Los presidentes de China y Taiwán, Xi Jinping y Tsai Ing-wen, aprovecharon actos conmemorativos para reiterar este fin de semana sus posturas opuestas sobre la ambición de Pekín de “reunificar” la República Popular con la isla, a la que considera una provincia rebelde y cuya soberanía reclama desde hace décadas.
Xi, este sábado, y Tsai, hoy domingo, pronunciaron sendos discursos este fin de semana con el trasfondo de los homenajes de la Revolución de Xinhai (1911), celebrada en ambos territorios por su papel clave a la hora de poner fin a siglos de poder dinástico en China y por la posterior creación de la República de China, que en la actualidad sigue siendo el nombre oficial de Taiwán.
La isla se gobierna de manera autónoma desde que los nacionalistas del Kuomintang (KMT) se replegaran allí en 1949 tras perder la guerra civil contra los comunistas y continuaran con el régimen de la República de China, que culminó con la transición a la democracia en los 90; desde entonces, han tomado fuerza las voces que reclaman declarar la independencia de Taiwán como Estado soberano.
Xi: “La reunificación se conseguirá”
En Pekín la retórica no ha dejado de inflamarse desde el acceso al poder de Tsai en 2016, y de hecho Xi afirmó ayer que quienes “traicionen a la madre patria y busquen dividir al país (...) serán despreciados por el pueblo y condenados por la historia”.
Los isleños que defienden la idea de dejar atrás la República de China -que oficialmente sigue reclamando el territorio continental controlado por la República Popular- para proclamar Taiwán como un país independiente son un “grave peligro”, según el presidente chino, que los considera “el mayor obstáculo” para la reunificación.
Eso sí, a diferencia de anteriores ocasiones en las que se había negado explícitamente a renunciar al uso de la fuerza para conseguir su objetivo, Xi insistió esta vez en la idea de una “reunificación pacífica”.
El también secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) hizo un llamamiento a los “compatriotas” de la isla para que se pongan “en el lado correcto de la historia”, al tiempo que afirmó que la “reunificación completa puede conseguirse y se conseguirá”.
China ofrece un modelo con autonomía
Aunque en los últimos días las fuerzas aéreas chinas han realizado incursiones récord en la zona de identificacion aérea (ADIZ) de la isla en lo que la prensa oficial china califica de “advertencia” a los independentistas y a las “fuerzas extranjeras que los apoyan”, Xi volvió a incidir en la oferta de incorporar a Taiwán bajo el marco conocido como ‘un país, dos sistemas’.
Este modelo se se aplica en Hong Kong y Macao desde el fin de la época colonial (1997 y 1999, respectivamente) y supone la pertenencia a la República Popular pero con autonomía en diversas áreas como la económica o la fronteriza.
Sin embargo, la reacción de Tsai en su discurso de hoy deja entrever que la propuesta sigue sin seducir a las autoridades taiwanesas, ya que la mandataria isleña criticó la deriva política de Pekín en los últimos años y especialmente su cada vez más férreo control sobre Hong Kong en respuesta a las protestas prodemocráticas que se sucedieron en la ciudad durante la segunda mitad de 2019.
“Tras tomar el control completo de Hong Kong y reprimir a los activistas prodemocráticos, las autoridades de Pekín también se han alejado del camino de desarrollo político y económico que empezó (...) hace décadas”, denunció la presidenta.
“Los taiwaneses no se rendirán ante la presión”
“Nadie puede obligar a Taiwán a tomar el camino que China ha elegido” para la isla, afirmó hoy Tsai antes de añadir que Pekín “no ofrece ni un estilo de vida libre y democrático para Taiwán ni soberanía para sus 23 millones de habitantes”.
En referencia a la creciente tensión con Pekín -según el ministro taiwanés de Defensa, las relaciones atraviesan “su peor momento en 40 años”-, la mandataria quiso dejar claro que “de ninguna manera debería existir la impresión de que los taiwaneses se rendirán ante la presión”.
En su discurso, Tsai reclamó un “diálogo basado en la igualdad” y el mantenimiento del ‘statu quo’ para remendar los maltrechos lazos con Pekín, aunque reconoció que Taiwán “se encuentra en la situación más compleja y variable” desde el citado repliegue del KMT a la isla hace 72 años.
Washington, un actor clave
El aumento de las tensiones en torno a Taiwán es un tema cada vez más importante para los principales actores internacionales por sus posibles consecuencias geopolíticas, algo sobre lo que Tsai celebró hoy que “cada vez más amigos democráticos están dispuestos a alzarse en favor” de Taipéi, destacando la buena tendencia de las relaciones con Japón, la Unión Europea o Estados Unidos.
“En Washington, Tokio, Canberra y Bruselas, Taiwán ya no está al margen”, indicó.
Precisamente el papel de EE. UU. es clave, ya que Washington está comprometido por ley -desde 1979, con el Acta de Relaciones con Taiwán- a ayudar en la defensa de la isla y a suministrar equipos bélicos, un compromiso que ha generado numerosas fricciones entre Pekín y el país norteamericano.
Esta última semana surgieron informaciones que apuntaban a la presencia de militares estadounidenses en Taiwán para entrenar a las tropas locales, mientras la CIA creaba un centro especializado en China, país que ya consieera “la amenaza geopolítica más importante” que EE. UU. afronta en el siglo XXI.
Pese a ello, en los últimos días Pekín y Washington han dado muestras de estar dispuestos a aliviar las tensiones, con una larga reunión en Zúrich que se saldó con el compromiso de planificar una cumbre virtual entre Xi y su homólogo estadounidense, Joe Biden, que recientemente indicó que tanto él como el líder chino habían acordado respetar el “acuerdo” sobre Taiwán en una charla reciente, sin dar más detalles al respecto.