Una de las razones esgrimidas por el presidente ruso, Vladímir Putin, para invadir Ucrania fue la necesidad de liberar el país del yugo de un Gobierno supuestamente ultranacionalista y fascista.
Pero la ofensiva militar rusa contra Ucrania está truncando millones de vidas también entre las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas que en teoría deberían beneficiarse de una guerra que el Kremlin vende como una operación de “desnazificación”.
Miles de ucranianos de origen judío, tártaro, rumano, búlgaro e incluso ruso cruzan cada día la frontera de Rumanía huyendo de las bombas y misiles que las tropas rusas lanzan contra ciudades ucranianas en nombre de la liberación de estas minorías.
“Lo que están haciendo los rusos es peor que el fascismo”, asegura Viktoriia Klymenko, jefa del Departamento de Pediatría de la Universidad Nacional de Medicina de Járkov, mientras hace cola para ingresar a territorio rumano.
Járkov es una ciudad situada en el este de Ucrania donde más de la mitad de la población se identifica como rusa. Su principal hospital ha sido bombardeado por el ejército de Rusia.
Refugio en Israel
Además de ciudadanos ucranianos de zonas predominantemente rusófonas como Járkov y Odesa, a la frontera rumana llega además un goteo constante de judíos de toda Ucrania.
Algunos tienen también la nacionalidad israelí, lo que les permite cruzar la frontera aunque sean varones en edad de combatir.
“Desde Bucarest viajaremos a Israel y después decidiremos qué hacer”, cuenta Dmytro, un joven de 28 años de Kropyvnytskyi, al suroeste de Ucrania, que ha llegado a Rumanía con su hermano Serguei y otros familiares, algunos de ellos menores.
Al mismo tiempo, la invasión rusa de Ucrania ha empujado a miles a considerar la posibilidad de empezar una nueva vida en Israel, acelerando sus planes de hacer “aliá”, el nombre que recibe en hebreo la inmigración de los judíos de la diáspora al Estado judío.
“Tenía pensado hacer aliá el año que viene; siempre quise irme a vivir a Israel con mi familia, pero no en estas circunstancias”, dice Rina Dunko delante de la carpa del Comité Judío-estadounidense de Distribución Conjunta (JDC) que recibe a los refugiados judíos y no judíos a su entrada a Rumanía.
Más de 4,000 israelíes
Natural de la ciudad de Kamianske -a orillas del río Dniéper-, Dunko es estudiante de ingeniería informática, viaja acompañada de su madre, su hermana, dos sobrinos y dos gatos.
Al lado de Rina, decenas de mujeres, niños y ancianos ucranianos de origen judío aplauden emocionados cuando el representante del JDC para Rumanía, Israel Sabag, les da la bienvenida en hebreo, ruso y ucraniano.
“Desde que empezó la guerra, unos 4,000 israelíes han cruzado las fronteras entre Ucrania y Rumanía”, cuenta David Saranga, el embajador de Israel en Bucarest, que se han trasladado hasta la frontera para supervisar la salida de los refugiados.
“En Bucarest, donde llegan la mayoría de judíos que quieren emigrar a Israel, hay en estos momentos entre 300 y 400 personas”, explica Saranga.
El diplomático recibirá este martes un minibus en la frontera con un adolescente y diez niños ucranianos que sufren de cáncer y otras enfermedades graves y que lograron huir de Kiev junto a sus padres.
Desde la frontera, serán trasladados en un avión privado a Israel, donde serán atendidos en el Centro de Pediatría Schneider de Petah Tikva, cerca de Tel Aviv.
Rumanos, búlgaros
Pero también cientos de ucranianos de origen rumano pasan a diario al otro lado de la frontera, donde muchos esperarán en casas de familiares a que cesen los ataques rusos contra Ucrania.
Más lejos deben viajar los ucranianos de origen búlgaro, que son recibidos en la frontera por militares llegados desde Sofía para organizar su traslado.
“La mayoría de los pasajeros son lo que se conoce como besarabios búlgaros”, cuenta uno de esos militares.
Y tártaros turcos
Entre las casetas que flanquean la carretera por la que se entra a Rumanía desde Ucrania destaca la bandera roja con la estrella y la media luna de Turquía.
El Gobierno turco anunció este lunes que ha repatriado a unos 12,000 ciudadanos que vivían en Ucrania.
Ankara también ayuda a llegar a Turquía a los ciudadanos de repúblicas túrquicas como Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán.
Además, pasan por estas fronteras cientos de mujeres, niños y mayores ucranianos de origen tártaros, cuentan trabajadores de AFAD, la agencia de gestión de emergencias turca.
Miles de tártaros ucranianos huyeron de la península de Crimea a otras partes de Ucrania cuando Rusia se anexionó ese territorio en el 2014.
Ahora, la invasión rusa a gran escala de Ucrania les fuerza a escapar también de las ciudades en las que encontraron refugio hace ocho años.