Detrás de la fachada segura de un líder siempre hay un lado profundamente humano que mucha gente no ve. Los ejecutivos, en contra de la mayoría de los prejuicios, no son superhumanos; son tan falibles como cualquier otra persona. Es fácil para el mundo colocarlos en pedestales.
AK Ikwuakor, un coach de ventas de Google de 38 años, trabaja a diario con líderes de todo el mundo. A menudo ha visto cómo los líderes sacrifican su bienestar personal y sus aficiones, como el ejercicio físico regular o el tiempo con los suyos, debido a sus exigentes horarios de trabajo. “Algunos de los retos a los que se enfrentan en su día a día es rechazar el impulso de consultar constantemente el correo electrónico estando en casa o trabajar hasta altas horas de la noche y volver a empezar de madrugada”, señala.
Hábitos que practican los líderes más exitosos
Pero algunos ejecutivos han descubierto cómo superar estos retos profesionales y personales poniendo en práctica hábitos eficaces. Según AK Ikwuakor, estos son los 4 hábitos que los líderes con más éxito hacen:
1. Son decisivos y buenos comunicadores
Los mejores líderes son los que entienden la importancia de la toma de decisiones en el liderazgo, pero saben que implica algo más que ser decidido: también es importante cómo se comunican y cómo traducen las decisiones en acciones. Es como un taburete de 3 patas en el que cada elemento es esencial para el éxito.
“He visto a líderes excepcionales tomar decisiones bien informadas y pensadas. Revisan la información disponible y analizan los posibles riesgos y beneficios, al tiempo que confían en su instinto. También transmiten el razonamiento que subyace a sus decisiones y comparten los resultados esperados y el impacto con las personas implicadas”, dice AK Ikwuakor.
La mejor decisión puede fracasar si no se traduce en acción, por lo que los líderes exitosos crean un plan, asignan responsabilidades y proporcionan a las personas recursos y apoyo.
2. Trabajan constantemente en la superación personal
Otra característica común de los grandes líderes es que entienden que el liderazgo no es una función fija, sino dinámica. “Los ejecutivos de éxito a los que he entrenado no se limitan a sentarse y esperar lo mejor; invierten activamente en sí mismos y en su propio desarrollo, buscando orientación de distintas fuentes, como entrenadores de oratoria, coaches ejecutivos, entrenadores personales y hasta asesores espirituales que puedan aportarles perspectivas únicas”, comenta AK Ikwuakor.
Parte de esto implica profundizar en su negocio y en el mercado en general para así convertirse en líderes de opinión en su sector. “Por ejemplo, trabajo con líderes tecnológicos que están al tanto de los avances en IA. Asisten a conferencias y se divierten con expertos en la materia. Los líderes financieros de éxito asisten a seminarios, se sumergen en libros de economía y se unen a grupos mastermind para perfeccionar sus conocimientos. Mantienen la curiosidad y no llegan al punto de sentir que lo saben todo”, explica AK Ikwuakor.
3. Son expertos en construir relaciones
Mantener un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal es el mayor reto para los líderes. Los líderes excepcionales aplican a sus relaciones personales –incluida su familia y seres queridos– los mismos principios que aplican a sus empleados y miembros del consejo de administración.
Escuchan activamente, empatizan y se esfuerzan por comprender sus necesidades y perspectivas. Los hábitos que desarrollan para ello es hacer del tiempo de calidad con la familia una prioridad, participar en conversaciones abiertas y asegurarse de que sus compromisos personales se alinean con sus valores.
4. Tienen un temperamento equilibrado y piensan a largo plazo
“He visto líderes ineficaces comportarse como operadores diarios en un parqué caótico”, cuenta AK Ikwuakor. “Son demasiado reactivos a los altibajos diarios de la gestión de una organización o de la dirección de un equipo. Se dejan llevar por las fluctuaciones del mercado a corto plazo o toman decisiones impulsivas. Su ansiedad y reactividad exacerbadas crean remolinos y pánico innecesarios dentro de la organización”.
El objetivo de los líderes de éxito es el contrario: mantener la inteligencia emocional mientras ejecutan sus objetivos diarios. No se trata de dejarse atrapar por el ruido del día a día, sino de tomar decisiones pensando en la trayectoria de crecimiento de su empresa. Se centran en el panorama general y mantienen un rumbo firme, superando las fluctuaciones a corto plazo.
“Por eso los grandes líderes tienen una mentalidad de inversores a largo plazo y mantienen un temperamento equilibrado. Afrontan los retos con calma y serenidad, guiados por sus objetivos últimos. Tienen una confianza inquebrantable en su dirección estratégica y consiguen que su equipo se adapte a las circunstancias cambiantes”, concluye.