Banqueros, empresarios, celebridades, ambientalistas y hasta voces del agronegocio preconizan una reconversión verde para sacar a Brasil de la recesión y aumentan la presión sobre el gobierno de Jair Bolsonaro, en momentos en que los incendios arrasan las florestas y los humedales del país.
“Tenemos una gran ventana de oportunidades, deberíamos aprovecharla para pautar una reactivación económica sostenible” tras la pandemia de coronavirus que hundió la economía mundial, dijo Paulo Branco, director del Instituto Fronteras del Desarrollo.
“Con nuestro gran potencial verde, una agenda agroambiental es la condición de una recuperación más rápida”, sostuvo igualmente Marcello Brito, de la Coalición Brasil Clima. Esa articulación, formada por 230 grupos ambientalistas y empresas del agronegocio, instó la semana pasada al gobierno a detener la deforestación “de manera rápida y permanente”.
Pero sin señales de ser oída por Bolsonaro, que defiende la explotación comercial y energética de la Amazonía, califica de “cáncer” a las oenegés y critica a otros países por querer apoderarse de las riquezas naturales de Brasil.
El mandatario ultraderechista dijo la semana pasada que “Brasil es el país que más preserva el medio ambiente”, mientras imágenes de los incendios de proporciones históricas arrasaban el Pantanal, el mayor humedal de agua dulce del planeta.
“Lamento que la cuestión ambiental se ideologizara. No defiendo el medio ambiente solo porque me gusten los árboles, sino porque quiero que este país crezca y para eso necesito del agronegocio. Si destruimos la Amazonía, a medio plazo destruimos el agronegocio brasileño”, dijo Shigueo Watanabe, investigador senior del Instituto ClimaInfo.
Reorientar la inversión
Invertir en una economía más verde en Brasil podría generar hasta el 2030 dos millones de empleos y un aumento del PBI de 2.8 billones de reales (US$ 530,000 millones), según el estudio “Una nueva economía para una nueva era”, publicado en agosto por el Instituto de Recursos Mundiales, capítulo Brasil (WRI, por sus siglas en inglés).
“Este estudio trae un mensaje muy importante: una recuperación verde permitirá a Brasil crecer más que con el modelo de desarrollo actual”, dijo Viviane Romeiro, coordinadora de clima de WRI Brasil.
Según Romeiro, “el crecimiento verde no implicaría una ruptura, sino la reorientación de la inversión y el fortalecimiento y la amplificación de las buenas prácticas y políticas existentes ya en los sectores de infraestructura, agropecuaria e innovación industrial”.
Watanabe sostiene que “no se necesita cortar otro árbol para expandir el agronegocio. Medidas prácticas podrían empezar a implementarse muy rápidamente: existe la tecnología y cosas como el manejo de pastoreo tienen un impacto inmediato”.
La gigante de los cosméticos Natura preconiza desde hace dos décadas prácticas sustentables y una economía que mantenga la selva en pie. “Esta articulación, de este tamaño, es novedosa”, comenta Denise Hills, directora global de Sustentabilidad de la marca.
Hills opina que “no existirán más empresas con buenos resultados de negocios que estén disociados de su impacto ambiental. Las personas están más conscientes de esto. Las nuevas generaciones están en línea con este tema y existe un consumo casi activista de estas generaciones”, afirma.
La presión viene también de afuera, con la resistencia de varios países europeos a aprobar el acuerdo comercial firmado el año pasado entre la Unión Europea y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
Francia planteó el viernes tres “exigencias” para apoyar ese acuerdo, entre ellas la garantía de que los intercambios comerciales no acelerarán la deforestación.
En junio, fondos de inversión que manejan cerca de US$ 4 billones amenazaron con dar la espalda a Brasil si el gobierno no cambia su política ambiental.
Paulo Branco cree que la presión económica puede pesar en Brasil, que entró en recesión en el segundo trimestre con una contracción récord de 9.7% del PBI. Pero duda de que los cambios se produzcan durante la gestión Bolsonaro.
“Veo un gobierno que actúa por conveniencia, pero que está preso de su ideología, es distópico, está fuera de su tiempo”, afirma.
El académico lamenta que “la madurez” alcanzada en torno a una agenda sustentable deba concentrarse en “evitar retrocesos y en resistir al negacionismo absurdo, en vez de unir esfuerzos en una visión de futuro centrada en la bioeconomía”.