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aprender de un equipo

FOTOS | Dicen que los equipos deportivos te eligen cuando eres niño y la victoria de los Mets de Nueva York en el séptimo juego de la Serie Mundial de 1986 fue para mí una sentencia. A partir de ese momento viví condenado a ser fanático del equipo sin saber lo que me esperaba.

Ilusionado por el segundo título del equipo de beisbol desde su fundación en el año de 1962, me uní a una de las aficiones deportivas más sufridas del mundo porque —aunque me gustaría poder negarlo— los Mets no solo son un equipo perdedor, sino que pueden hacer las cosas más difíciles con extraños chispazos de ilusión. Este año, por ejemplo, iniciaron la temporada ganando once de los primeros doce partidos que jugaron para después agarrar una mala racha y llegar a la mitad de la temporada con 39 partidos ganados y 55 perdidos, eliminando así toda posibilidad de llegar a la postemporada. Aunque desde 1986 los Mets han disputado dos Series Mundiales más, el equipo no ha vuelto a coronarse y más bien ha padecido años y años de infamia.

En el mundo de hoy, en donde ganar no es lo más importante, sino que lo único, parece absurdo seguir a un equipo como los Mets. Y los que lo hacemos no estamos solos.

Los aficionados del Atlante, el Cruz Azul, el Atlas, el Necaxa, los Browns de Cleveland, los Orioles de Baltimore, los Padres de San Diego y los Clippers de Los Ángeles, entre muchos otros, entenderán de lo que hablo. Esa incredulidad en la mirada de aquellos que gozan con sus equipos campeones y la pregunta inevitable: ¿por qué les sigues yendo?

Porque no puedo dejar de creer en ellos.
En el mundo de hoy la victoria está sobrevalorada y la derrota satanizada. Cierto, al triunfar sonreímos y gozamos, pero es al perder cuando aprendemos. De nosotros mismos y de los demás. De la fuerza que pese a la adversidad y el dolor existe en nuestro interior. De la perseverancia. Y también de la esperanza.

En honor a esas aficiones que siguen y seguirán por siempre a sus equipos caídos, he aquí las cinco lecciones para la vida y los negocios que nos dejan cada temporada aquellos que fueron derrotados.

1. GANAR NO ES NADA FÁCIL. Para un equipo perdedor el triunfo no es cosa de todos los días. Sus integrantes entienden que la victoria no les será dada por el simple hecho de existir o por seguir una inercia heredada. Para ganar los equipos perdedores tienen que salir del lodo y sucios y lastimados, escalar hasta la cima para descubrir que en ese ascenso hay una transformación que resulta más satisfactoria que el mismo éxito.

2. LOS RETOS SON DE RESISTENCIA. Estamos acostumbrados a medir nuestro desempeño en términos de partidos, concursos, guerras y reality-shows ganados. Sin embargo, muchos de los retos que afrontamos en la vida y en los negocios tienen más que ver con la resistencia que con los trofeos y los premios. Los equipos perdedores son un constante recordatorio de ello. De la fuerza que necesitas para creer que, sin importar lo que pase, tú mereces permanecer en el campo de juego. 

3. CELEBRA LAS PEQUEÑAS BATALLAS. En un equipo de trabajo debería de ser lo mismo. Cada día hay pequeños triunfos que deberían de ser celebrados y que a veces quedan opacados por la búsqueda de esos grandes premios y proyectos con los que podemos estar tan ocupados. 

4. PERDER FORJA EL CARACTER. Es fácil ser un buen compañero de equipo cuando estás triunfando. Las cosas fluyen y todo parece estar en harmonía. Es en los días de derrota cuando los equipos, los socios y los negocios realmente son puestos a prueba. Salir al campo de juego y hacer tu mejor esfuerzo en medio de una racha de partidos perdidos es mucho más difícil que hacerlo cuando estás ganando. 

5. NO TE LO TOMES TAN EN SERIO. El estar a un par de outs de asegurar el quinto juego de la Serie Mundial para que de pronto una mala decisión del entrenador lo complique todo y terminen derrotados, es verdaderamente desmoralizante. Pero quizás por eso mismo los equipos perdedores nos obligan a reconocer que, pese a todo, la vida tiene que seguir.

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