Cuba puso fin a su sistema de doble moneda este 1 de enero, un complicado entramado que durante un cuarto de siglo ha provocado grandes distorsiones económicas y dificultado conocer la contabilidad real de la isla debido a la convivencia de diferentes tasas de cambio.
Desde 1994 circulaban en el país dos monedas: la divisa oficial, el peso cubano (CUP), en la que el Estado aún pagaba los salarios, y el peso convertible (CUC), una moneda artificial paritaria con el dólar, equivalente a 25 CUP en el mercado oficial abierto y utilizada sobre todo para los servicios turísticos y la venta de bienes importados.
Además del salario, entre las pocas cosas que hasta ahora se seguían pagando en CUP en la isla figuraban los servicios básicos, los alimentos comprados en mercados agropecuarios, alquileres de renta antigua y los impuestos, aunque con excepciones.
La creación del CUC fue decidida por el entonces presidente cubano, Fidel Castro, ante la necesidad de una moneda “fuerte” que los turistas y extranjeros pudieran emplear en Cuba, donde la posesión y uso de divisas extranjeras -en especial de dólares- fue ilegal durante años y hasta 1993 en respuesta al embargo económico impuesto por Estados Unidos sobre la isla, aún vigente.
Durante años la divisa estadounidense tuvo una cotización bancaria similar al peso cubano, pero en el mercado negro el valor del dólar era mucho mayor. A finales del 2004 el dólar dejó de circular oficialmente en la isla.
Desde el 2005 la tasa oficial abierta de cambio del CUC ha sido de 25 CUP, pero coexistían múltiples variantes de esa cotización.
En Cuba se aplicaban tasas diferentes en la contabilidad de las empresas estatales, en la de las empresas mixtas y también en las empresas situadas en la Zona Especial del Mariel, el proyecto estrella del país para atraer capital foráneo.
El tipo de cambio oficial empleado por las empresas estatales cubanas al registrar transacciones en moneda extranjera era de 1 CUC a 1 CUP.
Ese empleo de diferentes tasas de cambio en muchos casos hace imposible conocer cuál es la contabilidad real de una empresa, y por ende, de todo el país, al tratarse de una economía socialista todavía muy centralizada.
Desde el viernes, el dólar se cambia oficialmente a 24 CUP en todos los sectores, lo que implica una fuerte devaluación para el estatal, pero mínimo para la población y el sector privado.
“Las distorsiones derivadas de una multiplicidad cambiaria, que incluye una irracional tasa oficial de 1 USD = 1 peso cubano (CUP), transforma en fútil y desorientadora la medición económica en el país”, señaló el economista Pedro Monreal en un artículo publicado por el proyecto de análisis socioeconómico Cuba Posible.
Según Monreal, “los espejismos de irrentabilidad y de rentabilidad que ello crea, especialmente en las empresas estatales, son un obstáculo para que la reforma logre funcionar en esas empresas” y “mientras no se alcance la unificación de las tasas de cambio se estará volando a ciegas en materia de planificación, de presupuesto y de gestión de la inversión extranjera”.
La unificación monetaria era uno de los principales y también uno de los más complejos retos pendientes dentro del proceso de reformas económicas para actualizar el modelo socialista iniciado por el presidente Raúl Castro.
Aunque el proceso comenzó en el 2013 con la creación de un cronograma de medidas, el “día cero” se fue posponiendo. Desde hace cinco años, cada mes de diciembre corrían en la isla los rumores de que la unificación era inminente, pero llegado enero no ocurría nada.
En marzo del 2014 los comercios estatales que antes solo aceptaban CUC comenzaron a aceptar el pago en las dos monedas, aunque la población se quejó entonces de que era una mera conversión y los precios, fueran en CUC o CUP, seguían siendo desproporcionados para el salario medio cubano, que actualmente roza los US$ 30 mensuales.
En diciembre del 2017, ante el Parlamento cubano, Castro reprochó el retraso de la reunificación y calificó la eliminación de la doble moneda como “el proceso más determinante” para avanzar en sus reformas.
“Nadie puede calcular el elevado costo que ha significado para el sector estatal la persistencia de la dualidad, lo cual favorece la injusta pirámide invertida, donde a mayor responsabilidad, se recibe una menor retribución”, sostuvo entonces el gobernante.
Alertó también de que la situación propiciaba la migración de trabajadores cualificados al sector no estatal, con salarios mayores y pagados además en CUC.
Otro de los problemas de la maraña generada por el uso de dos monedas es que ahuyentaba a los inversores extranjeros, un efecto muy dañino para Cuba, con una asfixiada economía urgentemente necesitada de capital foráneo y más en los últimos tiempos por los efectos de la pandemia del coronavirus y las nuevas sanciones de Estados Unidos.
Además, como anécdota, las leyes cubanas prohibían tajantemente a los visitantes sacar CUC de la isla, lo que le costó algún que otro susto a turistas que trataron de abandonar el país con un “souvenir” numismático en la cartera.