El centrista Yair Lapid, exestrella de la televisión israelí, ha ganado credibilidad desde que se lanzó a la política, hasta el punto de llegar a ser primer ministro en alternancia en un gobierno de coalición abocado a poner fin a la era Netanyahu.
Cuando en el 2012 este periodista con aires de George Clooney abandonó los platós de televisión para lanzar su partido Yesh Atid (“Hay un futuro”), sus detractores le reprocharon que jugaba con su imagen de galán de cine para seducir a la clase media.
Casi diez años después, Lapid sigue ahí y está a punto de cumplir el objetivo que se impuso: expulsar del poder a Netanyahu, primer ministro que más tiempo ha estado en el cargo en la historia de Israel y acusado de corrupción en una serie de casos.
El 2 de junio, firmó un acuerdo de coalición con partidos de derecha, de izquierda y de centro y una formación árabe, un pacto que fue luego aprobado por el Parlamento. El texto, en base a una rotación, prevé que el líder de la derecha radical, Naftali Bennett, se ponga al frente del gobierno durante los 18 primeros meses y después Lapid le releve.
Ministro de Finanzas de un gobierno Netanyahu en el 2013-2014, en las elecciones legislativas de marzo del 2020, Lapid integra su partido en la coalición centrista “Azul-Blanco” del general Benny Gantz.
Pero cuando Gantz llega a un acuerdo para formar un gobierno con “Bibi”, sobrenombre de Netanyahu, Lapid hace las maletas.
“Le dije a (Gantz) ‘ya he trabajado con Netanyahu y no te dejará poner las manos al volante’”, contó Lapid hace unos meses.
“Gantz me dijo: ‘confiamos en él, ha cambiado’. Y le respondí ‘el hombre tiene 71 años, no va cambiar’. Y desgraciadamente para el país, yo tenía razón”, agregó Lapid.
En las últimas legislativas, la formación centrista de Lapid alcanza la segunda posición, con 17 diputados, detrás del Likud (derecha) de Netanyahu.
Prensa y novela policíaca
Nacido en noviembre de 1963 en Tel Aviv, ciudad donde concentra su base electoral, Lapid es hijo del difunto periodista Tommy Lapid, exministro de Justicia con Ariel Sharon.
Su madre, la escritora Shulamit Lapid, es una de las maestras de la novela policíaca israelí, con una serie de obras cuya protagonista es una periodista.
El periodismo ha impregnado la juventud de Lapid, que firma sus primeros artículos para el diario Maariv, antes de pasar al Yedioth Aharonot, el más vendido del país, lo que le dio una gran notoriedad.
Paralelamente, multiplica sus actividades: boxea como aficionado, practica las artes marciales, escribe novelas policíacas y series de televisión, compone e interpreta canciones y hasta actúa en el cine.
Pero es en la televisión --en los años 2000 se convirtió en presentador del programa de entrevistas más seguido del país-- donde se impone como la encarnación de israelí medio, haciendo siempre la misma pregunta a sus invitados: “¿Qué es ser israelí en su opinión?”.
Patriota, liberal, laico, denostado por los judíos ortodoxos --aliados clave de Netanyahu--, logra posicionarse en el centro.
“Humildad”
“Se abstiene de vanagloriarse y es el más ‘no candidato’ de todos los candidatos al puesto de primer ministro”, señaló antes de las elecciones de marzo pasado el periodista Yuval Karni en el Yediot Aharonot, destacando que los israelíes “aprecian” la humildad.
Cuando miles de israelíes se manifestaban contra Netanyahu semanalmente, a causa de las acusaciones de corrupción en su contra, Lapid mantiene el perfil bajo.
Dice que no busca ser primer ministro, sino aliarse con otros partidos para expulsar al “rey Netanyahu” de su trono y “romper las barreras que dividen a la sociedad israelí”.
Con Bennett, representante de una derecha radical opuesta en muchos puntos a sus visiones centristas, forma una alianza antinatural, pero guiada por el mismo objetivo de cambio al frente del país.