La acería Azovstal, símbolo de la resistencia ucraniana a la campaña militar rusa, cuenta las horas antes de caer totalmente en manos del Ejército enemigo, que sigue bombardeando la planta para obligar a los últimos combatientes a rendirse tras la salida de otros 771 luchadores de la planta.
En total, 1,730 defensores de Azovstal se entregaron en los últimos tres días en la ciudad portuaria de Mariúpol, según el portavoz militar ruso, general mayor Ígor Konashénkov.
La caída definitiva de la ciudad bañada por el mar de Azov permitirá a Moscú redirigir más fuerzas rusas y milicias prorrusas hacia el norte de la región de Donetsk.
Ya empezó este proceso después de declarar el pasado 21 de abril la toma de Mariúpol.
Precisamente, Ucrania considera que el Batallón Azov completó con creces su misión de mantener ocupados a unos 20,000 soldados rusos el mayor tiempo posible y así retrasar la ofensiva final de Rusia contra el Donbás.
Las milicias prorrusas, que quieren destruir la planta para convertirla en una zona de ocio, reconocieron la destrucción de un 60% de las viviendas de Mariúpol, cuyo brutal asedio ha sido denunciado por las organizaciones de derechos humanos.
Los últimos de Mariúpol
Nadie parece querer informar sobre cuántos combatientes nacionalistas de Azov se encuentran aún en los subterráneos de la planta metalúrgica, donde están atrincherados desde marzo.
En el caso de los rusos, porque lo desconocen, y en caso de los ucranianos, porque no les conviene, ya que este asunto es muy sensible tanto para sus familiares como para el resto del Ejército ucraniano y la opinión pública.
“Al respecto, estamos divulgando información de manera muy cuidadosa, ya que la operación de salvamento de los defensores de Azovstal continúa”, informó Hanna Malyar, viceministra de Defensa.
Los rusos siguen martilleando la zona con artillería y aviación, lo que deja entrever que Azovstal aún no está vacía.
De hecho, el líder de la república popular de Donetsk, Denís Pushilin, no confirmó que entre los apresados estuvieran los jefes del batallón nacionalista.
Rusia está muy interesado en los altos mandos de Azov, a los que Moscú considera “neonazis” y “criminales de guerra” y quiere juzgar en su territorio, donde el batallón podría ser declarado en breve organización terrorista.
Un total de 89 combatientes de Azovstal ya han sido trasladados a la ciudad de Tagnrog, también en el mar de Azov, pero en la región rusa de Rostov, informó el portal digital Meduza.
Además, dos comandantes de Azov fueron declarados en busca y captura por atentar contra soldados rusos en la región de Jersón, limítrofe con la anexionada península de Crimea.
A su vez, el subjefe del antiguo batallón nacionalista Aidar, Denís Murygui, que tiene doble ciudadanía ucraniana y rusa, fue arrestado hoy por un tribunal de Rostov como miembro de una organización armada ilegal, que combatió en Lugansk en el 2014.
Bandera blanca en Azovstal
En las últimas 24 horas se rindieron otros 771 defensores de Azovstal, según Konashénkov.
“Todos aquellos que necesitan tratamiento hospitalario reciben asistencia en instituciones médicas” en localidades prorrusas de la región de Donetsk, explicó. Los heridos graves, 51, fueron ingresados en un hospital de Novoazovsk.
En un vídeo del Ministerio de Defensa se puede ver a varios de ellos andando con dificultad, apoyados en palos y muletas o ayudados por otros compañeros, y a otros tantos con vendas en ojos, brazos o piernas.
Rusia, que mostró a los prisioneros heridos en camastros de hospital, insiste en que estos no se han quejado del trato recibido desde su rendición tras ser acusado su ejército de crímenes de guerra por Kiev.
Amnistía Internacional (AI) ha advertido a Moscú contra la tortura de dichos cautivos, que han sido “deshumanizados” por la propaganda rusa, según un comunicado de la organización de derechos humanos.
Visitados por la Cruz Roja
Al respecto, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) informó hoy de que ha elaborado un registro de cientos de prisioneros que defendieron Azovstal con el fin de hacer un seguimiento de su arresto y ayudarles a ponerse en contacto con sus familias.
El “CICR debe tener acceso inmediato a todos los prisioneros de guerra allá donde se encuentren, entrevistar los sin testigos, o a visitarlos sin restricciones de duración o frecuencia.
Algunos de los prisioneros ya han sido visitados por empleados del CICR en la localidad de Yelenovka, según Alexandr Vlasenko, portavoz de la Cruz Roja ucraniana.
Kiev quiere canjear por prisioneros de guerra rusos a los miembros de Azov, batallón que está integrado en la Guardia Nacional de Ucrania desde finales del 2014, pero Moscú no parece estar por la labor.
La Duma o cámara de diputados rusa incluso baraja aprobar una resolución que prohíba el canje de los miembros de Azov.
El procesamiento de esos “héroes”, como los llamó el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dejaría en muy mal lugar a Kiev, que fue acusado durante la campaña militar de abandonarlos a su suerte.
Mientras, los combates continuaron en el Donbás. Al menos, 12 personas murieron y otros 40 resultaron heridas en la ciudad de Severodonetsk, principal bastión ucraniano en Lugansk, en los ataques perpetrados por la artillería rusa, según informó la Administración Militar de dicha región.