FOTOGALERÍA. De acuerdo con una encuesta de Gartner Group, la autenticidad es el atributo más valorado en un líder. El liderazgo auténtico es aquel despojado de máscaras, falsas posturas y una cercanía humana genuina. Es, en síntesis, ser totalmente fiel a sí mismo o misma, y mostrarse como tal, sin temores ni ocultamientos, según Entrepreneur.
Su planteamiento está poniendo en evidencia cierto déficit en los niveles de conducción donde, por la forma de ser de las personas: los comportamientos, hábitos; y también por las culturas empresariales, por décadas se ha privilegiado mandar sobre liderar, imponer sobre consensuar, y tomar distancia de las personas en lugar de gestionar con inteligencia emocional.
Hace años, Jack Welch, ex CEO de General Electric, empresa en la que trabajó varias décadas ocupando distintos puestos hasta llegar a ser su máximo líder, planteó el concepto del liderazgo auténtico con algunos rasgos que él mismo aplicó en la empresa que creció un 4000% durante su gestión.
Los 9 puntos que señalaba son: carácter e integridad, competencia para la tarea, habilidad de pensar globalmente, enfoque en los clientes, receptivos a los cambios, buenos comunicadores, constructores de equipos efectivos, enfocados en cumplimiento de objetivos, y emisores de energía y estímulo para los demás.
En los tiempos actuales se detectaron cuatro comportamientos que son identificados como esenciales para conducir personas eficazmente basados en la autenticidad del ser y el hacer. Respecto a lo postulado por Welch, la perspectiva ahora es más profunda respecto al ser, es decir, parte del desarrollo interno de la persona y desde allí se proyecta radialmente.
Los 4 componentes del liderazgo auténtico actual:
Se trata de habilidades blandas que, de no tenerlas, se pueden entrenar y potenciar para impactar mejor a través de la forma de inspirar y motivar a los equipos. Hay cuatro componentes que rescata el liderazgo auténtico, que, si son bien balanceados en las relaciones diarias, llevarán a mejores resultados.
Esta habilidad se adquiere a partir del autoconocimiento. El liderazgo verdadero se logra conociéndose a sí mismo. No es factible liderar a otros si no existe primero el auto liderazgo. La autoconciencia es la capacidad de ir hacia dentro de cada uno, descubrir los aspectos innatos o adquiridos que son de ayuda para el desarrollo propio y de los demás, y poder reconocer aquellos que necesitan mejorarse. A su vez, se tiene consciencia del impacto y la influencia que se emana desde la persona hacia los demás, y cómo esto impacta y transforma el entorno.
Avanzando en el proceso del liderazgo auténtico, hay una base esencial que parte desde el ser, y luego, a través del hacer concreto, las acciones cotidianas. La forma de ser, los modos y comportamientos, definen el relacionamiento transparente con los demás. Aquí es relevante ser una persona íntegra y coherente entre lo que se piensa, se dice, se hace y se siente. Esta concordancia aumenta la credibilidad en las relaciones con los equipos. Por ejemplo, un líder que esconde aspectos esenciales de su ser, o que teje confabulaciones y conspiraciones, genera desconfianza. En cambio, uno que proyecta la autenticidad asertivamente, es transparente y fomenta vínculos más profundos.
Para desarrollar este aspecto contribuye el equilibrio de las emociones y el uso de los dos hemisferios del cerebro: izquierdo, más racional, y derecho, más blando.
Esto lleva a mejorar la expresión y ejercicio del liderazgo auténtico mediante sopesar las distintas alternativas al tomar decisiones, dejar de basarse tanto en los modelos mentales propios para incorporar información valiosa de los demás, y poder lograr consensos respecto a los pasos a dar.
Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, el ámbito de la autorregulación resulta estratégico en esta perspectiva de desarrollo humano aplicada al liderazgo auténtico.
Es muy relevante también la disposición a ser fiel a los principios de la persona que aspira a ejercer el liderazgo auténtico, ya que de esta forma su proceder estará en consonancia con sus valores fundamentales.
Los estándares respecto a buenas prácticas al liderar permiten reforzar la coherencia que se mencionaba anteriormente, y crear marcos de confianza que tienden puentes con los demás. El líder auténtico integra, apoya, estimula, motiva y se identifica con valores positivos, que permitan co-crear resultados no sólo para la empresa, sino que considera a los empleados como parte fundamental de ese proceso.
A la par del liderazgo colaborativo, exponencial y consciente, que son otras vertientes que están surgiendo con fuerza en este tiempo, este estilo comparte rasgos con aquellos, y, entre todos, se potencian en la construcción de nuevas formas de encabezar organizaciones y empresas, y proyectarlas con más integridad, cuidado y transparencia: tres pilares de los que adolece el mundo actual, y no sólo en los negocios.