Latinoamérica se enfrenta en el 2022 al reto de consolidar su economía, actualmente en recuperación tras la crisis por el coronavirus, con un campo minado por la inflación, la inestabilidad social y política y el impacto de una pandemia aún sin control.
En mayor o menor grado, pero siempre presentes, esos tres temas son transversales en todas las grandes economías de la región, así como el alza del dólar y las tensiones comerciales, que añaden turbulencias a un panorama muy complejo.
Juan Carlos Martínez, profesor de IE Business School resumió así la situación: “El principal reto que tiene Latinoamérica en el 2022 es la consolidación del crecimiento. Un crecimiento económico que ha sido importante en el año 2021, por encima de 6%, pero que va a ser mucho menor en el 2022″.
Estos son algunos de los desafíos particulares que afrontarán las principales economías latinoamericanas.
Argentina
El principal reto de Argentina para el 2022 será lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar deudas por unos US$ 43,300 millones, un pacto esencial para que el país difiera los pesados vencimientos que debe afrontar desde marzo y no quede nuevamente al borde del impago.
Sin un acuerdo, el mayor reto de Argentina será lidiar con un empeoramiento de sus ya desequilibradas variables macroeconómicas, principalmente el déficit fiscal, las tensiones cambiarias y la elevada inflación, un panorama sombrío que condicionaría fuertemente el proceso de recuperación económica iniciado en el 2021, tras tres años de severa recesión.
Brasil
Brasil tiene todos los ingredientes para que se complique su reactivación económica, con todo lo que eso implica para la región en su conjunto.
Tiene un escenario de estanflación, con la inflación y el desempleo en dos dígitos, y una enorme incertidumbre política en un 2022 que estará marcado por las polarizadas elecciones presidenciales, legislativas y regionales.
Es así que las proyecciones para el 2022 son de un débil crecimiento (0.5%), lastrado por los frágiles datos macroeconómicos, los intereses al alza, el dólar por las nubes y los recelos de los inversores ante la más que probable paralización de la agenda de reformas en el Congreso durante la campaña electoral.
Colombia
Colombia deberá mantener en el 2022 el buen ritmo reactivación económica que hizo que creciera en el 2021 cerca de 10%, en un contexto marcado por la alta inflación, un desempleo que no recupera los niveles preCOVID y las citas electorales.
Para el 2022, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) proyecta una expansión de la economía de 5.5%, similar a la pronosticada por el sector financiero.
La inflación, que a cierre de noviembre se situaba en el 5.26%, una de las más altas en los últimos años, es el enemigo a batir para las autoridades del país, y así el Banco de la República comenzó ya en setiembre una subida gradual de los tipos que le llevó el pasado viernes a subirlos medo punto hasta el 3%.
Otro reto es el desempleo, que se mantiene por encima de los dos dígitos y aún no ha regresado a los niveles prepandemia.
A esto se suma un contexto político marcado por las elecciones presidenciales previstas para mayo, con segunda vuelta en junio.
Chile
Tras sufrir en el 2020 el mayor retroceso económico en cuatro décadas, la economía chilena acabará el 2021 con un alza de entre el 10.5% y el 11.5%, según estimaciones del Banco Central, apoyadas por organismos internacionales como la OCDE.
Sin embargo, para el 2022 el escenario se prevé mucho más difícil, con un crecimiento en torno al 2% que se mantendrá hasta el 2023, según la OCDE, conforme se reduzca el apoyo fiscal de las ayudas ante la pandemia y se acabe el ahorro y la liquidez acumuladas por los ciudadanos.
De entrada, Chile tendrá que abordar el recalentamiento de la economía que elevó la inflación en noviembre al 6.7%, la mayor desde la crisis financiera del 2008 y muy por encima del rango meta del Banco Central, de entre el 2% y 4%.
Un rasgo particular chileno es la incertidumbre sobre su sistema de pensiones, que se ha descapitalizado tras la salida de más de US$ 50,000 millones en los retiros autorizados por las autoridades para atajar la crisis del COVID-19.
Ese tema será objeto de debate tanto en lo que respecta a la redacción de la nueva Constitución como en las políticas del nuevo gobierno del izquierdista Gabriel Boric, ganador de las elecciones presidenciales y que asumirá el poder en marzo del 2022.
Este proceso constituyente que se lleva a cabo Chile, culminará previsiblemente en el 2022 con una propuesta de nueva Carta Magna, otro interrogante que pesará sobre la economía chilena.
La “extrema” e “histórica” desigualdad del país, origen de las protestas sociales del 2019, puede volver a generar un estallido ciudadano en función del desarrollo de la discusión constitucional y de las prácticas del nuevo Ejecutivo.
México
México espera crecer en el 2021 alrededor de 6%, empujado por el consumo y por el renovado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en vigor desde mediados del pasado año.
Pero factores como la elevada inflación -que cerrará este año sobre el 8%- e iniciativas como la reforma energética, que busca fortalecer la eléctrica estatal en detrimento de las privadas, han generado incertidumbre entre los empresarios, que temen que afecte a las inversiones.
Pero las preocupaciones mexicanas van más por el tema comercial y las perturbaciones en los flujos globales, que, por ejemplo, afectan a su importante industria automotriz.
Perú
Los desafíos de Perú son también muy grandes y tocan casi todos los aspectos de su economía, con el matiz notable de la inestabilidad política que puede hacer descarrilar unas perspectivas en principio halagüeñas.
Las proyecciones de crecimiento están en una saludable horquilla de entre el 8.5% y 12.7% y solo la inflación, en máximos desde hace décadas (5.83% en noviembre) casi el doble del rango meta estimado de 3%, es un problema macroeconómico visible y evidente.
Sin embargo, la tensión y las incertidumbres políticas en torno al gobierno de Pedro Castillo serán las que marquen el paso del próximo año.
El fantasma de nacionalizar sectores económicos sigue sin haber sido exorcizado, y eso pesará en el 2022.
Además, Castillo deberá lidiar con los graves problemas estructurales de Perú, como la salud, la educación y la informalidad, que quedaron desnudas con el embate del COVID-19.