Abandonar Hong Kong se ha convertido en una posibilidad sugerente para un buen número de hongkoneses, más con la aprobación de la ley de seguridad ratificada este martes en Pekín, que se suma a la inestabilidad política y el deterioro de la calidad de vida en los últimos años en la conocida como “Perla de Asia”.
"Hong Kong ya no es lo que era. Muchas personas adineradas y profesionales quieren irse. Tengo sentimientos encontrados", comenta el consultor hongkonés John Hu, fundador de una empresa que asesora a personas que quieren emigrar de la ciudad financiera, especialmente a países occidentales.
Jóvenes profesionales, adinerados hombres de negocios y amas de casa están entre sus clientes, que se han multiplicado por cinco en las últimas semanas, relata.
Uno de los motivos que los hongkoneses esgrimen para escapar de la ciudad es la nueva ley de seguridad, que oficialmente tiene como objetivo "salvaguardar la seguridad nacional" frente a la tan temida "injerencia extranjera" que Pekín considera que está detrás de las multitudinarias protestas que arrancaron hace más de un año.
Sin embargo, abogados y activistas hongkoneses creen que la ley -que podría incluir penas de hasta cadena perpetua para "actos de secesión, subversión, terrorismo y confabulación con fuerzas extranjeras para poner en peligro la seguridad nacional"- terminará por cercenar las libertades de que goza la ciudad.
El coste de emigrar
En la ciudad son muchos quienes temen los efectos adversos de la nueva ley y critican que se haya aprobado directamente desde Pekín, pasándose por alto el Legislativo hongkonés, violando -en su opinión- la Ley Básica hongkonesa, considerada la “mini-constitución” de la ciudad semiautónoma.
De hecho, China debate la inserción de la norma en el anexo III de la Ley Básica, y ésta se promulgaría a través de su publicación en un boletín oficial local hongkonés.
"Da miedo. No queremos que nuestros hijos crezcan en un lugar donde hablar implica caminar sobre arenas movedizas. A eso se suma la incertidumbre económica, me preocupa que no puedan encontrar un trabajo decente en el futuro", comenta Yan Cheung, madre de dos hijos que trabaja en un banco.
Su familia lleva tiempo pensando en emigrar a Australia, pero la legislación les ha hecho dar el paso definitivo.
No obstante, emigrar no es tan sencillo y requiere un alto nivel adquisitivo: entre las opciones más populares está solicitar un "visado dorado" en países como Portugal, donde se garantiza el permiso de residencia a extranjeros tras una inversión inmobiliaria de medio millón de euros.
Otros optan por el visado de "innovación e inversión empresarial" que ofrece Australia, diseñado para propietarios de negocios que contraten al menos a un empleado local y generen beneficios anuales de más de US$ 300,000.
Una cuestión de principios
Un funcionario público, que pide no ser identificado por temor a represalias, confiesa a Efe que la ley de seguridad le hizo pensar en abandonar Hong Kong por primera vez.
"Mi duda es qué pasaría si el Gobierno me obliga a jurar lealtad a Pekín, o si me pone en una posición en la que tengo que hacerles el trabajo sucio en contra de mi conciencia. Puede suceder, y no quiero ser partícipe de ellos", relata.
Añade que, para los hongkoneses, verse privados del nivel de autonomía del que gozan hasta ahora supondría perder su elemento diferenciador respecto a la China continental comunista.
Por ello, muchos han puesto sus miras en el Reino Unido: el 28 de mayo, día en que la ANP aprobó el borrador de la ley, el primer ministro británico Boris Johnson anunciaba que, si Pekín seguía adelante con su plan, podría conceder la ciudadanía a millones de habitantes de la excolonia, que devolvió a China en julio de 1997.
El Gobierno británico ha reiterado que la propuesta de China de aplicar una ley de seguridad nacional para Hong Kong es una "violación" de las obligaciones internacionales de Pekín y que puede perjudicar la libertad de los habitantes de ese territorio.
Johnson señaló a los medios locales que los habitantes de Hong Kong que disponen del llamado pasaporte Nacional Británico (BNO, en inglés) podrán residir en el Reino Unido por un periodo máximo de 12 meses sin necesidad de contar con visado, frente a los actuales seis meses.
Los pasaportes BNO fueron concedidos a los ciudadanos de Hong Kong antes de que el territorio volviera a soberanía china en 1997 y, si bien tienen algunos derechos en materia de política exterior, no se les permite trabajar o vivir permanentemente en el Reino Unido.
Unas 350,000 personas en Hong Kong tienen ese pasaporte, pero se estima que 2.6 millones tienen derecho a él.
Londres estudia concederles otros derechos, como el de empleo, lo que, según Johnson, les situaría "en el camino a la ciudadanía".
Sean, un estudiante de arte de 21 años que nació después de 1997 -por tanto, no puede solicitar un pasaporte BNO- tiene otro problema: tampoco es rico y su familia es demasiado "pro-Pekín".
"No conozco a nadie en mi círculo que vaya a irse de Hong Kong o que pueda hacerlo. El 70% de mis compañeros y sus familias no tienen un BNO", comenta el joven, participante en varias de las protestas que azotaron la ciudad el año pasado.
Cree que "el sistema establecido se está desintegrando", pero que no tiene recursos para irse.
“Además, ¿por qué debería irme? Si un ladrón entra en tu casa lo normal es que se vaya él, no tú”, indica, antes de añadir que “el mundo está con Hong Kong. Todavía hay esperanza”.