La producción y exportación de hidrógeno verde puede impulsar el repunte de la economía de América Latina y el Caribe, fuertemente golpeada por el COVID-19, asegura el Banco Mundial (BM) en su último informe semestral regional.
Para los países latinoamericanos y caribeños, a los que la pandemia sumó otra “década perdida” en términos de expansión económica tras la crisis de la deuda de los años 1980, “alimentar un futuro energético sostenible” es una de las prioridades para recobrar el crecimiento, según el reporte.
El hidrógeno, cuya quema no emite contaminantes, es una alternativa a los combustibles fósiles que propician el cambio climático. La producción de éstos últimos, principalmente a partir de gas natural y carbón, está bajo la lupa por emitir grandes cantidades de CO2.
Los esfuerzos por reducir las emisiones de CO2 serán el foco de la venidera conferencia sobre el clima COP26 en Glasgow, Escocia.
Por eso el mundo apuesta cada vez más al hidrógeno verde, generado mediante electrólisis a partir de energías renovables, como la solar, la hidráulica y la eólica.
Este combustible limpio es “una vía para la recuperación económica inclusiva, resiliente y verde”, indica el informe del BM, presentado en las recientes reuniones del organismo y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Los países de América Latina tienen un gran potencial de participar exitosamente en el mercado global del hidrógeno verde debido a su dotación de recursos naturales para producir energía renovable”, explicó Janina Franco, especialista senior en energía del BM.
“Este potencial puede abrir una gran oportunidad para América Latina de convertirse en región líder de producción de hidrógeno verde, lo cual le permitiría no sólo profundizar su propia transición energética, sino también abastecer el mercado de hidrógeno verde en Europa o Asia”, añadió.
Chile, a la vanguardia
Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Trinidad y Tobago tienen “potencial” para ser exportadores mundiales de hidrógeno verde, afirma el reporte del BM, que cita datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
De acuerdo con la AIE, creada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tras la crisis del petróleo de 1973, esos países pueden ofrecer precios competitivos a los importadores de Europa y Asia.
Hasta setiembre, trece países de América Latina y el Caribe habían mostrado interés en desarrollar una industria nacional de hidrógeno verde: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay, según la plataforma H2LAC.
Franco señaló diferentes etapas en la industria del hidrógeno verde en la región.
Países como Costa Rica, Colombia, Paraguay y Uruguay, cuya generación eléctrica es casi totalmente renovable, muestran “un avance sustancial” en su estrategia de hidrógeno y regulaciones, dijo.
Otros, como Brasil, Argentina, México y Perú, que tienen gran potencial de demanda local por la minería y la producción de acero, hierro o químicos, están en un “proceso naciente” en términos de hoja de ruta y normativa.
Y a la vanguardia está Chile, el primer país de la región en lanzar su “Estrategia nacional de hidrógeno verde”, en noviembre del 2020, y que ya cuenta con interesados nacionales y extranjeros en usar este combustible limpio y sus derivados, como el amoníaco, el metanol o los combustibles sintéticos.
Chile, que apuesta a liderar en tres décadas la producción mundial de hidrógeno verde, anunció la semana pasada que para el 2030 prevé que el aeropuerto de Santiago sea el primero en Latinoamérica en operar a partir del hidrógeno verde y sus derivados.
Menos emisiones, más empleo
El BM destaca el hidrógeno verde como una solución para “descarbonizar” sectores difíciles de electrificar, como el transporte marítimo de larga distancia y la aviación, y las industrias pesadas.
Además, subraya que este combustible limpio puede ayudar a los países a desarrollar cadenas de valor de energía verde, que les permitan ser competitivos mundialmente en la producción de acero, cobre, amoníaco o fertilizantes.
“El hidrógeno verde y sus derivados pueden representar una fuente de ingresos por exportaciones al reforzar el acceso de la región a los mercados desarrollados dispuestos a pagar una prima que garantice las cadenas de valor verdes”, indica el informe.
La industria del hidrógeno verde tiene otra ventaja: crear empleos “verdes, locales y resilientes”, tanto directos e indirectos, en particular en las áreas de producción, transporte y distribución, resalta el BM.
Pero la transición hacia el hidrógeno verde no está exenta de desafíos, incluyendo la producción a costos competitivos, el desarrollo de infraestructura adecuada, y la disponibilidad de profesionales con conocimiento para operar la nueva tecnología, advirtió Franco.
“El mayor reto que tienen los países en la región y en el mundo es conseguir competitividad en los costos de producción y alcanzar precios que permitan desplazar el uso de hidrocarburos por hidrógeno verde”, dijo.