Brexit
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se está inclinando hacia la política de opción múltiple. Esto podría no ser algo malo.

Cuando se tiene un grupo de estudiantes particularmente bobos, incapaces de aprobar incluso el examen más simple, una solución muy usada es la prueba de selección múltiple. Al enfrentarse con cuatro posibles respuestas a una pregunta, incluso el estudiante menos inteligente tiene una posibilidad de hacerlo bien. (Funcionó conmigo y la física).

La política caótica en torno al ahora parece dirigirse hacia un examen con tres o cuatro respuestas a una pregunta. No está claro si los miembros del Parlamento o el público en general serán los examinados, probablemente ambos. Extrañamente, esta podría ser la soluciónmenos mala. Con menos de 100 días hasta el Brexit, es incorrecto que Theresa May intente detenerlo.

En primer lugar, algunos antecedentes. En un momento en que Westminster necesita un Blackadder (el inescrupuloso y maquiavélico personaje interpretado por Rowan Atkinson en la serie homónima de la BBC), se queda entrampado con un Baldrick, que es el compañero inútil de Blackadder que inevitablemente tiene un "plan astuto" que es ya sea descabellado o más allá de su capacidad para llevarlo a cabo.

Se podría argumentar que el primer Baldrick fue el primer ministro David Cameron, cuya astuta promesa de un referéndum lo ayudó a ganar una estrecha mayoría en las elecciones del 2015, pero también permitió que ocurriera el Brexit, algo que él no quería.

El siguiente fue Boris Johnson. Su decisión de último minuto en el 2016 para unirse a la campaña para dejar la Unión Europea fue una medida táctica para ganar apoyo entre los conservadores obsesionados con el Brexit, posicionándolo para suceder a Cameron. Sin embargo, cuando la opción de dejar la UE ganó inesperadamente, Johnson no tenía ni idea de qué hacer a continuación. En el caos que ayudó a causar, los conservadores le dieron el liderazgo a May.

Se suponía que May era un par de manos seguras, pero ella también tenía un plan astuto. Ella convocó a una elección rápida en 2017 con el objetivo de obtener una gran mayoría conservadora que apuntalaría sus negociaciones del Brexit con la Unión Europea. En cambio, su torpe campaña le hizo perder su escasa mayoría, lo que la obligó a depender en el Parlamento en los unionistas demócratas de Irlanda del Norte (el grupo menos flexible de británicos en el tema de la frontera irlandesa).

De hecho, a lo largo de sus negociaciones con Europa, May ha demostrado ser más Baldrick que Blackadder, desechando las pocas buenas cartas que tenía. Declaró el Artículo 50 demasiado pronto, y puso un reloj en marcha contra ella: Gran Bretaña tiene que abandonar el bloque el 29 de marzo, con o sin acuerdo. Y prácticamente no hizo preparativos para el escenario sin acuerdo, que seguía diciendo a los británicos que era mejor que un mal acuerdo.

Los europeos, sabiendo que no lograr un acuerdo perjudicaría gravemente la economía británica, sonrieron y esperaron hasta que May, cuando se quedara sin tiempo, se diera por vencida. Ahora tiene que vender un acuerdo de Brexit con un largo período de transición y con un "backstop" para Irlanda especialmente venenoso (y posiblemente indefinido).

Uno pensaría que los políticos británicos ya tendrían suficientes planes astutos. Sin embargo, han aparecido dos nuevos Baldricks, ambos empeñados en destruir a May, pero cuya torpeza la han ayudado a perdurar. Los asesinos menos astutos son los conservadores de línea dura a favor del Brexit liderados por Jacob Rees-Mogg. Son fanáticos, que preferirían el no acuerdo, a pesar del daño que causaría a la economía.

Como ejemplo de sus obras, recuerde que hace una semana May parecía estar condenada. Se había visto obligada a posponer la votación parlamentaria sobre su plan de concesiones y estaba a punto de irse a Bruselas a rogar a los líderes de la UE concesiones que nunca le iban a otorgar. ¿Qué hicieron los que estaban a favor del Brexit? Sin siquiera darse cuenta desencadenaron una rápida elección de liderazgo.

Al final, 117 de los 317 parlamentarios conservadores votaron en contra de May; lo suficiente para herirla, pero no lo suficiente para ganar. Bajo las reglas del Partido Conservador, May ahora está a salvo de una elección de liderazgo por un año más. Si Rees-Mogg y sus amigos hubieran esperado sólo unos días para que ella regresara con las manos vacías de Bruselas (como lo hizo), bien podrían haberla expulsado. Ahora el Brexit será administrado por una primera ministra en la que no confían.

El otro Baldrick es Jeremy Corbyn, el líder del Partido Laborista. Su plan de Brexit es tan astuto que es invisible. Él nunca lo ha develado y posiblemente no sepa realmente qué es. Se podría argumentar que su ignorancia, fingida o real, tiene sentido, siempre y cuando los conservadores continúen formando escuadrones de fusilamiento circulares.

Sin embargo, eventualmente, Corbyn querrá derrocar al gobierno y forzar una elección general, y no tiene nada que ofrecer al pueblo británico más que una mayor división. Aunque muchos parlamentarios laboristas y electores quieren otro referéndum, Corbyn no.

También está el problema de que Corbyn asusta a la gente. Él es marxista y los británicos todavía recuerdan sus vínculos con el Ejército Republicano Irlandés. Esta es la razón por la que, a pesar de la evidente incompetencia de May, los conservadores aún están por delante en las encuestas. Si alguien que no fuera Corbyn liderara el Laborismo, ahora podría obtener el poder.

Entonces, ¿hacia dónde va el Brexit desde este escenario? La respuesta de May es que ella seguirá las negociaciones con Bruselas, y tendrá una votación sobre su plan a mediados de enero. Ella espera convertir el “backstop” indefinido en uno temporal. Incluso si Europa le garantiza este punto –y los augurios no son buenos– su plan todavía parece tener pocas probabilidades de ser aprobado por el Parlamento.

Luego podría probar otro plan de Brexit blando, como el modelo "Noruega Plus”, donde Gran Bretaña abandona la UE, pero permanece en la unión aduanera y en el mercado único. Eso suena como una concesión maravillosa, con la excepción de que Gran Bretaña tendría que aceptar la libre circulación de personas y muchas reglas establecidas por Bruselas, lo que significa que es poco probable que se apruebe.

Hay que tener en cuenta que el tiempo se acabará. En teoría, esto podría llevar, por defecto, a un Brexit duro. En la práctica, solo cerca de 100 de los conservadores a favor del Brexit quieren eso. Corbyn puede intentar forzar una elección general, pero ni los conservadores a favor del Brexit ni los del partido Unionista del Ulster parecen lo suficientemente estúpidos como para permitirle que lo haga.

Muchos de los que quieren permanecer dentro de la UE piensan que podría haber una mayoría parlamentaria para otro referéndum si a los parlamentarios conservadores y laboristas se les otorgara un voto libre, pero es poco probable que los jefes del partido permitan que eso suceda. La aritmética parlamentaria realmente no encaja para nadie.
Aquí es donde entra en juego el examen de selección múltiple. Podría tener lugar inicialmente en Westminster y luego en todo el país.

En el Parlamento, podría venir en una sucesión de votos. Se podría dar a los diputados un voto no vinculante para expresar su opción preferida, en la línea de lo que hicieron cuando emprendieron la reforma de la Cámara de los Lores en 2003. May ha rechazado esta idea con molestia. Con el tiempo, y si no surge una mayoría clara para algo, es posible que ella y quizás incluso Corbyn cambien de opinión.

Esto volverá locos a los partidarios del Brexit. El referéndum inicial se suponía que sería una votación única en la vida, señalarán. Pero también está claro que las circunstancias han cambiado. En 2016, muchas personas que votaron por dejar la Unión Europea no tenían una idea clara de las consecuencias (Johnson y Rees-Mogg lo describieron como un nirvana de prosperidad, donde Gran Bretaña "retomaba el control" de su futuro y el dinero otorgado a la UE podría ser utilizado para construir nuevos hospitales).

Ahora, la realidad del Brexit es más clara: será una medida con falta de claridad, en el que se evita el dolor económico, pero Gran Bretaña permanece medio casada con la UE por un tiempo; o será una salida dura, con mucho dolor económico a corto plazo, seguido de un futuro independiente posiblemente próspero.

Bajo algunos escenarios, Gran Bretaña tendría que revocar el Artículo 50 para obtener el tiempo que necesita para organizar y celebrar un referéndum. La UE probablemente le concedería este deseo. Sus líderes podrían incluso ofrecer más recompensas a la causa de permanecer dentro del bloque con la esperanza de mantener a Gran Bretaña dentro del rebaño.

La gran pregunta es: ¿Qué pregunta hacer? La decisión binaria convencional de ¿permanecer o salir? parece injusta, ya que no está claro qué tipo de Brexit viene con un voto de "salir". El mejor enfoque sería ofrecer tres opciones: Permanecer, un Brexit duro y alguna forma de Brexit blando (quizás el acuerdo de May con Bruselas). A los votantes se les pedirá que clasifiquen sus dos mejores opciones.

Suponiendo que ninguno de estos obtenga más del 50%, se eliminará la opción con la clasificación más baja, y luego se dividirán las segundas opciones. Se podría agregar otra opción intermedia, como el plan de Noruega, y luego pedir a las personas que elijan entre las tres primeras.

El examen de selección múltiple tiene tres ventajas. Primero, los votantes estarían más conscientes de lo que estarían votando. Segundo, probablemente se terminaría con una mayoría considerable votando por algo como su primera o segunda opción, confiriendo así una mayor legitimidad democrática al ganador.

Y tercero, el pueblo de Gran Bretaña sería el dueño de la decisión: no habría excusas, o al menos muchas menos que si el Parlamento le atribuye una versión u otra del Brexit (o de permanecer en la UE) al país.

Esto importa. La triste verdad acerca de nosotros, los británicos, es que muchos de nosotros somos Baldricks, convencidos de que hay una salida astuta. A pesar de que nuestros líderes son inútiles y que los últimos dos años han sido un fracaso colosal de liderazgo, las encuestas muestran que aún nos negamos a tomar decisiones difíciles.

Muchos británicos quieren una vida en la que tengan acceso al mercado único de la UE pero puedan mantener alejados a los inmigrantes; donde la frontera irlandesa permanezca abierta, pero Irlanda del Norte permanezca fuera de la UE; donde Gran Bretaña permanezca en la unión aduanera para grandes acuerdos comerciales, pero que pueda negociar otros más pequeños por su cuenta.

Lamentablemente, estas son opciones de "lo uno o lo otro” no de "ambas”.

Los británicos tienen que elegir, y ninguna cantidad de planes astutos les permitirá encontrar su camino para encontrar una solución a esta difícil situación. Así que dé a los votantes una serie de opciones y permítales clasificarlos según su forma de verlos. Es la opción menos injusta.

Por John Micklethwait

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.