El mundo se pregunta, entre muchos temores y una frágil esperanza, si ya empezó a pasar página con el COVID-19, al menos en los países donde la vacunación ya cubre a la mayoría de la población.
Estos son los diferentes escenarios, clasificados en colores:
Verde: razones para una esperanza
La epidemia parece estancarse en Europa, tras los picos provocados por la variante delta del virus.
Y a nivel mundial, la OMS destacó en la semana del 6 de setiembre “la primera bajada sustancial de los casos semanales en más de dos meses”.
“El número de casos semanales (3.6 millones) y de decesos (60,000) continúa bajando en el mundo”, añadió en su último informe del pasado martes, correspondiente a la semana del 13 de setiembre.
“Creo que en una gran parte del planeta -la mayor parte de Europa y del continente americano- la pandemia entra en su fase final”, estimó en Twitter el profesor François Balloux, del University College de Londres.
“Habrá brotes epidémicos en los próximos meses y años, pero no preveo oleadas comparables a las que vivimos en los últimos 18 meses”, añadió.
“Lo que estamos observando es una transición de un régimen de oleadas hacia un régimen de circulación más amortiguado, con variaciones menos fuertes”, declaró el epidemiologista Mircea Sofonea.
Esta mejora empuja a varios países europeos a suavizar sus restricciones, o incluso a levantarlas como hizo Dinamarca el 10 de setiembre.
“En quince días o tres semanas sabremos si la experiencia danesa es esperanzadora”, manifestó el epidemiologista Antoine Flahault.
Se sabrá entonces “si se puede recomendar a otros países europeos levantar la exigencia del pasaporte sanitario, e incluso la utilización de la mascarilla, sin correr el riesgo inminente de rebrote epidémico, aunque con la posibilidad de volverlos a instaurar en caso de contaminaciones”.
Naranja: razones de ser prudente
A pesar de la mejora actual, el final de la pandemia no está aún a la vista, consideran la mayoría de científicos, desconfiados tras desilusiones precedentes.
“Es demasiado pronto decir eso para el conjunto del planeta, aunque es cierto en las partes del mundo más vacunadas”, asegura el virólogo británico Julian Tang, que señala “importantes desigualdades en términos de vacunación”, según los países.
“Menos del 2% de la población de los países más pobres ha recibido al menos una dosis de vacuna”, añade Antoine Flahault.
En Sudamérica, 231 millones de personas han recibido una primera dosis de vacuna antiCOVID, más de 132 millones tienen el esquema completo de dos dosis y casi 9 millones se aplicaron la inmunización de dosis única, según cifras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de la semana pasada.
Mientras que Chile y Uruguay tienen una muy buena cobertura de vacunación, por encima del 60% o 70%, otros países siguen más atrasados, como Ecuador, Argentina y Brasil, con tasas de apenas el 30%, aunque creciendo.
Además, sigue produciéndose un “crecimiento exponencial de casos en varios lugares del planeta, en particular en Europa central y del Este, en África, Asia, Israel y en el continente americano (Canadá, El Salvador, Belice...)”, añade.
El hemisferio norte, donde gran parte de la población ya está vacunada en líneas generales, se adentra además en las estaciones frías del año, lo que lleva a agruparse en el interior, un ambiente donde el virus circula fácilmente.
“Globalmente es una situación que parece más favorable que durante el verano, pero atención a la situación en Europa y América del Norte cuando entremos en el otoño”, advierte Mircea Sofonea.
“La lección de esta pandemia es su carácter imprevisible”, recuerda Antoine Flahault. “Nadie había predicho la emergencia de la variante delta en India en la primavera pasada, aunque ese tipo de evolución era previsible”.
Rojo: razones para seguir inquieto
La variante delta es la dominante en el mundo actualmente. Aunque es particularmente contagiosa, no ha logrado vencer a las vacunas, que siguen siendo eficaces contra las formas graves de la enfermedad, aunque lo son menos contra la infección.
Pero eso podría empeorar.
“Si una mutación de la variante delta la convierte en más resistente ante las vacunas existentes, eso podría afectar a la evolución favorable actual”, explica el profesor Flahault.
“Por otra parte, una proporción muy importante de los países pobres no está vacunada, lo que puede llevar a importantes oleadas en esos países y a la emergencia de nuevas variantes”, añade.
En Nicaragua, solamente el 4% de la población ha sido vacunada. En Haití, menos del 1%.
“Mientras este virus siga circulando a un alto nivel en el mundo, no estaremos a salvo de nuevas olas. La urgencia, para la seguridad mundial, es vacunar al máximo posible de personas”, insiste.