes, que solo son circunstanciales, es posible que el mundo nunca sepa con certeza qué causó el brote.