Cuando la enfermera María Alexeyeva contrajo el coronavirus en su trabajo, se quedó en su casa y acató las reglas dispuestas por las autoridades: Consultó con los médicos periódicamente, no salió de su departamento y descargó una aplicación exigida por la municipalidad para seguir los pasos de los pacientes en cuarentena.
La aplicación Monitoreo Social rastrea a los usuarios a partir de su sistema de GPS y les envía avisos al azar pidiéndoles un selfie para corroborar que están en sus casas. Si comprueban que salieron o si no envían una foto, se los multa con el equivalente a unos US$ 56.
La aplicación resultó una pesadilla para Alexeyeva. No funcionó cuando intentó tomarse una foto. Debilitada por la enfermedad, le costó aprender a usar el software y a veces se pasó horas hablando con técnicos. Cuando terminó su cuarentena, descubrió que tenía 11 multas pendientes, por US$ 620.
“Es más de lo que gano en un mes”, dijo Alexeyeva a la Associated Press. “La cuarentena fue dura. Y por si eso fuera poco, ahora tengo que lidiar con esto”.
Miles de moscovitas se quejan de que reciben multas injustificadas. En poco más de un mes, las autoridades emitieron 54,000 multas, por un total de US$ 3 millones entre los 70,000 usuarios de la aplicación.
Las autoridades insisten en que las multas estuvieron justificadas y en que se castigó a quienes violaron en reiteradas ocasiones la cuarentena. Pero los usuarios afirman que la aplicación tiene fallas, que a veces pide selfies en medio de la noche y que aplica multas arbitrariamente.
Moscú ha sido el principal foco de la pandemia en Rusia, con casi la mitad de los 414,000 casos registrados hasta ahora en el país. Es una ciudad de 12 millones de habitantes y las autoridades decidieron usar la aplicación que genera tantas críticas para contener la propagación del virus.
Luego de que se detectaren los dos primeros casos en febrero, el alcalde Sergei Sobyanin autorizó el uso de software de reconocimiento facial para rastrear a los ciudadanos chinos de la capital, provocando críticas de organizaciones de derechos humanos.
Cuando la municipalidad emitió pasaportes digitales en abril, se formaron largas colas en el tren subterráneo porque la policía revisaba los teléfonos de cada individuo.
La principal queja, no obstante, fue en torno a la aplicación Monitoreo Social, lanzada a principios de abril y de uso obligatorio para los infectados y las personas que se sospechaba podían tener el virus.
Los pacientes dicen que tuvieron que firmar un formulario en el que se comprometían a instalar la aplicación, pero que no se les dijo cómo usarla ni qué había que hacer para evitar multas.
Grigory Sajarov, quien se aisló por su propia cuenta después de pasar una semana en un hospital por una neumonía provocada por el coronavirus, recibió seis multas, por un total de US$ 336. Dos se remontan a los días en que todavía estaba hospitalizado, a pesar de que instaló la aplicación después de que fue dado de alta.
”No me molesta pagar una multa si cometí una falta, pero no entiendo por qué me están multando”, afirmó Sajarov.
Svetlana Bystrova se encerró en su casa con síntomas como los de una gripe y no instaló la aplicación. Dice que sus médicos no le dijeron que tenía que hacerlo y que no se dio cuenta de que el documento que firmó comprometiéndose a no salir de su casa incluía esa cláusula.
Después de dos semanas de encierro, Bystrova descubrió que le habían aplicado cuatro multas, por un total de US$ 224. Una fue por no instalar la aplicación, dos porque no estaba en su departamento y una por no dar detalles de sus faltas.
“Entiendo la que me dieron por no instalar la aplicación”, dijo Bystrova. “Pero si no instalé la aplicación, ¿cómo pueden rastrear mis movimientos?”.
Vladimir Perevalov dice que instaló la aplicación y envió selfies cada vez que se lo pidieron, pero recibió tres multas por US$ 168.
Las redes sociales están llenas de quejas. Hacia fines de mayo las autoridades habían recibido 2,500 reclamos cuestionando las multas y había más de 200 demandas. Tres peticiones exigiendo que se suspenda el uso de la aplicación recolectaron 94,000 firmas.
Tanya Lokshina, directora adjunta de la división de Europa y Asia Central de Human Rights Watch, dijo que muchos países usan aplicaciones de rastreo y que nunca vio una con tantas quejas.
“Es una situación absurda. Un disparate”, sostuvo Lokshina. “En lugar de ayudar a contener la pandemia, castiga a ciudadanos que tratan de respetar las leyes”.
El 21 de mayo Human Rights Watch pidió a las autoridades municipales de Moscú que dejen de usar la aplicación, diciendo que fija multas arbitrarias y que viola la privacidad de los usuarios al acceder a su ubicación, sus llamadas, su cámara, su información y otros datos.
El subjefe de personal de la alcaldía, Zlexei Nemeryuk, dijo que no habrá amnistía y que “hay un sistema para cuestionar las multas”.
Ese sistema, sin embargo, tampoco funciona, según Leonid Solovyov, de la organización de ayuda legal Apologia Protesta, que trabaja con un centenar de personas que fueron multadas.
Dijo que la gente debe presentar pruebas de que no cometió infracción alguna, lo que es complicado. Y que las autoridades emiten multas en base a una aplicación que no funciona bien. “Algunas multas son anuladas”, dijo Solovyov. “Pero solo en los casos más obvios”.
La municipalidad dijo que anuló 468 multas por no tomarse selfies porque la aplicación los pidió en medio de la noche.
Otro caso sonado fue el de Irina Karabulatova, una profesora que no puede levantarse de su cama y que no sale de su departamento desde hace un año. Recibió dos multas por no instalar la aplicación. Cuando su caso cobró notoriedad, anularon las multas y ella recibió un pedido de disculpas.
“Me cancelaron las multas porque el periodismo habló de mi caso”, dijo Karabulatova. “Pero ¿qué pasa con todos los demás?”.
El jueves Sajarov empezó a recibir mensajes diciendo que cancelaban sus multas. Alexeyeva, la enfermera, también fue contactada por funcionarios que le dijeron que anularían las suyas.
Poco después, la madre de Alexeyeva recibió multas. La aplicación detectó que salía de su departamento.
“Mi madre se aisló conmigo. No firmó el documento con la cláusula sobre el Monitoreo Social y no tiene la aplicación”, dijo Alexeyeva. “Parece que cantamos victoria demasiado pronto”.