Los esfuerzos del presidente estadounidense Joe Biden para recaudar apoyo, tanto a nivel nacional como internacional, antes de una posible invasión rusa a Ucrania es apenas la prueba más reciente de su capacidad de hacer a un lado las brechas de ideologías políticas y crear un equilibrio entre intereses que se contraponen a fin de construir una alianza efectiva frente a un enemigo común.
Si se toma en cuenta lo que va de su presidencia, no es algo seguro. Biden está tratando de crear un tipo de alianza a nivel internacional que ni siquiera ha podido armar en casa, donde tuvo derrotas sobre el derecho al voto, los gastos públicos y el cambio climático.
Ahora enfrenta un desafío más complicado y peligroso: mantener unido a Occidente de cara a lo que según funcionarios de la Casa Blanca es una probable invasión de Ucrania bajo órdenes del presidente ruso Vladimir Putin.
La combinación de desafíos se vislumbra como una prueba clave de las dos promesas fundamentales de la campaña que llevó a Biden a la presidencia en el 2020: de que podrá lograr metas a nivel nacional y al mismo restaurar la posición de Estados Unidos en el escenario internacional luego de los volátiles cuatro años de la presidencia de Donald Trump.
“Empezando con el caótico fin de la guerra en Afganistán, el aumento de casos de COVID-19 en el otoño, las preocupaciones económicas por la inflación y la escasez de mano obra y los problemas que está teniendo a nivel legislativo, Biden se encuentra frente a una población descontenta que ve una serie de promesas sin cumplir”, opinó Christopher Borick, director del Instituto de Opinión Pública del Muhlenberg College. “La situación en Ucrania es otra prueba sobre su competencia”.
La crisis en Ucrania ocurre en momentos en que mengua el apoyo popular al mandatario en las encuestas.
Sólo una cuarta parte de la población tiene confianza significativa de que Biden manejará eficazmente las fuerzas militares para promover la posición de Estados Unidos en el exterior.
Cerca de un 40% tiene poca confianza en el mandatario en ese tema, según una encuesta de The Associated Press y el Centro NORC para el Estudio de Asuntos Públicos. Los demócratas ahora están menos inclinados a decir que tienen “mucha confianza” en Biden, comparado con cuando él asumió la presidencia (48% frente a 65%), según el sondeo.
Funcionarios del gobierno han estado haciendo esfuerzos frenéticos para lograr un consenso dentro de la OTAN en momentos en que un ataque ruso luce cada vez más probable.
Los asesores de seguridad nacional de Biden han estado trabajando con varias naciones europeas, con la Comisión Europea (CE) y con proveedores globales para elaborar planes de contingencia en caso de que Rusia interrumpa el suministro de energía al continente.
Biden ha advertido varias veces que no enviará tropas a Ucrania, pero ha colocado a 8,500 soldados en estado de alerta para un posible despliegue a la región báltica. Además, ha advertido sobre las “enormes consecuencias” y las sanciones severas contra Rusia —y contra Putin personalmente— si Rusia ataca militarmente a Ucrania.
Biden ha dicho que ha hablado con todos los aliados dentro de la OTAN y que “todos estamos de acuerdo”.
De hecho, Biden, quien se reunió el lunes por videoconferencia con varios líderes europeos, asegura que hay “unanimidad total” en la alianza occidental, pero hay indicios de discrepancias.
Alemania, por ejemplo, se ha negado a dar asistencia militar a Ucrania a pesar de que Estados Unidos y otros países de la OTAN sí lo han hecho. Los alemanes argumentaron que tal ayuda podría inflamar aún más las tensiones.