Pero en su intento de estrechar el control sobre el entretenimiento juvenil, que también llevó a las autoridades a limitar el tiempo gastado en videojuegos, las autoridades chinas prohibieron el mes pasado “el fanatismo irracional”. (Foto: AFP).
Pero en su intento de estrechar el control sobre el entretenimiento juvenil, que también llevó a las autoridades a limitar el tiempo gastado en videojuegos, las autoridades chinas prohibieron el mes pasado “el fanatismo irracional”. (Foto: AFP).

Chen Zhichu, estudiante adolescente en , solía pasar 30 minutos cada día alabando al actor Xiao Zhan en internet. Formaba parte de las comunidades de superfans de celebridades del país, a las que el gobierno acusa de promover “valores poco saludables”.

Conocido por su aspecto andrógino, Xiao se ganó una legión de aficionados incondicionales, especialmente mujeres, con un papel en el drama fantástico del 2019 “El General Fantasma”.

Solo en Weibo, el equivalente chino de Twitter, tiene 29 millones de seguidores.

“Solía votar a favor de sus publicaciones en su foro de seguidores en Weibo y comprar los productos que promovía”, dice Chen, de 16 años, en un frenético distrito comercial de la capital.

“Era muy cansado tratar de mantenerlo como número uno en las tendencias cada día”, explica.

Los clubes de fans virtuales son un fenómeno generalizado en , donde los jóvenes se entregan a sus ídolos para tratar de convertirlos en tendencia en las redes creando imágenes virales de ellos o votando por ellos en concursos y rankings.

Son un lucrativo sector, con un valor calculado en US$ 202 millones de alrededor de US$ 21,600 millones, según los medios estatales.

Pero en su intento de estrechar el control sobre el entretenimiento juvenil, que también llevó a las autoridades a limitar el tiempo gastado en videojuegos, las autoridades chinas prohibieron el mes pasado “el fanatismo irracional”.

Prohibieron la publicación de clasificaciones de celebridades, la recaudación de fondos u otras herramientas usadas por estas comunidades para colocar a sus ídolos en la cima de la popularidad.

Los críticos consideran que esta cultura de celebridades es una industria explotadora que se aprovecha de los menores, basada en la construcción artificiosa de interacción en redes sociales.

Las autoridades aseguran que las nuevas reglas limitarán los excesos de esta cultura, como el ciberacoso, la extorsión con la publicación de datos privados o las guerras entre comunidades de fans.

Para los seguidores, es gratificante ver crecer a sus ídolos y crear un sentido de comunidad en esos clubes.

Campaña por la “moralidad”

Hay otra preocupación respecto a estos ídolos: su capacidad de movilizar legiones de fanáticos en un instante y dominar las redes sociales durante días.

“Es el inicio de un movimiento de masas y eso es lo que el gobierno no quiere”, dice un profesor de estudios sociales de una universidad china, que no quiere ser nombrado.

La tecnología, la educación y el espectáculo han sido víctimas de la mano dura de Pekín, que la toma con los ricos y poderosos en un impulso hacia una mayor igualdad social.

Pero también, con el teórico propósito de infundir valores “saludables”, ha sancionado algunos comportamientos de su juventud para que no se vean tan influenciadas por celebridades caprichosas.

“La juventud china carece de otro tipo de ídolos”, afirma Fang Kecheng, profesor de comunicaciones en la Universidad China de Hong Kong.

“Es muy difícil para ellos tener otros medios de participación cívica” como el activismo, añade.

El regulador audiovisual chino prohibió el mes pasado las actuaciones con “moral desviada” o “visiones políticas incorrecta” o de “hombres afeminados”, con una estética andrógina popularizada por bandas coreanas e imitadas por estrellas chinos como Xiao.

Los expertos lo entendieron como una muestra de la creciente incomodidad de Pekín con formas alternativas de masculinidad mientras cae la natalidad y las autoridades promueven películas con héroes viriles y combativos.

Una fase necesaria

Para un proyecto de estrella en Shanghái, estas medidas son una oportunidad para que la industria empiece de nuevo.

La regulación “es una fase de crecimiento que la industria debe atravesar”, dice Li Chengxi, de 26 años, mientras ensaya para la grabación de un concurso de danza televisivo.

La joven ha sido una talentosa bailarina y actriz desde su infancia. Tras graduarse en la elitista Universidad de Pekín, trata de abrirse paso en algunas películas y concursos de ídolos, un género ahora prohibido.

Aun así, se muestra impávida ante el riesgo de que estas nuevas normas arruinen sus perspectivas.

“Cuando grandes olas rompen en la orilla, el oro que queda atrás brilla incluso más fuerte”, expresa.

Los artistas chinos que quieran un éxito masivo tienen poca opción, aparte de acatar al Estado, que puede hundir sus carreras si se muestran disconformes.

Con 200,000 seguidores en redes, Li está lejos de ser una superestrella. Y ahora, los superfans prefieren mantener un perfil bajo tanto en redes como en la vida real.

“Tras esta ronda de limpieza, habrá actividades de seguidores, pero menos que antes”, dice un pequinés de 20 años apodado Greg. “Todos estamos observando y esperando”, asegura.

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