Las declaraciones realizadas por funcionarios de la Fed a fines de la semana pasada en el simposio de Jackson Hole, Wyoming, confirmaron el consenso en la expectativa del mercado de que el banco central de Estados Unidos aumentará las tasas de interés dos veces más este año, lo que correspondería al mayor ajuste anual en más de una década.
Los aumentos se llevarían a cabo incluso cuando la Fed está reduciendo el tamaño de sus balances de US$ 4 billones. Sin embargo, a juzgar por la señal más importante, el discurso del presidente Jerome Powell, es posible que este camino esté lejos de ser definitivo.
Hay dos buenas razones por las que los participantes del mercado han prestado tanta atención a la reunión anual de banqueros centrales nacionales y extranjeros. En primer lugar, algunos presidentes de la Reserva Federal han utilizado la instancia para dar señales de iniciativas políticas de gran importancia (como lo hizo Ben Bernanke en el 2010, con la segunda ronda de flexibilización cuantitativa). En segundo lugar, el foro permite a los medios un acceso inusualmente bueno a los banqueros centrales.
La semana pasada, la mayoría de los funcionarios de la Fed entrevistados reforzaron la idea de que la Fed elevará las tasas de interés en septiembre y diciembre. Este mensaje fue reafirmado por Powell, quien indicó que "probablemente serán adecuados nuevos aumentos graduales en el rango meta para la tasa de fondos federales".
Este fortalecimiento de la señal de política anterior tuvo lugar en el contexto de lo que Powell mencionó brevemente como "factores de riesgo en el exterior”. Pero el máximo funcionario de la Fed eligió enfatizar la fuerte expansión de la economía estadounidense.
"Gracias a una sólida confianza en hogares y empresas, saludables niveles de creación de empleo, ingresos cada vez mayores y estímulos fiscales por venir, hay buenas razones para esperar que este sólido desempeño continúe", dijo.
Estos indicadores hacen referencia a un desempleo e inflación en niveles coherentes con el crecimiento económico sostenible y los objetivos de la Fed, a pesar de alguna debilidad reciente en los sectores de vivienda y automóviles.
Sin embargo, es solo cuestión de tiempo antes de que se perciba que estas vulnerabilidades se están extendiendo por parte de aquellos que ven incorrectamente el aplanamiento continuo de la curva de rendimiento (el diferencial entre los bonos a 2 y 10 años alcanzó 19 puntos básicos la semana pasada) como un indicador de que se avecina una importante desaceleración económica. Sin embargo, la incertidumbre externa es multifacética, con un riesgo bajista agregado de un círculo vicioso autoalimentado.
Aunque previamente este año muchos acogieron de buena manera la perspectiva de un repunte global sincronizado, las trayectorias de crecimiento han divergido a medida que aumenta la incertidumbre en Europa y China.
La crisis monetaria en Turquía está lejos de haber terminado, especialmente porque el gobierno continúa descartando el uso de dos herramientas políticas importantes (tasas de interés e intervención del Fondo Monetario Internacional). Mientras tanto, la renovada caída de las monedas de mercados emergentes de la semana pasada pone en peligro a los países con considerables desajustes de divisas y grandes necesidades de financiación inmediata.
Luego están la diversidad de acertijos económicos internos de EE.UU. que Powell abarcó en su discurso. Las incertidumbres estructurales que respaldan la necesidad de lo que llamó una "estrategia de gestión de riesgos" están vinculadas a una lista relativamente larga de asuntos, como el comportamiento salarial y de productividad, las innovaciones tecnológicas, el régimen comercial internacional y el impacto de los cambios demográficos e impulsos fiscales.
Eso significa que "el tema de la gestión de la incertidumbre en la formulación de políticas sigue siendo particularmente importante", dijo Powell. Y esto se refleja en una fluidez inusual de las métricas que Powell llamó elegantemente "muy parecidas a las estrellas celestes": la combinación de la estrella “t” (tasa de interés natural), la estrella “d” (de desempleo) y la estrella "π" (el objetivo de inflación). Como tal, la tarea de la Reserva Federal de evitar "los dos errores" –el de un ajuste exagerado o menor a lo requerido– es "difícil hoy porque la economía ha ido cambiado de maneras que son difíciles de detectar y medir en tiempo real".
Otro factor es la incertidumbre que Powell ha mencionado en el pasado, pero que esta vez solo abordó de paso, denominándola "excesos desestabilizadores". Estos incluyen una excesiva asunción de riesgos y una extensión excesiva en los mercados financieros que, si no se abordan, presentan riesgos para las perspectivas económicas.
En otras palabras, la posibilidad de que la postura de la política de tasas de interés/balances que cumple con el doble mandato de empleo e inflación, pueda no ser necesariamente coherente con la estabilidad financiera. Y al igual que las "estrellas", esta incertidumbre tiene dos lados.
Todo esto indica que, más allá de septiembre, las perspectivas de política monetaria podrían ser cada vez más inciertas. No importa cuán seguros hayan parecido varios de los presidentes de los bancos regionales en Jackson Hole, hay un conjunto creciente de preguntas legítimas internas y externas que influyen en lo que la Fed terminará haciendo en diciembre, sin considerar el próximo año.
No me sorprendería demasiado que un aumento en las tasas en septiembre no fuera seguido por uno en diciembre. El otro escenario es que la Fed lleve a cabo las alzas en las tasas en septiembre y diciembre, pero que tome una pausa más larga en marzo.
Por Mohamed A. El-Erian
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.