Por semanas, Donald Trump sometió a las instituciones democráticas de Estados Unidos a presiones sin precedentes en su empeño por mantenerse en el poder a pesar de haber perdido las elecciones. Las instituciones, no obstante, resistieron a pie firme.
El Colegio Electoral hizo lo suyo el lunes y confirmó formalmente la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales. Prevaleció la voluntad del electorado a pesar de las presiones de Trump para alterar los resultados.
“La llama de la democracia fue encendida hace mucho tiempo en esta nación. Ahora sabemos que nada, ni una pandemia ni el abuso del poder, puede extinguir esa llama”, expresó Biden poco después de confirmarse su triunfo.
La votación del Colegio Electoral fue la afirmación más importante que ha habido hasta ahora de la victoria de Biden y de la integridad del sistema electoral, que estuvo sometido a un sostenido ataque infundado de parte de Trump y sus aliados.
Historiadores y expertos en la democracia, no obstante, dijeron que temen que las tempestuosas semanas que siguieron a la votación hayan sacado a la luz la fragilidad de los instrumentos diseñados para proteger la voluntad del electorado.
“Se siente cierto alivio a corto plazo, pero me preocupa mucho la posibilidad de que estas instituciones cedan ante más presiones”, declaró Alex Keyssar, profesor de historia y de políticas públicas de la Universidad de Harvard. “Hemos notado una disposición a apartarse de normas que son necesarias para que instituciones bastante frágiles funcionen bien”.
Trump y algunos de sus aliados dejaron en claro que seguirán cuestionando las elecciones.
Desconocer los resultados debilitaría elecciones libres como nunca en la historia de Estados Unidos. Sin embargo, numerosos republicanos le han seguido la corriente a Trump hasta ahora, incluidos 126 representantes que se plegaron al llamado a que la Corte Suprema desconozca las victorias de Biden en cuatro estados clave.
Hubo algunos indicios de que los republicanos están listos para dar vuelta la página. Varios senadores que se negaban a reconocer la victoria de Biden lo hicieron el lunes, incluido Lindsey Graham, estrecho aliado de Trump.
Esto es poco consuelo para Edward Watts, profesor de historia de la Universidad de California de San Diego, quien dijo que Trump probablemente haya sentado un precedente nefasto y que es posible que en el futuro los candidatos se nieguen a reconocer los resultados de las elecciones sin presentar pruebas de que hubo irregularidades.
“Es bastante posible que otros lo intenten de nuevo”, dijo Watts. “Y cuando lo hagan, los esfuerzos serán más efectivos y fuertes. Hay que estar preparados para eso”.
Los esfuerzos de Trump por desconocer la victoria de Biden estuvieron mal encaminados desde un comienzo, en que los tribunales y algunos republicanos en cargos clave asomaron como escudos protectores de la democracia.
Los tribunales, incluidos numerosos jueces designados por Trump, fueron particularmente duros al decir que las acusaciones del presidente no tenían sustento alguno. Prácticamente todas las demandas presentadas por Trump y sus aliados fueron rechazadas y algunos jueces expresaron poca paciencia con los abogados republicanos.
“Los votantes, no los abogados, son quienes eligen al presidente”, dijo el juez Stephanos Bibas al negarse a frenar la certificación de la victoria de Biden en Michigan. Bibas, quien fue designado por Trump, dijo que la demanda era “descarada”.
Los gobernadores republicanos de Georgia y Arizona fueron tildados de traidores por Trump al certificar la victoria de Biden. Y el secretario de justicia William Barr, uno de los principales aliados de Trump, dijo que no había indicio alguno de que hubiese habido un fraude. Poco después renunció. La Corte Suprema también le dijo no a Trump.
Los disidentes, sin embargo, son la excepción más que la regla. Buena parte del partido Republicano apoya a Trump o guarda silencio, dándole espacio para cuestionar la integridad del proceso y la legitimidad de la victoria de Biden.
Jim Leach, un republicano que apoyó a Biden, dijo que los legisladores que se sumaron a la campaña de Trump “le hicieron mucho daño al país”.
“No sé de ninguna institución del gobierno que haya avergonzado tanto al país como lo hicieron ahora”, comentó Leach, un moderado que sirvió 30 años antes de perder su banca en el 2006.
Con excepción de una crisis electoral de 1876, en la que tanto republicanos como demócratas se declararon vencedores, el mayor revuelo electoral de la era moderna fue el del 2000, en que la Corte Suprema intervino y despejó el camino para que George W. Bush triunfase en la Florida y ganase las elecciones. Apenas se pronunció al tribunal supremo, Al Gore reconoció la victoria de Bush e hizo un llamado a la unidad.
Es casi seguro que Trump no seguirá su ejemplo y no está claro si asistirá a la asunción de Biden.
Steve Feldstein, quien fue funcionario del Departamento de Estado durante el gobierno de Barack Obama, hoy miembro del Carnegie Endowment for International Peace, dijo que el impacto de los cuestionamientos de Trump se verá después de que asuma Biden.
“Habrá que ver si todo esto se acaba cuando Trump deje la presidencia o si es el principio de un movimiento autoritario que puede socavar la esencia de la democracia”, expresó Feldstein.