Llegó la hora de impulsar la oferta de técnicos

Redacción Gestión

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SIN PREVISIÓN. En el Perú solemos emular al bombero: esperamos que surja un problema para recién buscar su solución. La escasez de profesionales técnicos ya aqueja a varios sectores productivos y amenaza con convertirse en un 'cuello de botella' para el crecimiento económico y ni siquiera tenemos una cuantificación oficial del problema. Estimaciones parciales indican que solo la industria requiere unos 300 mil técnicos calificados al año y la minería demandará unos 50 mil profesionales en los próximos 10 años, mientras que la oferta no es suficiente.

Y no es solo la cantidad; otro gran problema es el divorcio que existe entre la demanda y la oferta. De los 90 mil profesionales técnicos que egresan al año (2011) solo 7% fue de carreras vinculadas a ciencia y tecnología. Y este divorcio tiene que ver con la mala orientación que se le ha dado a la educación superior en las últimas décadas. Se ha permitido (e impulsado con incentivos tributarios y poca supervisión y fiscalización) la proliferación de universidades de dudosa calidad en todo el país que ofrecen carreras que no satisfacen la demanda de los sectores productivos.

De otro lado, existe una enorme oferta de jóvenes que egresan de los institutos superiores tecnológicos y otras asociaciones civiles (existen casi 1,100 institutos) cuya calidad, en muchos casos, no ha sido probada. Y las pocas que sí son exitosas no cuentan con las facilidades para expandir su oferta y tienen que competir en desigualdad de condiciones con las universidades, por estar sujetas a diferentes regímenes.

Consideramos que ya es momento de crear un marco normativo único de la educación superior que estimule la oferta de técnicos profesionales de alta calidad. El estado debe dedicarse a fiscalizar mejor y eficientemente la calidad de la educación superior (técnica y universitaria) exigiendo las certificaciones del caso. También es necesario 'nivelar' el piso para que los jóvenes puedan acceder a profesiones técnicas de calidad, dándoles a estas el mismo nivel de las carreras universitarias y mediante la estructuración y financiamiento de becas y préstamos de estudios. Guerra avisada no mata gente, pero todo indica que nuestro país puede ser la excepción.

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