Las grandes petroleras están en un extremo del debate sobre el clima y se enfrentan a un escenario de equilibrio desconcertante para asegurar su futuro.
La situación es complicada: para cumplir los ambiciosos objetivos de emisiones invirtiendo en tecnologías bajas en carbono, tendrán que depender de los ingresos de la expansión de sus negocios en petróleo y gas, para los que existe aún una creciente demanda global.
Por un lado, deben satisfacer a los grandes inversores que recompensan a las empresas con políticas climáticas progresistas y desprecian a los grandes contaminadores; pero por otra parte no pueden arriesgarse a reducir los generosos dividendos que mantienen felices a los accionistas.
La forma en que las compañías de energía naveguen por este laberinto podría determinar los ganadores y perdedores en un futuro con menos emisiones de carbono, y ayudar a determinar si el mundo puede frenar el calentamiento. Así que no hay presión.
Esta confusión se ha puesto de manifiesto esta semana en el Foro Económico Mundial que se celebra en la estación suiza de Davos, donde las grandes petroleras, los gigantes petroleros estatales y los ministros han estado debatiendo a puerta cerrada en su mayor reunión del año.
Mientras los activistas del clima, sobre todo Greta Thunberg, han pedido que se detenga toda la producción de combustibles fósiles para evitar una catástrofe, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, denunció a los “profetas de la tragedia” y destacó la importancia económica del petróleo y el gas.
"Parece que estamos en el epicentro de este debate. Estamos justo entre las necesidades energéticas y el cambio climático", dijo Al Cook, vicepresidente ejecutivo del gigante energético noruego Equinor.
"Si escuchas los discursos de Davos, alguna gente dice que lo único importantes es el crecimiento económico y la energía. Otros piden detener el petróleo y el gas de inmediato. Debemos hallar una forma de equilibrar esto, pero el desafío es que no se puede ser siempre popular en ambos lados ", dijo Cook.
El costo de la energía limpia
Repsol está a la vanguardia de la iniciativa climática de la industria, tras anunciar este año que planea convertirse en carbono neutral para el 2050. Como resultado, el fondo soberano noruego ha duplicado su participación en la empresa energética española.
Mientras, Equinor ha lanzado un objetivo para reducir las emisiones a casi cero en su producción en alta mar en Noruega para el 2050, y está convirtiendo en un parque eólico de US$ 10,000 millones en Reino Unido, el más grande del mundo.
La petrolera francesa Total anunció este año inversiones en una de las plantas de energía solar más grandes del mundo, en Qatar. También planea abrir 20,000 puntos de recarga de energía en Holanda e invertir en plantar millones de árboles en Perú.
Las principales firmas petroleras europeas han fijado objetivos de reducción de carbono de diversa amplitud. Shell ha establecido una "ambición" para reducir a la mitad las emisiones de "Alcance 3" para el 2050 de los combustibles y productos que vende a sus clientes en lugar de sus propias operaciones.
Reuters informó esta semana que BP también pretende ampliar de forma significativa sus objetivos.
Las empresas pueden promocionar credenciales ecológicas para satisfacer a inversores y activistas sustentables, pero ¿cómo pueden pagar la factura?
Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de Energía, el organismo supervisor energético para las naciones industrializadas, dijo que la realidad es que las inversiones de la industria en energía limpia representan solo una pequeña fracción de sus gastos.
"El año pasado, solo el 1% del gasto de capital total se destinó a tecnologías limpias. Pero esas inversiones crecerán a medida que las empresas tengan que equilibrar sus objetivos de ganancias a corto plazo con una licencia social en el largo".
"Algunas compañías no necesitarán pedir prestado más, otras tendrán que pedir prestado más, pero todas se verán afectadas por la transición energética", agregó.
Según indicó, la industria se centrará en los próximos años en reducir las emisiones de metano de sus propias operaciones, que constituyen el 15% de todas las emisiones globales de efecto invernadero.
"Esta parte se puede hacer de forma relativamente económica", agregó. "La parte más costosa incluirá la captura y almacenamiento de carbono, la energía eólica marina y el mayor uso de hidrógeno".
Otro desafío importante para la acción climática es la falta de un consenso global.
En Estados Unidos, donde Trump está alentando la producción de petróleo y gas y ha abandonado el acuerdo climático de París, las petroleras están a la zaga de sus rivales europeos en cuanto a objetivos de emisiones. Chevron ha fijado planes de reducción limitados y ExxonMobil no tiene objetivos.
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