El colosal cese de pagos que Argentina declaró hace 20 años será recordado como uno de los eventos más resonantes de la dramática historia del país como “deudor serial”, una medida drástica, adoptada en medio de una crisis sin precedentes, y cuyas consecuencias aún no se han resuelto.
“Vamos a tomar el toro por las astas. En primer lugar, anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa”, dijo el 23 de diciembre del 2001 el peronista Adolfo Rodríguez Saá al asumir una Presidencia provisional del país que duró apenas una semana y cuya principal medida de gobierno fue declarar el “default” de deudas por US$ 102,000. millones.
El mayor cese de pagos de la historia argentina fue declarado tras el estallido de la crisis económica y social que eclosionó luego de la creación del “corralito” bancario a inicios de diciembre del 2001 y la convulsión política que se saldó tres semanas después con la renuncia del radical Fernando de la Rúa a la Presidencia argentina.
Tras el “default” vino la salida de la convertibilidad “uno a uno” entre el dólar estadounidense y el peso argentino, un estrepitoso derrumbe económico y la virtual expulsión de Argentina de los mercados internacionales de colocación de deuda.
“Nunca nos pudimos recuperar del default porque Argentina siempre luce como un país que puede ir nuevamente a un impago”, dijo a Efe el economista Pablo Tigani, director de la consultora Hacer.
La mala reputación del país como emisor de deuda le imposibilita actualmente financiarse en los mercados internacionales.
Reestructuración y “buitres”
En el 2005, Argentina logró una adhesión de 76.15% para su oferta de reestructuración de los bonos en mora desde el 2001, que implicaba una quita nominal de 65.4%.
El canje fue reabierto en el 2010 y Argentina logró elevar el nivel de adhesión al 92.4%.
Pero los acreedores que no adhirieron a la reestructuración en buena parte acudieron a tribunales internacionales para exigir a Argentina el pago de las deudas.
Las batallas más aguerridas las dieron fondos de inversión especulativos -los “fondos buitre” como los llaman en Argentina- en tribunales de Nueva York, donde el país sufrió varios reveses judiciales.
En el 2014, Thomas Griesa, juez de distrito de Nueva York, falló a favor de los querellantes
Pero, además, como Argentina se negó a acatar el fallo, Griesa bloqueó los pagos del país a los acreedores que habían aceptado los canjes del 2005 y 2010 y así el país cayó en cese de pagos selectivos.
Más deuda y nueva reestructuración
Fue el gobierno del conservador Mauricio Macri (2015-2019) quien, en el 2016, apenas asumido el Ejecutivo, llegó a un acuerdo con los acreedores litigantes para regularizar la deuda.
“En el 2016 se emitieron bonos por US$ 16,000 millones y se le pagó a los fondos buitres buscando recuperar la confianza internacional y volver a los mercados de deuda. Entre el 2016 y 2018 se emitió mucha deuda”, dijo Ignacio Marutian, integrante del Museo de la Deuda Externa, un singular espacio en la Universidad de Buenos Aires que recorre los dos siglos de Argentina tomando préstamos frecuentemente impagables.
El raid del endeudamiento incluyó una inédita colocación en el 2017 de un bono a cien años y la firma en el 2018 de un acuerdo de auxilio financiero con el FMI por el que el organismo giró al país la inédita suma de US$ 44,200 millones, un crédito que no logró evitar el hundimiento económico.
Con una acelerada fuga de capitales, la economía en recesión desde el 2018 y costes de financiación cada vez más elevados, Macri terminó por diferir en forma unilateral el pago de la deuda de corto plazo en moneda local y admitiendo la urgencia de negociar una extensión de plazos de pago de toda la deuda externa.
Fue su sucesor, el peronista Alberto Fernández, quien, tras meses de duras negociaciones con fondos de inversión, logró en septiembre del 2020 reestructurar títulos en manos de acreedores privados por US$ 105,000 millones.
Pero el país aun tiene pendiente cerrar un acuerdo con el FMI para refinanciar las deudas con ese organismo, un desafío contrarreloj ya que Argentina no está en condiciones de afrontar los pesados vencimientos con el Fondo de los próximos tres años.
“La deuda sigue siendo uno de los principales problemas del país y seguimos renegociando, a pesar de haber tenido una reestructuración exitosa en plena pandemia”, observó Marutian.