Por Ramesh Ponnuru
En una entrevista con George Stephanopoulos de ABC News, el presidente Joe Biden negó que la percepción de que sea más blando que su predecesor ha contribuido a un aumento de migrantes en la frontera con México. Pero muchas personas que apoyan al presidente —como el representante demócrata Don Beyer de Virginia y Juliette Kayyem, una funcionaria de la Administración del expresidente Barack Obama— han dicho que está equivocado.
Kayyem dice que los traficantes han exagerado hasta qué punto Biden acogerá a los inmigrantes. Pero no es solo una cuestión de rumores. Alan Bersin, designado por Obama para dirigir la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos durante su primer período, dice que “para los menores no acompañados y las familias con niños menores de 6 años, la frontera está abierta”.
Biden ahora está siendo atacado desde la derecha e incluso de partes de la izquierda por el aumento. Los republicanos lo critican tanto por provocarlo como por responder hipócritamente. Su Gobierno está deteniendo a menores después de cuatro años de ataques demócratas contra el presidente Donald Trump por poner a “niños en jaulas”.
Alexandria Ocasio-Cortez, la congresista demócrata del Bronx, dio un poco de crédito bipartidista a esa crítica cuando respondió a la noticia de que se había abierto un centro de detención para menores migrantes al tuitear: “Esto no está bien, nunca ha estado bien, nunca estará bien — No importa la Administración o el partido”.
Las políticas migratorias de Biden no son moralmente equivalentes a las peores de Trump. En la primavera de 2018, el Gobierno anterior anunció una política de “tolerancia cero” de procesar penalmente a todas las personas que cruzaran la frontera ilegalmente.
La implementación de esa política requirió poner a los adultos que cruzaban la frontera en la cárcel y quitarles a sus hijos a una escala mucho mayor que antes. Así pues, la política de Trump se conoció como “separación familiar”.
Algunos funcionarios de la Administración Trump argumentaron en ese momento que la posibilidad de una separación era un elemento disuasorio útil para la inmigración ilegal. Una protesta bipartidista llevó a Trump a abandonar la política ese verano, aunque posteriormente surgieron informes ocasionales de que estaba considerando reinstaurarla. El Departamento de Seguridad Nacional estimó más tarde que 3,014 niños fueron separados de sus padres durante el período.
Afortunadamente, Biden no ha vuelto a implementar esa política. Sugirió a Stephanopoulos que sus políticas son una alternativa a ese enfoque brutal. Pero eso es engañoso: Biden podría haber continuado una serie de políticas que Trump había implementado después de la separación familiar y que parecían funcionar para mantener la migración bajo control. Biden suavizó el requisito de que los solicitantes de asilo en México se queden allí mientras se resuelven sus casos.
Combinar los dos temas —la separación familiar y el programa “Quédate en México”— parece estar convirtiéndose en una artimaña común para la Administración de Biden. Cuando el representante Michael McCaul, republicano de Texas, le preguntó al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, sobre el programa “Quédate en México”, Mayorkas respondió cambiando de tema, y dijo que la separación familiar era “inaceptable”.
Otro argumento habitual es afirmar que la Administración Trump “desmanteló” el sistema de asilo. Eso tampoco es cierto. Se otorgó asilo a más personas durante cada año del Gobierno de Trump que durante cualquier año de la presidencia de Obama.
En lugar de continuar con estos juegos retóricos, Biden debería desempolvar una copia de un informe de 2019 de un consejo bipartidista al Departamento de Seguridad Nacional. El documento sugería una serie de cambios legislativos y administrativos que merecen un seguimiento.
Una ley contra la trata de personas actualmente exige que la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza separe a los menores migrantes de sus familiares que no sean sus padres, incluso si la agencia no cree que esos familiares representen una amenaza para los niños. El informe recomienda una enmienda para permitir que la agencia tenga más flexibilidad. Aconsejó que se implementaran pruebas rápidas de ADN para descubrir falsas afirmaciones de paternidad.
El informe también instó al Congreso a proporcionar la detención humana de las familias como una unidad hasta que se puedan evaluar sus solicitudes de asilo. Esa recomendación provocó una disidencia dentro del consejo, y la controversia al respecto ha impedido que el Congreso actúe.
Pero el informe concluye que los límites a dicha detención han “creado una situación en la que cientos de miles de migrantes adultos de Centroamérica fueron alentados por grupos criminales de tráfico de personas a llevar con ellos a un menor a fin de garantizar su rápida liberación en EE.UU.”
Es un tipo de desastre humanitario diferente de la política de separación familiar, pero aun así es un desastre humanitario. Cada día que el Gobierno de Biden evade el tema —discutiendo sobre si calificar las condiciones en la frontera de “crisis”, obstruyendo a la prensa— merece asumir una mayor responsabilidad por ese desastre.