El presidente Joe Biden criticó con dureza a los republicanos, a los que calificó de “imprudentes y peligrosos” por negarse a apoyar a los demócratas para aumentar el límite de endeudamiento de Estados Unidos y evitar un default de la mayor economía del mundo.
El mandatario también presiona a su propio Partido Demócrata para que apruebe sus multimillonarias iniciativas de infraestructura y reformas sociales.
De regreso de un fin de semana de descanso en su casa de Delaware, el mandatario se sumergió este lunes en el período más cargado de su presidencia hasta ahora.
Por un lado, enfrenta la determinación de los republicanos que buscan recuperar el control del Congreso en las elecciones legislativas de medio término el año próximo. Y por otro, trata de zurcir entre los demócratas para que aprueben los programas clave de su gobierno.
Con el discurso del lunes en la Casa Blanca, cargado de fuertes críticas a los republicanos, y un viaje a Michigan el martes para promover sus planes de gasto, el veterano político de 78 años espera retomar la iniciativa.
El legado de Biden depende en buena medida del plan para renovar la infraestructura por US$ 1.2 billones y del programa de gasto social que podría ascender a unos US$ 2 billones, según los últimos datos disponibles. Pero el país se enfrenta ahora a la amenaza de una moratoria sobre su deuda.
“Imprudentes y peligrosos”
Biden tildó de “imprudentes y peligrosos” a los republicanos por negarse a apoyar a los demócratas para aumentar el límite de endeudamiento de Estados Unidos.
La obstrucción de los republicanos puede llevar “nuestra economía hacia un abismo”, dijo Biden en el discurso, en el que agregó que no puede “garantizar” que el país evite un default a partir del 18 de octubre. “Si pudiera, lo haría”, añadió.
El aumento de este límite de emisión de deuda es resorte del Congreso.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, advirtió que a partir del 18 de octubre, Estados Unidos no contará con los fondos necesarios para cumplir sus obligaciones si el Congreso no actúa.
Aunque se ha aumentado o suspendido este tope de endeudamiento decenas de veces en las últimas décadas con votos de los dos partidos, este año los republicanos se rehúsan a aprobar este incremento.
Los republicanos del Senado quieren forzar a los demócratas a recurrir a una compleja maniobra legislativa para aprobar más deuda únicamente con sus votos, lo cual dejaría al oficialismo como único responsable del aumento del pasivo del país.
Los demócratas quieren evitarlo, y acusan a sus rivales de tomar de rehén a las finanzas de Estados Unidos, que tiene la mejor calificación crediticia (AAA).
Así los demócratas, que controlan el Senado por apenas un voto, tratan de solucionar la situación de la deuda al tiempo que intentan superar diferencias internas sobre la agenda de reformas de Biden.
El lunes, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, indicó que un incremento del tope de endeudamiento debería votarse “para el final de semana. Punto”.
“No podemos darnos el lujo de esperar hasta el 18 de octubre, pues es nuestra responsabilidad garantizar al mundo que Estados Unidos cumple sus obligaciones a tiempo”, remarcó.
¿Cuánto es suficiente?
Mientras espera la resolución de las tensiones bipartidistas, Biden recurre a toda su experiencia de casi cuatro décadas en el Congreso y ocho años como vicepresidente de Barack Obama para tratar de alcanzar una fórmula que una a las facciones de izquierda y de centro que conviven en su partido.
Su viaje del martes a un centro sindical de capacitación en Howell, Michigan, pretende mostrar a sus correligionarios que los planes de gasto de la Casa Blanca son populares entre los votantes.
Los moderados en la Cámara de Representantes y en particular en el Senado, donde la paridad de votos entre los dos partidos es extrema, rechazan apoyar la idea del ala izquierdista de aprobar unos US$ 3.5 billones para el plan de gasto social, mientras que éstos últimos no aceptan la contraoferta moderada de US$ 1.5 billones.
Por eso Biden impulsa ahora una iniciativa que totaliza unos US$ 2 billones.
El problema es que los dos bandos del oficialismo han decidido jugar duro. Los progresistas rechazan incluso respaldar el paquete de infraestructura del presidente si sus ambiciones en materia social no les son garantizadas antes de una votación.
El domingo, Schumer sostuvo que su objetivo es “tener las dos leyes listas el próximo mes”, añadiendo un nuevo plazo límite a un tenso e intenso período legislativo para Biden.